Bogotá — Se estima que un 22,5% de la población de Latinoamérica y el Caribe no puede financiar una dieta saludable, compuesta por una selección equilibrada y diversa de alimentos provenientes de varios grupos, lo que pone más presión a estos países en sus indicadores nutricionales en un entorno marcado por alta inflación, especialmente en ese ramo.
Las barreras para acceder a una dieta saludable responden a distintos factores que van desde el nivel de ingresos de estos países, hasta la incidencia de la pobreza y el nivel de desigualdad, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El informe indica que “no hay ninguna otra región del mundo en la que una dieta saludable sea tan costosa como en América Latina y el Caribe (US$3,89 por persona y día)”.
En el mundo, le siguen Asia (US$3,72), África (US$3,46), Norteamérica y Europa (US$319) y Oceanía (US$3,07).
En el mal desempeño de Latinoamérica influyen principalmente los altos costos de llevar una alimentación saludable en el Caribe (US$4,23).
Por su parte, en Sudamérica el valor promedio es de US$3,61 y en Mesoamérica de US$3,47, de acuerdo al reporte de FAO.
El reporte indica que “históricamente los países caribeños han dependido de importaciones de alimentos, principalmente de Estados Unidos”, siendo más evidente esta situación en mercados como Antigua y Barbuda, Granada y Jamaica, puesto que son considerados importadores netos de energía y productos agroalimentarios.
La FAO explica que si bien la composición de una dieta saludable puede variar, sí existe un consenso en que es una selección equilibrada y diversa de alimentos provenientes de varios grupos, que logre satisfacer las necesidades de macronutrientes y de micronutrientes esenciales, así como de vitaminas y minerales.
En la otra cara, según lo define ese organismo de la ONU, “las dietas poco saludables son aquellas que tienen un bajo contenido en una variedad de nutrientes esenciales y, a menudo, un alto contenido en grasas (especialmente grasas trans o saturadas), azúcares o sal”.
Ante el panorama actual, la FAO insta a que los países adopten medidas para que se pueda reducir el costo de los alimentos nutritivos y se mejore el acceso a las dietas saludables.
Considera que esto es un paso esencial para erradicar el hambre, mejorar la seguridad alimentaria y reducir la malnutrición en la región.
De hecho, advierte que de no hacerlo los países podrían estancarse en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El Banco Mundial (BM) prevé que el PIB de América Latina crezca un débil 1,3% en 2023, por debajo de la última proyección que había hecho el organismo en octubre, cuando estimaba un crecimiento de 1,6%.
“Esta desaceleración refleja tanto los esfuerzos de las autoridades monetarias por controlar la inflación como los efectos secundarios de un panorama mundial poco auspicioso”, dijo el organismo.
Según los balances preliminares de la Cepal, divulgados en diciembre, la inflación de Latinoamérica y el Caribe pudo cerrar en 6,4% en 2022 y en 2023 bajaría a un 4%.
“Las crecientes presiones inflacionarias dieron a paso a uno de los episodios más sincrónicos de las tasas de política monetaria en el mundo. Es el mayor número simultáneo de alzas de tasas de política monetaria por lo menos desde los años 70″, manifestó en su momento el secretario ejecutivo de la Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs.
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