Caracas — El leve repunte económico en Venezuela el año pasado representó un impacto desigual para la población, con el 20% del quintil más rico siendo beneficiado con el 70% de las nuevas riquezas generadas. El crecimiento, sin embargo, y a pesar de haber comenzado a desinflarse, registró también cifras de aprobación en el venezolano promedio, con el 50% confirmando su mejora en el segundo trimestre de 2022.
El fenómeno de rebote en una economía contraida, con una pérdida de más del 80% de su Producto Interno Bruto (PIB), fue atribuido a la inesperada recuperación de la industria petrolera y otros sectores productivos en el país, que permitieron a su vez el crecimiento de las exportaciones.
Una reducción en los datos de pobreza, estimado por la Encuesta Condiciones de Vida (Encovi) en noviembre, pasando del 65,2% de los hogares pobres en 2021 al 50,5% en 2022, evidenció parte de ese impacto, que luego comenzó a disiparse.
“El piso era muy bajo para poder crecer, aún así hubo una estabilización de algunas cuestiones que facilitaron el crecimiento económico y que de alguna manera tuvieron un impacto positivo en la población, con aumentos en las remuneraciones del sector privado, que ha sido importante en comparación con los peores años de la crisis, con un promedio actual del ingreso de los trabajadores en US$120, dándose una dinamización en los sectores populares, con explosión de micronegocios, emprendimientos, deliverys de ventas que han conseguido parchar un mercado que había perdido cerca del 80% de sus oferentes por multiplicidad de empresas cerradas o trabajando a muy poca capacidad y por eso se fue estimulando”, comentó el economista Manuel Sutherland, en contacto con Bloomberg Línea.
La ralentización de ese crecimiento luego de un primer impacto en la tasa cambiaria a mediados del año pasado, y otros factores que afectaron la producción petrolera pese a la flexibilización de sanciones impuestas por Estados Unidos, afectó sin embargo esa recuperación en los ingresos y en el poder adquisitivo del venezolano. De acuerdo a estimaciones de Ecoanalítica, el 30% de quienes ganaban entre US$0 y US$100 aumentó nuevamente, representando casi 55%, lo que se traduce como un retroceso.
“El impacto cambiario da muy duro en el poder de compra del venezolano promedio, al final cuando el cambio pasa de 8 bolívares a 20 bolívares en semanas, impacta sobre todo en quienes ganan en bolívares y al final la capacidad de gasto es muy limitada, y deterioró nuestro indicador de crecimiento que al cierre de año arrojó un dato final en torno al 8.5%”, dijo Jesús Palacios, economista senior de Ecoanalítica.
Frente al 15% de crecimiento anunciado por la administración de Nicolás Maduro, el pronóstico para este año se torna bastante bajo, con un dato entre 5% y 7% según organismos internacionales, que a pesar de ello, mantienen que será el más alto en la región.
En ese caso, las expectativas entre la población también disminuyen, y resulta ya notorio en su actividad económica diaria. Edison Arciniegas, especialista en seguridad alimentaria, director ejecutivo de Ciudadanía en Acción, explicó que el rebote elástico con sus muestras de retroceso, ha registrado una contracción en el consumo de huevos, situada en 3%, luego de una racha continua de 23 meses de crecimiento.
“Tenemos también contracción en el consumo de lácteos e inclusive estamos registrando contracción en el consumo de productos derivados del trigo. Hay indicios de que la recuperación es reversible y se está revirtiendo”, agregó.
Para Palacios, aunque el 2023 se perfila con un dinamismo económico más lento por el bajo poder de compra del venezolano, la proyección de crecimiento valorada en 5% se relaciona con una mayor ejecución de gastos del gobierno, ante la posibilidad de recibir más ingresos petroleros que pasan por la reactivación de Chevron Corp., las probables de Eni y Repsol, con un aumento en las exportaciones entre el 15% y 20%.