Lula estira la cuerda en relación con Banco Central de Brasil e inquieta a operadores

Preocupación por trayectoria de la política fiscal y su impacto en la inflación es una de las principales razones por las que los inversores evitan activos locales

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Bloomberg — No ha sido nada fácil aislar al banco central brasileño de las intromisiones de la política. Hicieron falta decenios de esfuerzos de convencer y ejercer presión desde la industria financiera para que se convirtiera finalmente en una ley en 2021.

Por eso, cuando la semana pasada el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, tras apenas 3 semanas de mandato, puso en duda la importancia de un banco central independiente durante una entrevista concedida a la televisión local, los mercados no lo tomaron bien.

Las tasas de swaps saltaron y el real se desplomó a raíz de los comentarios. La intervención de los ministros de su administración consiguió contener la baja más tarde, pero provocó en muchos inversores una inquietud cada vez mayor ante un gobierno que consideran muy poco comparable al que Lula presidió durante un período de auge económico en años anteriores.

En su equipo económico, Lula se ha rodeado de leales de izquierdas, ha criticado las normas fiscales y lanzó un ataque poco disimulado, contra la independencia del BCB, tomando una posición que genera desconfianza sobre el compromiso gubernamental de contener el alza de los precios de consumo de Brasil, con una larga historia de terribles episodios inflacionarios.

Las declaraciones de Lula y de sus colaboradores en los días previos obedecen en gran medida a la irritación, dicen inversionistas, por el enfrentamiento creciente entre su política fiscal, encaminada a dinamizar la maltrecha economía, y la del banco central, de elevadas tasas de interés, orientada a devolver a la inflación a su objetivo.

Las repercusiones en los mercados financieros no tardaron en llegar. Tras el triunfo de Lula da Silva el pasado 30 de octubre, la moneda brasileña ha experimentado un deterioro con respecto a sus homólogas de otros países emergentes. Durante el mismo periodo, el índice MSCI Brasil ha perdido un 2%, en comparación con el aumento del 23% de su indicador referencial para los mercados emergentes.

“El tamaño y la velocidad de los cambios en el marco económico de Brasil nos han sorprendido”, dijo Gustavo Pessoa, socio fundador de la gestora de fondos de cobertura Legacy Capital en São Paulo. “La autonomía formal del banco central es un sólido legado dejado por la anterior administración y probablemente prevalecerá, pero ha sido puesta a prueba y atacada a diario”.

Los inversionistas se han mostrado cada vez más cautelosos ante las posibles fallas en la relación con la autoridad monetaria, incluso antes de los comentarios de Lula en televisión. Su ministro de Hacienda, Fernando Haddad, había insinuado las tensiones, subrayando cómo la política monetaria puede perjudicar los ingresos del gobierno, la base de sus planes para reducir la brecha fiscal, y señalando su malestar con las advertencias del banco central de que el gasto público adicional alimentaría la inflación.

El aumento de los precios al consumidor de Brasil fue el más moderado entre las economías emergentes el año pasado, pero los economistas han advertido de que cambios estructurales como el impulso del crédito subvencionado o la reversión de la reforma laboral, ambos pregonados por algunos miembros del gobierno de Lula, pueden cambiar la situación.

El propio jefe del banco central, Roberto Campos Neto, ha abordado en varias ocasiones estas preocupaciones, afirmando que tales medidas podrían “reducir el poder” de la política monetaria y reforzando que los responsables políticos “no dudarán” en subir las tasas de interés si es necesario.

La preocupación por la trayectoria de la política fiscal y su impacto en la inflación ha sido una de las principales razones por las que los inversionistas han estado evitando los activos locales. Vista Capital había señalado un ataque a la autonomía del banco central como un “riesgo relevante” subestimado por los mercados en una nota a fines del año pasado, pero el tema se hizo omnipresente tras la entrevista, y los gestores de dinero esperan ahora que la administración fuerce un cambio en los objetivos de inflación de Brasil.

Se espera que el gobierno establezca la meta de 2026 en junio y podría revisar el objetivo actual del 3% para 2024 y 2025.

“La decisión de Lula de declarar públicamente dos veces que la meta de inflación debería ser más alta no pasó desapercibida, y puede reforzar aún más el aumento de las expectativas de inflación a largo plazo”, escribió en una nota Cassiana Fernández, economista de JPMorgan & Chase Co (JPM).

Los analistas encuestados han elevado las estimaciones de inflación para 2023 seis semanas seguidas, y también prevén que los precios al consumidor aumenten por encima del objetivo hasta 2025.

Qué dice Bloomberg Economics

No tenemos motivos para creer que Lula intentará influir indebidamente en la política monetaria. Que esa percepción perdure depende de tres piezas que faltan en el rompecabezas. En primer lugar, si Lula y Haddad aplicarán una regla fiscal buena y creíble. En segundo lugar, si el Gobierno proporcionará financiación barata para que los bancos estatales concedan préstamos subvencionados. Por último, si Lula impulsará un objetivo de inflación más alto para los próximos años. Estos temas son mucho más importantes que cualquier desatino público de Lula o Haddad y el banco central”. Adriana Dupita, economista para Brasil

Con la asistencia de Martha Viotti Beck y Simone Preissler Iglesias.

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