Carlos Meléndez: “Boluarte corre el riesgo de quedarse solo con militares de aliados”

El politólogo e investigador peruano considera que la “luna de miel” entre la presidenta Dina Boluarte y el empresariado local podría agotarse pronto. En esta entrevista brinda su opinión sobre la actual crisis en Perú y los próximos escenarios

Carlos Meléndez investiga identidades partidarias (positivas y negativas), vínculos políticos en sistemas de baja institucionalización partidaria y atractivos anti establishment.
11 de enero, 2023 | 06:20 PM

Lima — La crisis política y social en Perú continúa extendiéndose. Este lunes el saldo de fallecidos en poco más de un mes desde que asumió el gobierno de Dina Boluarte escaló de forma significativa: se registró un total de 18 muertes en la región sureña de Puno durante dos días manifestaciones; entre ellos, un policía quemado vivo en un vehículo. A la fecha, suman 47 los muertos por los choques entre ciudadanos y fuerzas del orden, en medio de denuncias por represión policial y uso excesivo de la fuerza, y por hechos vinculados a los bloqueos.

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Puno, región donde predominó el apoyo a Pedro Castillo en las elecciones presidenciales del 2021, se ha convertido en uno de los principales epicentros de los bloqueos y marchas. El politólogo Carlos Meléndez, investigador adjunto de la línea Conflicto Político y Social de COES y profesor de la Universidad Diego Portales en Chile, detalla en esta entrevista con Bloomberg Línea el panorama político que se avecina para el país y los riesgos latentes por cómo el gobierno está manejando la crisis social.

Este martes se dio la votación a favor de la confianza al gabinete ministerial que lidera Alberto Otárola, primer ministro de Estado. El discurso de Otárola, aunque ha sido cuestionado por quienes critican el actuar del gobierno, recibió bastante apoyo de varias bancadas del Congreso y en particular de grupos de derecha que están a favor de Dina Boluarte y que se oponían al gobierno de Pedro Castillo. ¿Cómo ve el manejo político hasta la fecha del gobierno vigente y las relaciones que parece buscar fortalecer?

Es un gobierno que busca apoyarse en poderes fácticos, como las fuerzas del orden, sectores empresariales limeños, y un bloque de derecha política con medios de comunicación limeños. Para ser una presidenta sin partido, sin bancada, necesitas buscar apoyos de ese tipo. El problema es que en una sociedad dividida como la peruana, si te refugias o buscas el apoyo de esos sectores entonces estás alejándote y tomando distancia de la sociedad movilizada. En el interior del país, sobre todo en el sur del Perú, esa sociedad movilizada es muy fuerte. En el contexto de polarización política que está en el Perú es improbable tener el apoyo de ambos bandos. Perú está dividido en el bando del establishment limeño de derecha y el bando de izquierda más radical que está en el sur del país. Con Castillo, antes de él y con quienes vengan después de Boluarte, esa división se mantendrá. Va a ser muy difícil que un político pueda poner a los dos grupos a dialogar o en una misma sintonía, por lo cual se tiene que elegir. Dina Boluarte eligió el bando del establishment limeño y la oposición del sur, lo que implica costos.

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¿A qué tipo de costos se refiere?

Con Pedro Castillo teníamos que acostumbrarnos a la corrupción, porque había un sector popular que era muy tolerante a ello. Castillo estaba apoyado en el bando popular informal, anti establishment, que tiene un nivel de tolerancia alto ante la corrupción. Dina Boluarte se está apoyando en el establishment limeño que no tiene una alta tolerancia a la corrupción pero que tolera la represión policial. La pregunta es: ¿hasta cuándo nos tenemos que acostumbrar a los muertos del gobierno de Boluarte? Esa disyuntiva entre acostumbrarnos a la corrupción o a las muertes en manos del Estado grafica dramáticamente estos dos bandos que existen en el Perú y el hecho de que Boluarte o cualquier presidente tiene que tomar uno de los dos caminos con los costos que ello implica.

¿Cómo califica la decisión que en este caso ha tomado Boluarte de aliarse más con la derecha?

Depende del punto de vista que cada uno tenga. El establishment limeño estaba muy preocupado por cómo se estaban socavando las instituciones del Estado, claramente había muchos ministerios tomados por poderes ilegales. Ahora los poderes ilegales están en la carretera protestando, y chocando con el gobierno claramente se van a generar muertes de ciudadanos.

Lo que es un costo muy alto.

Y es un costo que ha estado ahí siempre, lamentablemente. ¿Cuántos muertos por protestas sociales hubo en los gobiernos de Ollanta Humala, Alan García, Pedro Pablo Kuczynski? Históricamente sabemos que las fuerzas del orden necesitan una reforma. Se habla de reforma política, pero no de la importancia de una reforma policial. Las fuerzas del orden peruanas no saben aplacar la violencia sin más violencia. Dina Boluarte eligió, ella sabía lo que estaba eligiendo porque además ella sabe quiénes se están movilizando. Hasta hace unas semanas ella estuvo en el otro bando. Hizo campaña con Castillo, se movilizó en todas partes del Perú profundo, ella es del sur del país, y pienso que luego de este gobierno ella no va a poder visitar el sur con la tranquilidad que lo hacía antes.

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Presidenta Dina Boluarte se dirige al país este sábado, en medio de una crisis política y social que mantiene al Perú en vilo.

Desde el ámbito académico usted ha analizado los tipos de populismo que existen en la política. ¿En la actualidad diría que estamos en un gobierno que ejerce populismo de derecha?

Es una buena pregunta. El discurso de Otárola en el Congreso este martes tuvo elementos de populismo de derecha al momento de justificarse en el apoyo a la Policía, y sí vi una suerte de populismo, un incipiente populismo de mano dura, que se percibe más en Otárola que en Boluarte. Claramente Otárola ha tomado ese camino. Así como veíamos populismo de izquierda con Castillo, ahora estamos viendo ensayos incipientes de populismo de mano dura porque seguimos con la lógica de construir enemigos. El gobierno ha decidido construir una narrativa donde tienes a dos enemigos del país: Pedro Castillo y Evo Morales. Los ponen como los principales rivales de la nación que operan a través de poderes ilegales. El discurso populista se basa en hacer una dicotomía y estigmatizar al rival. Esa es la narrativa que está creando este gobierno.

Con el apoyo que ostenta el gobierno de Boluarte de la Policía y las Fuerzas Armadas, ¿calificaría a este gobierno de un régimen cívico militar como ya algunos lo nombran?

No, hoy día no. Tenemos un gobierno apoyado en los militares, sin lugar a dudas, pero todos los gobiernos necesitan apoyarse en la fuerza militar. Lo que no puedes hacer es solo apoyarte en los militares. Tienes que apoyarte de diferentes actores políticos y económicos. Si el militar es el único actor, corres el riesgo de caer en un régimen cívico militar. Hoy la alianza fáctica que ha construido Dina Boluarte implica también a los empresarios, pero la luna de miel fugaz que ha tenido Boluarte con el establishment empieza a agotarse. Hay empresarios que están incómodos por lo que sucede en Puno, donde hay mucha inversión parada; o el sector agropecuario en Ica a raíz de los bloqueos en la carretera. Hay una tregua ahora, pero estamos en los meses de cosecha de agroexportación de uva. Hay parte del establishment empresarial que empieza a llamar la atención para que se ponga orden. Hay demasiado costo social y humano, vidas humanas que se pierden, y por otro lado no se están solucionando los problemas. Dina Boluarte corre el riesgo de quedarse solamente con los militares de aliados. Además, si siguen produciéndose estas muertes injustas en las protestas sociales diversos partidos políticos del Congreso también van a perder prestigio.

“Dina Boluarte puede haber dado tranquilidad a la derecha por unos meses, pero puede estar cultivando por sus defectos un espacio importante para una nueva victoria de izquierda”.

¿Cómo está el Congreso peruano en este escenario?

El Congreso se la ha jugado ayer. Le dio la confianza a un primer ministro de un gobierno que lleva una cifra de más de un muerto por día desde que está en el poder. Ese es el mensaje. El Congreso se la jugó por el régimen, pero si eso se mantiene queda la duda de hasta qué punto lo tolerará. Se corre el riesgo de que esta coalición que se ha construido le genere una estabilidad fugaz, no permanente, si es que no acalla el movimiento social.

¿Hay un empresariado realmente incómodo como ya lo estaba antes con la presencia de Castillo? ¿O se siente en una mejor posición?

Lo que pasa es que el empresariado requiere mucha comunicación fluida con el sector público, desde todos los sectores. No vivimos en dos compartimentos estancos donde el sector privado y público caminan por distintos lados. Se necesita fluidez. El último año y medio ha sido la peor relación entre el sector público y privado en la historia de las últimas décadas. Para el empresariado en general es un alivio que ahora se pueda volver a dialogar con el sector público; pero ojo, es dialogar. No se puede decir que ahora el sector público está vendido a los intereses empresariales, pero hay más comunicación y fluidez. Eso se valora mucho porque las relaciones público-privadas avanzan mejor.

En ese contexto la comparación con Castillo es un alivio, pero: ¿se puede construir algo más con un gobierno tan inestable, con una transición tan incierta? Empiezan a verse fisuras en esa pequeña luna de miel. Por eso pienso que si no se solucionan aspectos como el bloqueo de la Panamericana Sur, o los problemas de Puno, a la larga habrá más disidentes de esta luna de miel que por ahora tiene el gobierno con el empresariado.

Los manifestantes bloquean la Avenida Las Flores durante las protestas en Trujillo, Perú, el jueves 15 de diciembre de 2022.Fotógrafo: Arturo Gutarra Chávez/Bloomberg

A raíz de la cantidad de muertes que se han registrado en lo que va del gobierno de Boluarte -menos de dos meses- empieza a haber mayor indignación ciudadana, de personas que quizás antes no estaban dispuestas a salir y protestar, por los resultados de la represión de las fuerzas del orden. ¿Este gobierno podría tener una ventana para cambiar su imagen, o ve muy lejano que ello pueda darse?

Para un sector ya estamos en un gobierno de derecha y de mano dura. El gobierno de Dina Boluarte va a pasar a la historia como un gobierno mano dura, que no supo proteger a los ciudadanos que protestaban contra su legitimidad. Y eso es peligroso. Lo que vivimos en América Latina no es una ola de candidaturas de izquierda, sino es una ola anti-incumbente. Suelen ganar candidaturas que están en contra de quienes ocupan el poder. Si hoy ves a un gobierno de transición de derecha, de mano dura, es mucho más fácil que un candidato de izquierda vuelva a ganar la próxima elección. Dina Boluarte puede haber dado tranquilidad a la derecha por unos meses, pero puede estar cultivando por sus defectos un espacio importante para una nueva victoria de izquierda. Si sigue haciendo lo que hace ahora, Boluarte aliviará a la derecha por unos meses pero generará caldo de cultivo para una candidatura de izquierda radical. A la larga el empresariado va a repugnar los errores del gobierno de Boluarte.

¿Ve a un empresariado que tiene alguna noción de lo que advierte?

No. Claramente hay una luna de miel, hay mucha tranquilidad y lo ves a la prensa. Hasta el lunes leías la prensa limeña -ya ni siquiera se puede hablar de prensa nacional- y en la portada o los titulares no había ninguna referencia a las protestas sociales del interior. Esto cambió el lunes porque, claro, 17 muertes en un día es algo que se tiene que poner en las portadas. Pero esto no había pasado. No hay conciencia de que estás aliviando un malestar en el corto plazo, pero estás generando una enfermedad y un cáncer en el largo plazo. Creo que hoy pocos son conscientes que como está avanzando el gobierno de Boluarte, está generando un caldo de cultivo para una candidatura de izquierda radical. Y eso viene con la mayor amenaza que puede existir contra el establishment: la posibilidad de un referéndum constituyente.

¿Se puede dar un momento de mayor cabida a las conversaciones sobre una Asamblea Constituyente?

A río revuelto la gente que protesta al interior del país levanta ese tema en la agenda. ¿Qué mejor manera de romper con el establishment que cambiar de Constitución? Creo que parte de la derecha política está confundida de cuál es su mal mayor. ¿El mal mayor era Castillo en el poder o que cambien la Constitución del 93? Pienso que entendieron que el mal mayor era Castillo, y la posibilidad de que se vuelva a tener un debate donde se discuta un cambio constitucional es aún mayor de lo que era con Castillo en el poder. Como presidente débil, Castillo podía hacer negocios con mafias que penetraban el Estado. Pero no tenía la fuerza para impulsar un cambio constituyente. Hoy con la calle movilizada luego de 40 muertos se puede legitimar un discurso que plantee un cambio de Constitución. Si ves lo que pide la gente en Puno son tres puntos: la renuncia de Boluarte, el adelanto de elecciones para el 2023 y la Asamblea Constituyente. Los 40 muertos en los enfrentamientos se han dado bajo protestas que exigen una Asamblea Constituyente, y una demanda así termina teniendo mártires. Genera mística y cohesión, así como indignación. Por eso la movilización se sostiene. En Puno vamos a tener para rato por más Fiesta de la Candelaria o Carnaval que se venga. La movilización aymara suele ser muy duradera y ahora tiene el combustible de la indignación.

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Si bien hay bastantes diferencias sobre cómo surgieron las protestas y lo que se exige en estas, ¿se puede comparar este momento que se vive en Perú con las circunstancias que llevaron a un momento constituyente en Chile?

No, creo que estamos entrando a una bolivianización de la política peruana. Esta división entre La Paz y Santa Cruz es la división que se cultiva entre Lima y el sur del país. En eso estamos, en un conflicto de dos regiones: un país dividido. Uno representa al mundo formal, al establishment, a la derecha y al modelo económico; mientras que el otro representa el anti establishment, la informalidad, la penetración de poderes ilegales y el cambio de la Constitución del 93. Hay varias capas que generan una grieta enorme. Eso se asemeja más a lo que pasa entre Santa Cruz y La Paz, y es distinto a lo ocurrido en Chile que respondió a una demanda de años y que venía a partir de la politización de la desigualdad. En Chile se movilizaron ciudadanos que pedían más Estado. Acá se movilizan peruanos que no quieren que el Estado interfiera con sus vidas.

¿Ve alguna potencial salida a esta crisis política y social? ¿Qué se debería hacer?

La meta del gobierno debe ser que no haya más muertos, y lograr eso implica ofrecer una cabeza política. No va a ser la presidenta. Quizás Otárola. Necesitas a una persona de reconocimiento que justifique que la gente en Puno no se movilizó en vano.

Hasta ahora ninguna figura política de este gobierno ha asumido responsabilidad de lo que está pasando en las manifestaciones.

Efectivamente, y alguna ofrenda política se tiene que hacer como respeto a una sociedad movilizada que está pidiendo cambio. Se debe dar algo y eso es un símbolo político. Hoy el gobierno no entiende eso. Está buscando en su narrativa a culpables y justificaciones, pero no soluciones.

¿Percibe a figuras políticas que estén dispuestas a ceder?

Tienen que ceder. La sociedad en Puno no va a parar de otra manera, creo yo.

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El discurso del primer ministro Otárola en el Congreso fue, más bien, bastante confrontacional y contra quienes protestan.

Sí, lamentablemente. Quizás el gobierno está viendo otra fórmula o escenario que yo no veo ahora. ¿Cuántos muertos más va a soportar este gobierno? Mi prioridad sería parar ese número de pérdidas humanas, y no sé si lo entienden así.

¿Considera que se debería adelantar el cronograma electoral a este año para brindar calma a la población?

La salida electoral va a ser la misma si las elecciones son mañana o el 2024. Creo que estamos en una sociedad polarizada, de extremos políticos, y los resultados de las elecciones, por más reformas políticas que se ejecuten, no hará que los peruanos votemos como suizos. Vamos a seguir polarizados si no se hacen cambios reales al financiamiento formal de la política. Hoy la política financia a sectores informales e ilegales, y lo que necesitas es que se nivele la cancha. Que la economía formal participe en la promoción de la política, porque hoy está en manos de mineros ilegales y contrabandistas. Las mafias que tenemos ahora están en el Congreso, gobiernos regionales y alcaldías porque el sector formal de la economía no puede participar, por reformas que se hicieron hace unos años. Si no se soluciona el problema del financiamiento de la política, vamos a tener dos cámaras, pasando a la bicameralidad, pero serán dos cámaras de mafias. O se van a reelegir parlamentarios mafiosos.

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Pedro Castillo realizó un autogolpe de Estado en Perú el pasado 7 de diciembre, que culminó sin éxito para el exmandatario. Tras este intento, fue destituido por el Congreso de la República.

Se requieren cambios reales para mejorar la representación política. Esta es una batalla entre el sector formal e informal. Ese es el elefante en la sala que los reformólogos no están viendo.

En un escenario en el que es más probable que la siguiente elección presidencial responda a sentimientos anti establishment, ¿hay alguna ventana que permita no elegir en direcciones completamente opuestas?

En Perú va a haber una elección de extremos: un candidato pro establishment y uno anti establishment. Es difícil imaginar a un candidato de derecha que pueda sacar votos en Puno hoy en día. Ese es el reto que tiene el establishment. El 89,7% de los puneños votaron por Castillo en la segunda vuelta; casi el 90%. Lo que debe pensar el sector promercado es cómo sacar votos en esos bastiones del anti establishment. La situación es complicada.

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