Buenos Aires — Hijo de un primo hermano de Ernesto “Che” Guevara, Alberto Benegas Lynch es uno de los principales referentes intelectuales del liberalismo argentino. Con dos doctorados, uno en Economía y otro en Ciencias de Dirección, es además uno de los mentores que cita con frecuencia el precandidato libertario a la presidencia, Javier Milei.
Mientras persisten las tensiones dentro de Juntos por el Cambio respecto de qué hacer justamente con Milei –quien, con números que oscilan entre el 15-20% de la intención de voto, se posiciona cómodamente en el tercer lugar de la mayoría de las encuestas–, Benegas Lynch ha facilitado en el último año tres encuentros entre el actual diputado y el ex presidente, Mauricio Macri.
Es un problema gravísimo la existencia del Banco Central
Alberto Benegas Lynch
Aficionado de la historia argentina y crítico de los acercamientos del fundador del PRO al peronismo –y de su gestión entre 2015 y 2019–, el académico sostiene no obstante que “no está perdida” la posibilidad de una eventual alianza electoral entre Macri y Milei.
Para Benegas Lynch, autor de 29 libros y presidente del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso, “el balance neto de Javier Milei es el haber puesto sobre el tapete discusiones que hacía un siglo que no se ponían en la Argentina”. Por ese motivo lo considera el “segundo milagro argentino”, después de Juan Bautista Alberdi, autor intelectual de la Constitución de 1853.
La siguiente conversación fue editada por motivos de extensión y claridad.
¿Cuánto del veneno nacionalista que describió en una columna reciente surge de un tribalismo inherente al ser humano?
El veneno nacionalista ha abarcado no solo tradicionales zonas latinoamericanas, sino también europeas. Se nota una enorme xenofobia, tristemente en el baluarte del mundo libre: Estados Unidos, donde ha corrido este veneno especialmente, aunque no únicamente, con la administración Trump. En el episodio de Charlottesville hubo dos grupos enfrentados, uno de los cuales llevaba insignias nazis, y yo escuché en CNN de primera mano a Trump diciendo: “Very fine people on both sides”. Segundo, es un nacionalista demagógo, contrario al libre comercio, ha aumentado el gasto público, ha aumentado el déficit en el deudamiento, y yo diría que ha cometido la indecencia de no reconocer los últimos resultados electorales presidenciales, a pesar de que los 50 estados los certificaron, además de 61 jueces federales y locales, y su propio vicepresidente. Entender que lo nuestro es un valor y lo extranjero es un desvalor es una manifestación acabada de la contracultura, puesto que la cultura está formada de un tejido de donaciones y de recibos recíprocos. Para la música, para el arte, para la literatura de economía, el derecho, el tener, como diría Carl Popper, hay un proceso de corroboraciones, provisorias, abiertas a refutaciones, en un proceso evolutivo de prueba y error.
No son pocos los que trazan ciertos paralelismos, entre Javier Milei, Donald Trump y Jair Bolsonaro, quien, en este último caso, también tuvo actitudes que fueron cuestionadas durante la transición presidencial en Brasil.
Hace muy poco tiempo, tuve la gran satisfacción de entregarle a Javier Milei en ESEADE, donde fui rector durante 23 años, un doctorado honoris causa, y donde dije que mi querido amigo Armando Rivas decía que [Juan Bautista] Alberdi, en el caso argentino, era un milagro. Yo sostengo que Javier Milei es un segundo milagro. No quiere decir que coincidamos en todos. He dicho ad nauseam, que entre los liberales no somos una manada y detestamos el pensamiento único. Para mí el balance neto de Javier Milei es el haber puesto sobre el tapete discusiones que hacía un siglo que no se ponían en la Argentina con esa profundidad y ese rigor. En temas morales, en temas filosóficos, en temas institucionales, en temas económicos, me parece de gran valor lo que ha hecho con la juventud. Ha corrido el eje del debate en la parla de muchos otros candidatos que ahora hablan de reducir el gasto público, bajar impuestos, etc.
En la Argentina de las grietas, de peronista o radical, unitario o federal, etc., ¿Milei está en condiciones de poder construir los consensos necesarios para generar políticas públicas que perduren en el largo plazo?
Yo espero que sí. Pero lo que realmente valoro de él, independientemente de los resultados electorales, es el testimonio que va a dejar para el futuro, para ese corrimiento en el eje del debate que tarde o temprano empuja a los políticos a cambiar su lenguaje. Ya que me mencionó el radicalismo, quiero subrayar que el fundador del Partido Radical, Leandro Alem, era un jeffersoniano, doctor en jurisprudencia, extraordinario liberal, que es de esperar que la UCR retome esa extraordinaria fuente que ha abandonado, primero a partir de Hipólito Yrigoyen, pero muy especialmente a partir de la declaración de Avellaneda del ‘45. Desde luego, los consensos son importantes, pero la faena educativa cultural de Javier Milei va a ser agradecida por todos los liberales genuinos.
¿Cree que es una posibilidad real, de cara a las PASO, que surja algún tipo de acuerdo formal y público entre Mauricio Macri y Milei?
Yo participé en tres Zooms con Macri y Milei. Fueron muy cordiales, muy agradables, a los efectos de tratar de buscar alguna alianza entre esos dos sectores. También confieso mi inmensa y profunda desilusión con Mauricio Macri, a raíz de un programa televisivo con Joaquín Morales Solá, donde dijo textualmente que si Perón viviera se afiliaría a Juntos por el Cambio. Eso es no tener la menor idea qué es lo que significa el populismo. Entonces yo dije, con tristeza y dolor, que me parece que no va a haber más remedio que decir que Mauricio Macri es para el fútbol. Creo de todas formas que Mauricio Macri es una persona honorable, bien intencionada. No está perdido, me parece, esta posibilidad [de una alianza]. Con Perón hay que tener muy en cuenta las corrupciones fenomenales del ministro [José Ber] Gelbard, de la “inflación cero”, que fue una cosa digna de Woody Allen, y las matanzas espantosas de su ministro, nada menos que de Bienestar Social, López Rega. De haber destruido la moneda, las instituciones, la Corte. En fin, espero que pueda establecerse la alianza, y salir de esta hecatombe que venimos sufriendo hace muchas, muchas décadas.
¿Puede ser una frase con fines más electorales, la de Macri sobre Perón? Recuerda al monumento que inauguró en la Ciudad de Buenos Aires. ¿Cuánta gobernabilidad puede haber marginando al peronismo?
Espero que no haya un problema de gobernabilidad y que la gente se de cuenta que el peronismo es la máxima expresión del populismo, que nos ha puesto en la situación en la que estamos. Sobre la inauguración de aquel monumento de Perón, digo que lo hizo junto a Hugo Moyano, y esto se lo recordé en uno de los Zooms a Mauricio Macri. Espero que haya rectificaciones de fondo, que no se siga insistiendo. Yo no creo que la administración Macri haya sido mala porque no había apoyo en las cámaras. En el Poder Ejecutivo se aumentaron los ministerios, se aumentó el gasto, se entregaron planes sociales a los piqueteros, se pretendió designar por decreto dos miembros de la Corte, para no decir nada del cepo, o de la inflación brutal que nos dejó, del endeudamiento. El tema no es buscar pretextos sino obtener resultados, y yo creo que hay algunas manifestaciones por lo menos de encaminarse en esa dirección, no solo de Mauricio Macri sino de otros referentes que espero se den cuenta que no hay tiempo. Macri no fue gradualismo, fue ir en otra dirección que es distinto.
¿Cómo evalúa la gestión de Sergio Massa hasta la fecha? El congelamiento del empleo público, por lo pronto, se ha cumplido.
No es serio tener todos estos tipos de cambio. La reducción del aparato burocrático: estamos lejos de hacer las cosas que hay que hacer, de eliminar ministerios, secretarías y direcciones a los efectos de lograr el objetivo de traspasar recursos al sector privado, a los efectos de que la asignación sea en las direcciones de las preferencias y la necesidad de la gente. Todo esto que ha ocurrido en la Argentina de las últimas largas décadas, curiosamente, paradójicamente, se ha hecho en nombre de los pobres y el resultado está a la vista. Se han multiplicado los pobres y la miseria, los que más sufren con estos embates, fiscales, monetarios, regulaciones laborales, las razones en el comercio exterior son los más vulnerables. Hay que recordar lo que fue la Argentina desde la Constitución Liberal de 1853 hasta el golpe fascista del 30. Los ingresos en términos reales eran superiores a Suiza, Alemania, Francia, Italia, España, la población se duplicaba cada diez años, teníamos exportaciones a la altura de Canadá e indicadores como Estados Unidos. Hay debates que nos debemos los liberales. En lugar de estar con los brazos cruzados esperando las próximas elecciones, tenemos que producir reformas de fondo a los efectos de limitar el poder estatal. Que no haya reelecciones, que los gobernantes y los legisladores, igual que en Estados Unidos, en Texas, en Nevada, para que se den cuenta en qué consiste el sector privado y para que no hagan un negocio de la política. Alguien puede decir, bueno, no me gusta esto que argumenta Bruno Leoni. Está bien, que proponga otras cosas, pero no nos quedemos contando anécdotas, mirando simplemente las sonrisas de los carteles en las campañas electorales. Tengamos cuidado antes que el mundo se convierta en un enorme gulag, porque esto no es una cosa menor.
La deuda del Banco Central, la deuda del Tesoro, la inflación, la dolarización… ¿qué desenlaces ve para la Argentina que viene en los próximos dos o tres años?
Tomas Jefferson, cuando era embajador en París y recibió la flamante constitución, dijo: “Me parece extraordinario este documento, si yo hubiera estado presente, hubiera hecho una sola enmienda y una agregada y es prohibir la deuda pública”. Porque compromete patrimonios de futuras generaciones que ni siquiera han participado en el proceso electoral que eligió el gobierno que contrajo la deuda. Esto es algo que lo hemos conversado con Javier Milei. La deuda pública nos lleva a que el gobierno deba estar embretado en el tema impositivo. La dolarización la vengo machacando desde mi primer libro Fundamento de Análisis Económico, que dicho sea de paso lleva un prólogo del Premio Nobel [Friedrich] Hayek, y del ex secretario del Tesoro de Estados Unidos William Simon. Es un problema gravísimo la existencia del Banco Central, porque aún teniendo los mejores economistas y la gente más proba en su directorio, está embretado en uno de tres caminos: ¿A qué tasa expandir, a qué tasa a contraer o dejar igual la masa monetaria? Pues cualquiera de los tres caminos está alterando los precios relativos, que es degradar los únicos indicadores que tienen el mercado para operar. Ergo, la liquidación del Banco Central. Que nos suena como una institución de toda la vida, pero es de antes de ayer, en el caso argentino, del 1935. Es una conjetura que una vez eliminado, la gente en una primera etapa elija al dólar, después de que las bancos y las instituciones financieras dejen de ser sucursales de la banca central como son hoy y sean independientes. Eventualmente se le va a ocurrir una cosa mejor. Una canasta de monedas, el patrón oro, plata, platino o lo que fuera, no nos podamos adelantar a esto, pero es la gente la que tiene que elegir los activos monetarios y no las llamada autoridad monetaria, como ha dicho otro Premio Nobel en economía, Milton Friedman: el dinero es un asunto demasiado serio para dejar en manos de banqueros centrales.
¿Cómo ve en ese sentido la gestión de Jerome Powell al frente de la Fed?
La última decisión de Powell evidencia que hay un peligro latente inflacionario en Estados Unidos. Además de lo que ya señalé en el caso de Trump, de haber aumentado el gasto, el déficit y la deuda, acá se ha insistido en esos tres rubros, pero además se ha producido e intensificado un proceso inflacionario, que, dado los guarismos, comparados con la Argentina son milimétricos. Para la historia de Estados Unidos es una luz colorada, es una advertencia.