Bloomberg — El aumento de las temperaturas está llevando a los mosquitos a nuevas zonas de África y extendiendo el riesgo de malaria, según un nuevo estudio que pone de relieve el impacto del cambio climático en la enfermedad.
El informe, publicado esta semana en la revista Biology Letters, concluye que los mosquitos se han trasladado a zonas más elevadas y se han desplazado más al sur. Según el equipo de investigadores de la Universidad de Georgetown (EE.UU.), estos movimientos coinciden con los cambios climáticos observados y podrían explicar los patrones de transmisión de la malaria durante el periodo estudiado.
Los investigadores llevan tiempo pronosticando que el cambio climático alterará drásticamente la propagación geográfica de las especies vivas del mundo, incluidos los peligrosos patógenos y portadores de enfermedades. Aun así, los científicos han lamentado la escasez de conocimientos sobre el impacto exacto del calentamiento de las temperaturas en la propagación de enfermedades como la malaria.
El nuevo estudio de Georgetown se suma a las pruebas de que el calentamiento global ha afectado a las poblaciones de mosquitos en mayor medida de lo que se creía hasta ahora. Según el informe, la expansión observada podría “figurar entre las repercusiones más importantes del cambio climático sobre la biodiversidad africana”.
“Tenemos que dejar de pensar en los impactos del cambio climático como un problema futuro”, afirmó Colin Carlson, autor principal del estudio y profesor adjunto de investigación en el Centro de Ciencias de la Salud y Seguridad Global de Georgetown. “Llevamos décadas experimentándolo, y deberíamos estudiarlo como si tal cosa”.
Según Carlson, unos pocos estudios que observan la ubicación de los mosquitos han utilizado datos modernos para extrapolar el movimiento de la especie. El estudio de Georgetown, sin embargo, analizó los registros históricos existentes que mostraban las ubicaciones de 22 especies de mosquitos desde 1898 hasta 2016. Los investigadores descubrieron que, cada año, el área de distribución de las especies se desplazaba 4,7 kilómetros hacia el sur y ganaba 6,5 metros de altitud. Estos desplazamientos coinciden con los patrones de movimiento que los investigadores esperaban en función de los cambios climáticos de la región.
Carlson afirmó que es necesario seguir investigando para comprender mejor el impacto de los cambios climáticos en la propagación de la enfermedad, y añadió que su estudio no hace necesariamente predicciones sobre dónde podría propagarse el paludismo en el futuro. En 2020, la Organización Mundial de la Salud estimó que la malaria mató a unas 627.000 personas.
“Es posible que en los próximos años empecemos a ver paludismo en lugares que normalmente no consideramos de alto riesgo”, dijo Carlson.