La propuesta de una moneda común entre Brasil y Argentina para intercambios comerciales y financieros, defendida en una visita del presidente Luiz Inácio Lula da Silva a Argentina el lunes (23), es vista con escepticismo y desconfianza por economistas y expertos en comercio exterior en Brasil consultados por Bloomberg Línea.
El principal problema señalado por los especialistas es la dificultad para que la moneda sudamericana, inicialmente llamada “sur”, gane la credibilidad suficiente para ser aceptada entre las empresas e instituciones que realizan transacciones entre Brasil y Argentina.
José Augusto de Castro, presidente de la Asociación Brasileña de Comercio Exterior (AEB), afirmó que la nueva moneda no tendrá efectos prácticos en el comercio entre los dos países, ya que tiende a ser resistida por las empresas exportadoras e importadoras de la región.
Recuerda que los países del Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) han adoptado desde hace años el Sistema de Pagos en Moneda Local (SPML), que permite que las transacciones de comercio exterior se realicen en la moneda de cada país. Sin embargo, este mecanismo se utiliza poco en Brasil.
Según datos del Banco Central Brasileño, Brasil exportó 3.950 millones de reales a Argentina utilizando el sistema de moneda local e importó 291.000 reales. Estas cifras son bajas en relación con las exportaciones e importaciones totales del país en el mismo período: US$11.980 millones (62.000 millones de reales en valores corrientes) y US$11.940 millones (61.890 millones de reales).
Castro afirma que la mayor dificultad actual en el comercio entre los dos países es la falta de financiación para los importadores argentinos que compran a Brasil. La falta de acceso a los dólares y las restricciones impuestas por el gobierno son un obstáculo para la compra de productos brasileños.
Debido a las restricciones, la AEB estima que las exportaciones de Brasil a Argentina deberán totalizar entre 13.000 y 14.000 millones de dólares, una caída en relación con los US$15.300 millones del año pasado. En opinión del especialista, la moneda común difícilmente resolvería este problema.
“No veo la moneda común como solución a la falta de financiación. Una cosa es pensar en una teoría. Otra cosa es quién lo va a ver en la práctica. Y quienes lo verán en la práctica son los exportadores brasileños y los importadores de Argentina. Puede que no les interese. Si así se soluciona el problema, perfecto. Pero creo que necesitamos una solución a corto plazo”, afirma.
Según informaciones de Bloomberg News, Brasil también pretende adoptar mecanismos para financiar a los importadores argentinos que compren productos brasileños, como forma de estimular las exportaciones. La financiación correría a cargo de bancos públicos y privados, y estaría cubierta por un programa de garantías de los gobiernos brasileño y argentino.
Si la propuesta de moneda común sale adelante, la industria del automóvil tiende a ser una de las más afectadas por la medida. Alrededor del 20% de las exportaciones brasileñas a Argentina son vehículos de pasajeros, camiones y piezas y accesorios.
En una nota a Bloomberg Línea, Anfavea, la asociación que representa a los fabricantes de automóviles en Brasil, dijo que apoya el fortalecimiento del Mercosur, pero aún no tiene una posición definida sobre la moneda de comercio común.
Medida no respaldada
El economista Fabio Giambiagi, investigador asociado de FGV/Ibre, tampoco ve efectos prácticos en la medida y afirma que no hay apoyo en la opinión pública para la creación de una moneda común en este momento.
“La idea es vergonzosamente frágil. En la actualidad, no hay estrictamente nada que lo respalde. No hay estudios técnicos, no hay una reflexión consolidada, no hay expertos implicados en el asunto, no hay apoyo de la opinión pública, no es un tema que figure en la agenda parlamentaria. Es una iniciativa meramente retórica sin ningún elemento concreto, al menos por el momento”, afirma.
Livio Ribeiro, economista especializado en economía internacional, afirma que una moneda de referencia sólo tendría sentido para las empresas que comercian si tuviera propiedades fiduciarias, es decir, si funcionara como unidad de compra y reserva y fuera ampliamente aceptada en la economía, lo que no ocurre con la propuesta de moneda sudamericana.
“Para que esto ocurra, esta moneda tiene que tener cierto nivel de lastre institucional, como mínimo. Porque si no, simplemente habrás creado un instrumento que nadie querrá tener”, afirma Ribeiro, socio de la consultora BRCG e investigador asociado de FGV/Ibre.
El economista evalúa que la nueva moneda tendería a crear un paso extra en las transacciones comerciales, en la conversión entre peso y real. Posiblemente, la transacción se convertiría a la nueva moneda y luego a dólares, para convertirse posteriormente a pesos o reales.
Sostiene que si el objetivo es reducir el uso del dólar en las transacciones comerciales, lo mejor sería utilizar el real en las transacciones, ya que la moneda brasileña es relativamente la más sólida de la región.
“Si es una moneda sólo para flujos comerciales y financieros, no es moneda fiduciaria. Es un precio de referencia. Si el objetivo es crear una referencia para escapar del dólar, ya está creada. Pasa de verdad”, dice.
Sin embargo, el economista reconoce las dificultades políticas para que otros países, entre ellos Argentina, acepten intercambios utilizando el real, lo que, en la práctica, hace inviable la idea.
Mensaje político
Para Lia Valls, coordinadora de estudios de comercio exterior de FGV/Ibre y profesora de la UERJ, la creación de una moneda común es una forma de que Argentina sortee el problema de la restricción del dólar, pero la medida sería difícil de aplicar.
“El problema es crear un entorno de credibilidad para que la moneda sea aceptada, algo que de momento es difícil de tener. Como se sabe que Argentina tiene fuertes restricciones cambiarias, la cosa se complica. Las empresas tienen miedo. ¿Les honrará? ¿Cómo será? Además, la moneda tiene que tener un lastre. ¿El lastre será físico? ¿Estará respaldado por petróleo? No sé si los países lo querrán”, afirma.
El investigador ve el anuncio de la moneda como una señal política más de los gobiernos de Alberto Fernández y Luiz Inácio Lula da Silva de que comenzarán a dar más importancia a la integración regional de los países latinoamericanos, algo que estaba en segundo plano en el gobierno del expresidente Jair Bolsonaro.
“La señal política está más que dada. Tenemos que idear acciones concretas para ver cómo hacerlo viable. Debemos recordar siempre que el Estado puede proporcionar las herramientas y un marco institucional favorable, pero es el sector privado el que hace el negocio”, afirma el investigador.