La alarmante caída de las importaciones que frenaría la actividad de Argentina en 2023

El Indec reveló ayer que en diciembre, las importaciones totalizaron US$5.017 millones, 19,3% menos que en el mismo mes del año anterior

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Buenos Aires — El anuncio de recompra de deuda por US$1.000 millones volvió a poner sobre la mesa un interrogante que desde hace tiempo se hace el mercado: ante la sequía y el menor ingreso de divisas este año, ¿cuál será la variable de ajuste? Dado que el Gobierno se resiste a convalidar un salto abrupto del tipo de cambio, todas las miradas apuntan a las importaciones, que cayeron en diciembre por sexto mes consecutivo.

Desde el equipo económico del gobierno aclaran que los dólares no saldrán de las reservas netas del BCRA ya que serían propios del Tesoro, por lo que se presume que serían remanentes de DEGs del FMI. Otra explicación que dejan entrever es que esos US$1.000 se compensarían con el monto que este año el país ahorraría en la importación de energía, gracias a la construcción del Gasoducto Néstor Kirchner.

Independientemente de ello, la utilización de esos US$1.000 millones generó ruido por el hecho de que esos dólares no se utilicen para flexibilizar el cepo cambiario. Ocurre que en numerosas oportunidades funcionarios del gobierno nacional han subrayado que la prioridad para los pocos dólares que hay sería para favorecer la producción. Pero las restricciones para la importación son cada vez más fuertes, y podrían frenar la actividad económica en 2023.

Por lo pronto, los analistas que consulta mensualmente el BCRA ven una variación positiva del 0,5% para el PBI este año, mientras que el Gobierno apunta a un 2%. En cualquier caso, se produciría una fuerte desaceleración frente al crecimiento de aproximadamente 5% en 2022.

Críticas por faltantes y variable de ajuste

Dentro del sector la noticia no fue bien recibida precisamente por ese motivo. Apuntan que los faltantes de insumos afectan especialmente a las pymes y las empresas que necesitan de la importación para subsistir y que esos US$1.000 millones deberían haberse destinado a atenuar la situación que atraviesan.

El senador nacional de la UCR Pablo Daniel Blanco también apuntó contra la decisión. “Estos dólares escasos son los mismos a los que los sectores productivos ya no pueden acceder y son obligados a importar sus insumos con dólares CCL”, señaló.

Alejandro Giacoia, economista de Econviews, también había indicado a Bloomberg Línea que “con expectativas de poca entrada de dólares (por el impacto de la sequía en el ingreso de dólares de la cosecha) habrá que ver si eligen darle prioridad a comprar bonos para contener la brecha o a los importadores para producir y mantener el nivel de actividad”. Y al respecto, recordó: “En el discurso el gobierno siempre fue por la segunda opción, pero eso no significa nada”.

Efecto SIRA en las importaciones

El Indec reveló ayer que durante diciembre de 2022, las importaciones totalizaron US$5.017 millones, un 19,3% menos que en el mismo mes del año anterior. Es, además, del registro más bajo desde abril de 2021. Las cantidades se redujeron 21,8% y los precios crecieron 3,3%.

No se trata de un caso aislado. Ya en octubre y noviembre se había visto una marcada desaceleración de las importaciones, cayendo desde los más de US$7.000 millones mensuales de agosto y septiembre hasta los US$6.079 millones, primero, y US$5.762 millones, después.

En el acumulado del año, no obstante, las importaciones demandaron unos US$81.523 millones, un 29% más que los US$63.184 millones de 2021. El motivo de este incremento puede encontrarse en que hasta agosto, cada mes las importaciones mostraban subas interanuales de entre 36% y 45%.

A través de un reciente informe, desde Ecolatina recordaron que durante el primer semestre de 2022 el crecimiento interanual de las importaciones de bienes prácticamente duplicó al de las exportaciones. Más allá del efecto precio, dijeron, “fue la divergencia en cuanto a las cantidades lo que diferenció el desempeño de las compras y ventas con el exterior”. Y en ese sentido, agregaron que “mientras el volumen de exportación creció menos de un 3% i.a. en la primera mitad del año, las cantidades importadas se incrementaron casi un 20% i.a”.

El fuerte incremento durante esos meses se explicó, en buena medida, por el peso de las importaciones energéticas, que según recordó Ecolatina, casi se triplicaron durante la primera parte del año. No obstante, añadieron: “Incluso si excluimos las compras de energía y combustible el crecimiento de las importaciones no energéticas en el acumulado hasta junio (+32% i.a.) fue superior al de las exportaciones (+26% i.a.)”.

En ese contexto fue que desde el equipo económico lanzaron diversas medidas para intentar contener esta sangría de divisas, que ponía en jaque el cumplimiento de la meta de reservas. Entre ellas, una regulación del Banco Central destinada postergar los pagos a las importaciones, a fines de junio, y el reemplazo del sistema SIMI por el actual SIRA, en octubre.

Expectativa 2023

De cara a este año, desde Ecolatina anticipan que el frente externo presentará mayores dificultades, especialmente durante el verano. Por un lado, indicaron, las perspectivas de la economía mundial para 2023 no son auspiciosas, ya que se pronostica una desaceleración en el crecimiento y una moderación respecto a este año en los precios de los commodities. Pero, además, marcaron que “el escenario local tampoco viene acompañado de buenas noticias”.

Para la consultora, a diferencia de los últimos dos años, los precios internacionales no compensarán los menores volúmenes esperados para la cosecha producto de la sequía. En ese sentido, también recordaron que el “dólar soja 2.0″ dejaría menos producto para vender en 2023 y generaría incentivos a retener hacia adelante ante la expectativa de que se repitan los beneficios concedidos.

Los analistas de Ecolatina también anticipan que “la brecha persistirá en niveles incompatibles con un escenario de estabilidad económica y el nivel de tipo de cambio real no jugará a favor”. Y por último, apuntan que el financiamiento neto del FMI será negativo cuando desde 2018 viene siendo positivo.

Por todo ello es que concluyen que ante la necesidad de acumular reservas para evitar una devaluación brusca y cumplir con lo acordado con el FMI, “estimamos que el grado de restricciones a las importaciones continuará siendo elevado en 2023, e incluso podría endurecerse en caso de ser necesario”.