¿Argentina vuelve a acudir al ancla cambiaria para intentar frenar la inflación?

Durante la gestión de Alberto Fernández, el tipo de cambio oficial avanzó 196%, muy por debajo del 314% de inflación acumulada desde diciembre de 2019

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Buenos Aires — El Gobierno argentino parece haber decidido apelar, una vez más, al ancla cambiaria en este año electoral. Luego de que el tipo de cambio oficial corriera por encima de la inflación en diciembre por cuarto mes consecutivo, el equipo económico tomó la decisión de ralentizar el ritmo de crawling peg durante los primeros días de 2023.

De esta manera, parecería estar retomando una estrategia que ya utilizó durante prácticamente todo 2021 y buena parte de 2022. Una maniobra que, a la luz de los resultados, parece tener cada vez menor efecto.

Esa dinámica quedó reflejada en un gráfico que publicó Andrés Reschini, de F2 Soluciones Financieras, en su redes sociales el jueves pasado. Allí puede verse cómo, después de dejar correr al dólar mayorista por encima de la inflación durante los primeros meses de su mandato, el gobierno de Alberto Fernández pisó el freno en septiembre de 2020 y mantuvo un ritmo de devaluación muy por debajo de la suba de precios hasta agosto de 2022. En ese período, el dólar mayorista trepó 96,9% y la inflación acumulada superó el 170%.

Según detalló Reschini, desde que comenzó la gestión del Frente de Todos el tipo de cambio oficial acumula un avance de 196%, muy por debajo del 314% de inflación acumulada entre diciembre de 2019 y el mismo mes de 2022. Eso implica, agregó, que “para cerrar el gap, diciembre (de 2022) tendría que haber terminado con un tipo de cambio de $248″.

Atraso cambiario

Ese retraso del ritmo de devaluación se ve reflejado en el Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM) que publica el Banco Central. Si bien hubo una corrección en el margen durante los últimos dos meses del 2022, desde que asumió Alberto Fernández acumula una apreciación del 22,8%.

Esta apreciación exacerba los riesgos que impone la brecha cambiaria en la balanza comercial. Esa diferencia incentiva que se adelanten importaciones y desincentiva la liquidación de divisas por parte de los exportadores.

Federico Furiase, director de Anker Latinoamérica, marca que de momento la desaceleración del ritmo de crawling peg del tipo de cambio oficial va en línea con la desaceleración de la inflación. “La desaceleración de noviembre y diciembre respecto de los meses anteriores le dio margen para desacelerar el crawling sin retrasar el tipo de cambio real y tratar de bajar una baja en la nominalidad”, dijo.

Es que según consideró el economista, el BCRA no tiene margen para atrasar el tipo de cambio real como en otros años electorales por el deterioro en su hoja de balance y por los altos niveles de brecha cambiaria. Ocurre, añadió, que “el BCRA se encuentra ante un dilema: para recomponer reservas y estabilizar la macro no puede atrasar el tipo de cambio real, pero para bajar la inflación y acercarla al objetivo del 4% tiene que ir desacelerando el crawling”.

“Por eso creo que va a desacelerar el crawling siempre y cuando la inflación acompañe. Tal vez después, más cerca de las elecciones, sí empiecen a usar el tipo de cambio como ancla pero por ahora veo que va a ir llevándolo con la inflación”, cerró.

Apelar, una vez más al ancla cambiaria, implicaría volver a retrasar el tipo de cambio en un año en el que el BCRA debería sumar al menos unos US$4.000 millones a sus reservas internacionales netas (RIN) para cumplir con la meta de acumulación acordada con el FMI.

Aun así, Diego Martínez Burzaco, head de reserch en Inviu, cree que la Argentina se encamina a un escenario en el que el deslizamiento del tipo de cambio oficial irá por debajo de la inflación. “Creo que vamos a un escenario en el que, si la inflación desacelera en estos meses desde niveles del 7% al 4,5% o 5%, el deslizamiento del tipo de cambio oficial irá por debajo. Pasaríamos de una devaluación mensual de la zona del 5,5% o 6% a cifras más cercanas al 4%. Sería un ancla nominal para tratar de frenar expectativas de inflación a costa de todos los costos económicos que eso trae”, proyectó.

De todas formas, agregó el economista, desde Inviu consideran que es “poco probable que a partir de marzo la inflación desacelere” dada la emisión monetaria que se realizó en diciembre.

¿Sin anclas para la inflación?

Más allá de esta estrategia y del deseo del ministro de Economía, Sergio Massa, de que el dato de inflación de abril empiece con el número tres, entre los analistas del mercado reina el escepticismo en lo que refiere a bajar la inflación.

Prueba de ello quedó reflejado en el hecho de que los economistas consultados en el último Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del BCRA proyectaron para el corriente año una inflación de 98,4%, muy por encima del 60% que proyectó el Gobierno al elaborar el proyecto de Ley de Presupuesto 2023.

A esa disparidad de expectativas se refirieron también los analistas de Portfolio Personal Inversiones (PPI), en un informe publicado el viernes. “El equipo económico espera que la inflación oscile alrededor de 60% en 2023, dejando entrever que hay una gran divergencia con lo que prevé el REM. Este guarismo implica un recorte de casi 35 puntos respecto a 2022, sin un plan de estabilización por delante que justifique tamaña desaceleración”, señalaron.

Al respecto, advirtieron: “La pregunta del millón es cómo hará Massa para estacionar la inflación en este umbral. Parecen más expresiones de deseo que algo que pueda suceder en la realidad”.

Es que más allá del ancla cambiaria, el Gobierno parecería haber agotado también la carta de la tasa de política monetaria. Estacionada en 75% de TNA desde mediados de septiembre, lo que implica una tasa efectiva anual de 107,35%, dentro el equipo económico vienen deslizando en las últimas semanas más intenciones hacia una baja de tasas que a un endurecimiento.