El dólar terminará con los que pretenden sacarlo del trono

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Bloomberg Opinión — Un par de acontecimientos geopolíticos recientes han suscitado la vieja pregunta de si está en peligro la hegemonía del dólar como moneda de reserva mundial. No lo está. En absoluto. En todo caso, los acontecimientos sólo sirven para subrayar por qué el rey dólar ocupa el trono.

El desafiante más reciente es una supuesta moneda común sudamericana, con el nombre provisional de sur. Es una idea que se lleva barajando desde los años ochenta, pero mi colega Eduardo Porter cree que es peligrosa o irrelevante. Si alguna vez se hace realidad, se utilizaría para facilitar el comercio entre Brasil y Argentina (aunque conservarían sus respectivas monedas). Otros países sudamericanos podrían verse tentados a unirse si consiguiera suavizar los baches de unas monedas locales ilíquidas y volátiles. Pero ya hay algo que lo hace: se llama dólar estadounidense.

El dólar sigue siendo la moneda mundial, con la mitad de los US$2 billones en billetes en circulación fuera de Estados Unidos. En muchos países, su uso cotidiano al por menor sustituye a la moneda local. Alrededor del 40% de la deuda mundial se emite en dólares. Estados Unidos goza de un privilegio exorbitante. Su enorme déficit por cuenta corriente es mucho menos problemático, ya que las importaciones que absorbe su voraz sector de consumo se compran a menudo en dólares. También confiere un enorme control, como puede atestiguar cualquier institución o individuo que se encuentre en el lado equivocado del largo brazo del Tesoro estadounidense.

Pero también significa que Estados Unidos es el prestamista mundial de último recurso. Casi el 60% de las reservas mundiales de divisas están en dólares, y el euro ocupa el segundo lugar con un 20%. Cerca del 90% de todas las operaciones de divisas se realizan con dólares. La respuesta mundial de estímulo a la pandemia se sustentó en vastos swaps de divisas entre la Reserva Federal y bancos centrales amigos.

Aunque su fortaleza ponderada por el comercio ha disminuido recientemente, no es casualidad que el billete verde se haya fortalecido durante la mayor parte del periodo transcurrido desde la crisis financiera mundial. El reciente desplome de las criptodivisas subraya lo difícil que es enfrentarse al campeón reinante. La economía estadounidense, junto con sus bonos y acciones, se ha convertido en el refugio preferido de los inversores mundiales tanto en tiempos económicos malos como buenos, un fenómeno conocido como la sonrisa del dólar.

La mayor amenaza para el billete verde es la posibilidad de que China y Arabia Saudita comercien con hidrocarburos en divisas distintas del dólar. Arabia Saudita ha sustituido a Rusia como principal fuente de crudo para Pekín, suministrando el 15% de los 350 millones de barriles que China compró sólo en diciembre.

El trueque puede funcionar para el comercio chino con Rusia, e incluso con Irán. Pero es poco probable que a Arabia Saudita le sirvan de mucho los productos chinos o el yuan por el valor anual equivalente de US$50.000 millones de crudo que exporta a la segunda economía mundial. La facturación en euros puede resolver parte de la ecuación, pero también tiene sus límites. Los bonos del Tesoro estadounidense no sólo rinden más que los bonos soberanos chinos o europeos, sino que además son probablemente los títulos más líquidos del planeta.

El dominio de la divisa estadounidense se vería socavado si surgiera una petrodivisa rival. Pero hay muy buenas razones por las que la inmensa mayoría del comercio mundial de hidrocarburos se denomina en dólares, y así seguirá siendo. La Organización de Países Exportadores de Petróleo, ahora con Rusia parcialmente en el redil, es incapaz de controlar ni el precio ni la oferta de crudo. No tiene la capacidad de establecer una moneda rival.

Las ventajas obvias para el dólar son la familiaridad y la escala. El tamaño importa: Alrededor del 40% del comercio mundial se factura en dólares, cuatro veces más que la cuota de Estados Unidos en el comercio mundial. El billete verde representa el 42% del volumen de transacciones interbancarias de la red SWIFT. La cuota del yuan es del 2%. El euro representa un impresionante 36%, pero se trata sobre todo de operaciones dentro de la zona euro entre los 20 miembros de la moneda común. La cuota del euro en el comercio mundial es de un modesto 16%. Sencillamente, no existen alternativas al dólar fuera de las respectivas zonas de influencia nacionales.

La necesidad interna de controlar la propia moneda pesa mucho más que los encantos de formar parte de una red supranacional, como demuestran las dudas que aún se ciernen sobre la idoneidad del euro dadas las diferencias económicas entre sus países miembros. A menos que las grandes potencias asiáticas (India, China, Japón y Corea) decidan crear una nueva moneda, el dólar seguirá siendo la moneda mundial de primer recurso.

Esta nota no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial o de Bloomberg LP y sus propietarios.