Canciller alemán quiere acabar con el dominio chino del litio en Sudamérica

Muchas naciones desarrolladas están compitiendo arduamente por recursos cada vez más escasos

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Bloomberg — El canciller Olaf Scholz quiere ayudar a que Alemania se asegure suministros adicionales de litio que gigantes automovilísticos como Mercedes-Benz Group AG y Volkswagen AG necesitan para sus baterías de vehículos eléctricos. Para ello, emprendió un viaje por Sudamérica.

Después de Australia, Chile es el segundo mayor proveedor mundial de litio, y gran parte de su producción es absorbida actualmente por China. Scholz, que se reunió con el Presidente chileno Gabriel Boric el domingo en Santiago, quiere una mayor cuota para Alemania, según personas familiarizadas con los planes. El canciller se reunió también con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.

Parte de la estrategia de Alemania para que Chile se sume a la iniciativa es que una mayor parte del proceso de producción se realice a nivel local y ayudar a que la extracción y el procesamiento sean menos perjudiciales para el medio ambiente, dijeron las personas, que pidieron no ser identificadas porque las conversaciones son privadas.

“Hay Estados que piensan que todas las materias primas vienen de China, pero eso no es así. De hecho, muchas materias primas provienen, por ejemplo, de Argentina o Chile, y se envían desde allí a China, donde se procesan y luego se venden nuevamente”, dijo Scholz el domingo en Buenos Aires. “La pregunta es: ¿es posible no trasladar el procesamiento de estos materiales, que genera miles de puestos de trabajo en los países desde donde provienen estos materiales?”.

Transición verde

Importantes naciones desarrolladas como Alemania están compitiendo arduamente por recursos cada vez más escasos, y el acceso a metales y tierras raras es crucial para la transición hacia economías más limpias y más avanzadas desde el punto de vista tecnológico.

En la carrera mundial por muchos de los productos básicos, China se ha convertido en el proveedor o procesador dominante, lo que ha dado lugar a advertencias sobre que el Gobierno de Pekín está ejerciendo una influencia excesiva.

Esas advertencias resuenan especialmente en Alemania, que en las últimas décadas ha tenido una gran dependencia de las importaciones de combustibles fósiles de Rusia. Desde la invasión de Vladímir Putin a Ucrania, el Gobierno de Scholz se ha apresurado a diversificar los proveedores de los materiales que necesita para mantener su economía en funcionamiento.

En Buenos Aires, Alemania y Argentina firmaron el sábado un memorando de entendimiento que pretende asegurar el acceso de Berlín a los abundantes recursos de litio del país. Después de una reunión con el presidente argentino, Alberto Fernández, Scholz se pronunció en contra de una política “que solo sirve a los intereses de ese país que quiere procesar los productos básicos para sí mismo”.

Durante su visita del domingo a la capital chilena, Santiago, Scholz envió un mensaje similar. Alemania está lista para ingresar al negocio del litio con América Latina en un intento por independizarse de China.

El presidente chileno, Gabriel Boric, dijo que estaba decidido a reorganizar la industria del litio en su país y señaló en la conferencia de prensa que quiere crear una empresa nacional de litio a través de varios mecanismos de tratados y que Chile tiene el derecho y el deber de participar en esta industria.

Solo dos compañías producen litio en Chile: Albemarle Corp., con sede en Estados Unidos, y la empresa local SQM, en la que la china Tianqi Lithium Corp. tiene una participación de más del 20%. Ambas producen principalmente carbonato de litio, más del 90% del cual va a Asia.

SQM y Albemarle extraen grandes cantidades de salmuera desde debajo de un salar ubicado en el desierto chileno, en la zona norte del país, y la almacenan en enormes estanques de evaporación durante un año o más. El concentrado resultante se convierte en hidróxido y carbonato de litio en plantas cercanas y se envía a fabricantes de baterías en China y Corea.

Tan simple como rentable, el proceso utiliza mucha menos agua dulce, productos químicos y energía que la minería de roca dura. Pero la técnica de evaporación solar significa que se extraen miles de millones de litros de salmuera y luego se vaporizan en uno de los lugares más áridos de la Tierra, lo que según algunos es una amenaza para la vida silvestre, como los flamencos rosados que habitan en este paisaje similar al de Marte.

Hay una iniciativa para pasar a un proceso de minería más selectivo o directo que significaría mucha menos evaporación, y probablemente menos producción y ganancias. Tanto SQM como Albemarle están investigando dichas técnicas, que en general han sido muy poco probadas en términos comerciales.

Si bien Chile y Australia dan cuenta de la mayor parte de la extracción mundial de litio, China tiene más de la mitad de toda la capacidad de refinación para convertirlo en productos químicos especializados para baterías.

Existe una creciente preocupación por el dominio chino de la capacidad de refinación y elaboración del material, ya que la dependencia de China ahora se considera una vulnerabilidad en medio de las tensiones comerciales y políticas que están impulsando un replanteamiento de las líneas de suministro global.

China es el lugar menos costoso para procesar litio debido a los menores costos de construcción y una gran base de ingeniería química procesada a la que recurrir. En Australia y EE.UU., el costo de construir capacidad de refinación es el doble, mientras que Sudamérica está en un punto intermedio. Tanto SQM como Albemarle tienen activos de procesamiento en China.

El año pasado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, previó que productos básicos como el litio y las tierras raras pronto serán más importantes que el petróleo y el gas.

Von der Leyen citó un pronóstico de que, solo en la UE, la demanda de tierras raras (que se utilizan en productos que van desde motores eléctricos hasta turbinas eólicas y dispositivos electrónicos portátiles) se quintuplicará para 2030.

Con la asistencia de Michael Nienaber.

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