Para Dante Sica, una moneda única con Brasil por la inflación es “recurrir a la magia”

El ex ministro cree que “hoy ya no alcanza con déficit cero” y descartó que un eventual nuevo gobierno de Juntos por el Cambio tome medidas compulsivas respecto de la deuda del Tesoro

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Buenos Aires — Para Dante Sica ya no hay lugar para soluciones parciales en Argentina. El ex ministro de Producción del gobierno de Mauricio Macri cree, en cambio, que la economía argentina “está muchísimo más deteriorada que en 2015″ y que por eso el Gobierno que asuma en diciembre de 2023 no tendrá margen para aplicar medidas graduales, sino que deberá presentar un programa integral de shock desde el momento cero, que permita reconstruir la confianza para poder empezar a bajar la inflación. Y en ese sentido, equiparó la idea de una moneda única con Brasil para frenar la inercia inflacionaria a “recurrir a la magia”.

En una entrevista con Bloomberg Línea, Sica se refirió a los principales desafíos que enfrenta hoy la economía argentina. En ella, el economista que encabeza la consultora Abeceb e integra el equipo que acompaña a Patricia Bullrich también señaló cuáles deberían ser, a su juicio, los ejes centrales del plan económico de un eventual nuevo gobierno de Juntos por el Cambio. En ese sentido, señaló que “hoy ya no nos alcanza con déficit cero”, y subrayó que “no va a haber ningún tipo de medidas compulsivasrespecto de la deuda en pesos del Tesoro.

La siguiente conversación fue editada por motivos de extensión y claridad

El último mensaje en tu cuenta de Twitter es de diciembre de 2019, el día previo a dejar el Ministerio de Producción. ¿En qué estado estaba la economía argentina entonces y cómo está hoy?

En términos globales, claramente tenemos una Argentina mucho peor que en diciembre de 2019. La pandemia, aunque también la forma en la cual el Gobierno la encaró y las políticas económicas aplicadas generaron un deterioro mucho más fuerte. La Argentina entró en un régimen de deterioro de su situación macro mucho más profunda, que tiene indicadores sociales muy deteriorados y un aumento de la pobreza. También es cierto que, en esa condición estructural peor, recuperaste niveles de actividad similares a los que tenías previo a la pandemia.

Se volvió al punto de partida.

Pero da la sensación, después de la recesión de 2018-2019 y la caída del 2020, que ese rebote ya pasó. Ahora, y se va a notar este año, la Argentina está volviendo al crecimiento tendencial que tenía antes de la pandemia, un crecimiento muy bajo, una economía que no crece lo suficiente para mejorar el PBI per cápita y sigue estando en el proceso de estancamiento secular que tiene hace más de 15 años.

¿En qué notas ese deterioro?

El desempleo es un poco menor pero el deterioro de la calidad del empleo es mucho mayor. El empleo privado formal creció el año pasado 4%, el público creció 5% y los monotributistas crecieron 17%. Es decir, hay un deterioro en la calidad. La Argentina no explotó, pero implosionó. Y todos los días las condiciones generales de productividad son un poco peores. Dentro de esa configuración hay ecosistemas productivos que no están aprovechando todo el potencial que tendrían con una macro buena, pero a pesar de una macro deteriorada y de malas señales siguen teniendo empuje.

¿Cómo cuáles?

El sector del agro, los servicios basados en conocimiento, o algunos sectores específicos de la energía. Convivimos con esas realidades: una macro peor y a lo mejor ecosistemas dinámicos que todavía pueden, desde la micro, vencer a la macro.

No es la primera vez que usas la palabra implosionar. ¿Qué sectores tienen hoy más urgencias?

Esa implosión, esa pérdida de productividad, es general. Se nota incluso en los ecosistemas dinámicos que podrían estar aprovechando mucho mejor. Un ejemplo: la economía basada en conocimiento por la brecha, por las restricciones de importación y por el deterioro de la calidad de recursos humanos, en vez de ser un sector que se expande y aumenta el nivel de exportación, amesetó su crecimiento.

No están aprovechando el 100% de su potencial

Los unicornios que Argentina generó ya están todos radicados fuera del país. Y está pasando que los analistas, los programadores, quieren irse a trabajar afuera, a Uruguay, a Brasil, donde pueden cobrar en dólares sin problemas de la brecha. Y muchos que trabajan acá cobran afuera, están dejando las grandes empresas. El sector el año pasado creció 22% contra una economía que lo hizo en 5%, pero cuando miras la calidad de ese crecimiento podría haber sido mucho mayor.

Son dólares que no están ingresando por la vía formal, lo que hace que el BCRA no pueda sumar más reservas. ¿Cómo se resuelve eso?

Estabilizando la macro y unificando el tipo de cambio. La Argentina tiene que volver a tener un mercado único libre de cambios y un sistema de comercio exterior normalizado bajo normas de la OMC. Esta idea de cepo cambiario, brecha y administración de comercio es un sesgo totalmente anti-exportador.

En 2015 estaba muy presente la discusión de shock o gradualismo. En un eventual nuevo Gobierno de Juntos por el Cambio, ¿crees que el cepo podría volver a sacarse de un día para el otro?

Creo que ya no hay margen para gradualismo. El programa de crecimiento y estabilización tiene que ser anunciado desde el día cero. Eso no implica que algunas medidas no deban tener cierta temporalidad y secuencia de implementación, pero no hay margen para gradualismo. El gran valor que tiene que recuperar el próximo gobierno es la confianza de los mercados, desde el kiosquero que tiene que comprar más productos para vender hasta la empresa que tiene que invertir en Vaca Muerta o en servicios basados en conocimiento.

Un programa integral desde el primer día.

Tenés que anunciar el primer día un programa de shock. La experiencia de cómo se desarmó el cepo, de cómo se desactivaron las bombas que dejaron en 2015, tuvieron un perjuicio sobre ciertos niveles de producción importante. Esta vez la situación macro está muchísimo más deteriorada que en 2015, entonces la unificación del mercado de cambios se tiene que dar previo a una corrección de precios relativos y que en ese proceso puedas eliminar el cepo.

¿De qué va a depender?

Del grado de deterioro que dejen, de la confianza que despierte el programa en el momento cero y de la firmeza de las medidas que se vayan aplicando. Pero da la sensación de que quizás no va a poder ser una liberalización inmediata como se hizo en 2015.

¿Podría haber también menos entusiasmo inicial del mercado?

Creo que en 2015 hubo, por parte del gobierno, una subestimación de la crisis y una sobreestimación de lo que se podía generar en términos de expectativas. Se sobrevaloró la idea de que solo con el cambio de gobierno y el nuevo equipo económico ya iba a venir la lluvia de inversiones. Hoy creo que nadie va a pagar para ver, que fue lo que tuvimos en 2016. Los capitales apostaron y ahora no vamos a tener ese financiamiento porque vienen del fracaso de la política de Cambiemos por no haber reelegido en 2019 y del fracaso de la política de Fernández. Creo que ahora todos van a pedir primero que les mostremos qué vamos a hacer, cómo y en qué tiempo. Cuanto más compacto, mejor transmitido y más consistente sea el programa, más rápida será la recomposición de confianza.

Se habla mucho de los programas económicos que prepara Juntos por el Cambio en caso de volver al poder en 2023 ¿Cuáles deberían ser los ejes centrales de ese programa?

Tiene que ser un programa de crecimiento y de estabilización. Debe tener reformas que te lleven a una macro estable y una fuerte ancla fiscal. Porque hoy ya no nos alcanza con déficit cero, no alcanza con el equilibrio. Tenemos que dar una señal muy fuerte en términos de lo que se gasta, tanto en lo que gasta el Estado nacional como en la relación Nación-provincias. También debe tener una reforma tributaria, a la que hay que anunciar aun si no se pueden bajar impuestos en un primer momento porque primero tenés que racionalizar el gasto. Y debe tener una reforma monetaria importante, en especial en lo que respecta al Banco Central.

¿En qué consistiría?

Tenemos que volver a un BCRA independiente, que deje de financiar al sector público para recuperar el valor de la moneda. Y además un régimen cambiario que se adapte a estas cuestiones. Ahora, solo con eso no nos alcanza. Tenemos que tener un programa de reformas micro y más estructurales que permitan poner el eje en recuperar el crecimiento y volver a generar empleo genuino.

Una reforma laboral.

Argentina tiene que generar empleo de calidad, que es darle derechos a los trabajadores que hoy no tienen. Hoy tenés 6 millones de trabajadores formales, un número en el que está estacionado en los últimos 15 años, y casi 5,5 millones de informales. Hay que modernizar el sistema laboral para que contemple estos cambios, porque ese 17% de crecimiento de cuentapropistas no solo implica un problema de deterioro, sino también de que los nuevos quieren formas más dinámicas y móviles de trabajo. Entonces, tenemos que generar nuevos contratos laborales, nuevas categorías más allá del autónomo y el dependiente. Y tenemos que bajarle el miedo al empresario para que pueda contratar.

Y a invertir.

El paquete de reformas debe incluir incentivos a la inversión. En especial para los 5 grandes sectores que van a ser los tractores de la economía en la próxima década. El agro; la energía -tanto para el mercado interno como para la exportación-; la minería, en especial el litio y el cobre; los servicios basados en el conocimiento y el turismo. Son las cinco actividades que necesitan una mayor integración, por eso otro gran eje es un proceso de integración al mundo en el marco de los acuerdos de libre comercio desde el Mercosur con el resto de las regiones. Es una forma de incorporar reglas de juego internacionales y comprar confianza. El acuerdo con la Unión Europea, en estas circunstancias, es mucho más importante.

Mencionaste al BCRA, ¿crees que la emisión cero es condición necesaria pero no suficiente para bajar la inflación o con no emitir más ya alcanza?

La política monetaria está subordinada a la política fiscal. Entonces, lo que es la condición necesaria y suficiente es que el sector público tenga superávit primario. El ancla es la fiscal. Lo que después tenemos que hacer es dar señales de que la política no va a caer más en la tentación de que el BCRA financie al sector público. Los países que han logrado combatir la inflación han tenido dos grandes componentes: disciplina macro y fiscal, y competencia en los mercados. Entonces, otro eje tiene que ser de desregulación, de desburocratización, de integración al mundo que permita tener mercados internos más competitivos.

¿Crees que pueda haber una solución externa para los problemas de la inflación que enfrenta la Argentina? En estos últimos días se volvió a hablar de la posibilidad de una moneda única con Brasil.

Eso es recurrir a la magia, pensar que voy a bajar la inflación porque me ato a una moneda externa sin hacer los deberes. La Argentina tuvo ya esa experiencia con la convertibilidad y al no hacer los deberes internos terminó explotando. La solución de la inflación es un problema interno. La moneda única puede ser un objetivo a largo plazo, pero primero Argentina tiene que arreglar su problema interno de moneda y una vez que tenga una moneda fuerte, consolidada, podemos pensar en una moneda que pueda integrarse.

¿Qué relación debería tener Argentina con Brasil?

Si uno tuviera que pensar en una estrategia con Brasil, yo pondría dos temas sobre la mesa en el corto plazo: cerrar el acuerdo Mercosur-Unión Europea, esa es la principal prioridad, y segundo, solucionar los problemas de acceso al mercado brasileño. Brasil sigue siendo un mercado cerrado para los productos de Uruguay, Paraguay y la Argentina. Es muy difícil entrar, en eso tendríamos que tener una agenda mucho más dinámica.

Este jueves el Indec dará a conocer que la inflación de 2022 fue la más alta en tres décadas. ¿Cuánto puede tardar en bajar y qué sendero proyectan hacia adelante?

En estas condiciones, es muy difícil que el Gobierno tenga un programa anti inflacionario fuerte. Está apostando más a la voluntad y a tratar de llegar a un mes en el que la inflación empiece con 3. Está dando algunas señales consistentes pero que no alcanzan para la magnitud del fenómeno que tenemos enfrente. Es mucho más voluntarismo que un programa consistente de baja. Se logró tal vez evitar la situación de quiebre, pero el fantasma sigue estando.

¿Y a partir de 2024?

Va a depender mucho de las condiciones iniciales y de la consistencia del programa. Uno puede bajar la inflación rápidamente en los primeros años, pero por lo menos se necesitan dos administraciones consistentes en materia de política monetaria y fiscal para decir que bajaste en forma definitiva a la inflación. Va a llevar por lo menos los primeros cuatro años del próximo Gobierno poder bajar la inflación a niveles de un dígito. Es difícil poner un tiempo, pero cuanto más confianza despierte el programa, más acelerado puede ser. Quizás en el primer año, por el acomodamiento de precios, la inflación no baje, sino que suba. Pero en el segundo año tenés que ir a un proceso muy fuerte de baja de la inflación, que te lo va a dar la consistencia del programa.

Hablando de confianza, uno de los temores del mercado hoy es a estirar vencimientos de la deuda en pesos del Tesoro. ¿A qué atribuís esa incertidumbre?

Eso lo que está demostrando es la falta de confianza hacia la política económica de este gobierno. Y la incertidumbre en términos políticos de lo que va a ser el futuro porque desde la oposición se están dando señales de hacia dónde queremos ir pero falta definir quién va a ser el candidato. En la medida en que se clarifique la definición de los candidatos eso puedo contribuir a que la duration pueda aumentar, pero el principal foco es la desconfianza hacia el gobierno actual.

Prácticamente no se está alargando duration más allá de las elecciones. ¿Puede estar influyendo ahí el miedo a un nuevo reperfilamiento?

Argentina es un defaulteador serial y el mercado está también esperando las señales de la clase política con respecto a si puede venir un próximo gobierno que haga un reperfilamiento. Puede ser parte del temor. Lo que tenemos que hacer, desde la oposición, es dar señales claras que no hay margen para aplicar ninguna medida de deuda que sea compulsiva. No hay, en los programas económicos que estamos armando desde Juntos por el Cambio, ninguna idea de un accionar compulsivo respecto del tema de la deuda, ni un canje forzoso ni nada del estilo. Porque, además, cuando miras la deuda total en pesos desde el punto de vista del PBI, debe estar entre 10% y 11%. Tenemos niveles de deuda comparado con otros países mucho más bajo. Pero no es un problema de solvencia, sino un problema de liquidez.

Suele decirse que en Argentina no faltan dólares, sino que sobran pesos. ¿Cómo se resuelve?

Comparto ese diagnóstico. El que tiene un problema de dólares es el sector público no el sector privado. Hay muchos pesos y pocos dólares. Tiene que ver con la consistencia de las medidas, cuanto más consistente sea el programa, más se recuperará esa confianza y el BCRA podrá volver a acumular reservas en forma genuina. Ese programa, obviamente, también incluye una renegociación con el FMI de las nuevas pautas hacia adelante.

¿Un nuevo programa?

Este programa que tiene este Gobierno con el FMI es de corto plazo, un programa puente esperando a la próxima administración. Las metas actuales son parte de un programa que se fijó para tratar de dar cierto anclaje a la economía para que no vuelque, para tratar de llegar a la próxima administración que tendrá que renegociar un acuerdo de Facilidades Extendidas a 10 años, donde se pueda despejar completamente el tema de la deuda. Era lo que iba a hacer Cambiemos si ganaba la elección de 2019: sentarse a renegociar para despejar el panorama de la deuda.