Bloomberg — El presidente electo de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, trató de motivar a los republicanos este fin de semana con promesas de defender iniciativas para recortar el gasto público, reforzar la seguridad fronteriza y contrarrestar el “adoctrinamiento woke [progresista]”, insinuando su dependencia de un pequeño grupo de conservadores populistas durante los próximos dos años.
Recién salido de una lucha por el liderazgo que duró más de cuatro días y planteó dudas sobre la capacidad de su partido para cumplir las funciones básicas de gobierno, McCarthy se enfrenta ahora a un Senado y una Casa Blanca controlados por los demócratas al frente de una mayoría en la Cámara de Representantes escasa y díscola.
Las divisiones ideológicas, la desconfianza y los agravios que estallaron en las 15 votaciones para elegir al presidente de la Cámara de Representantes –normalmente una formalidad en la apertura de un nuevo Congreso– indican las dificultades que se avecinan a la hora de reunir votos para tareas esenciales como mantener abierto el gobierno y evitar un impago del crédito estadounidense.
McCarthy, de 57 años, sólo consiguió ser elegido porque seis disidentes del Partido Republicano pasaron de oponerse a él a abstenerse. Esto le pone sobre aviso de que cinco de ellos pueden bloquear leyes que no cuenten con el apoyo de los demócratas, o expulsar a McCarthy si no están de acuerdo con el compromiso que alcance.
Una cosa es segura: El Presidente Joe Biden se enfrentará a una restricción de la financiación de las prioridades demócratas y a dos años de escrutinio de su administración por parte de las investigaciones del Congreso.
“Utilizaremos el poder de la bolsa y el poder de la citación para hacer el trabajo”, dijo McCarthy en su discurso de aceptación a primera hora de la mañana del sábado.
Aunque McCarthy ofreció un habitual guiño a las esperanzas de cooperación con los adversarios políticos, se concentró en unificar a los populistas republicanos apuntando a enemigos comunes: el Servicio de Impuestos Internos, el Partido Comunista Chino y las “políticas energéticas de América al fin”. Prometió que una de las primeras audiencias de la nueva mayoría de la Cámara se celebraría en la frontera entre Estados Unidos y México.
La agenda refleja en gran medida las promesas que McCarthy hizo en la campaña electoral de mitad de mandato como un “Compromiso con América” del GOP, una marca que evoca un momento álgido para los republicanos del Congreso: cuando arrasaron en 1994 con una mayoría dominante en la Cámara de Representantes gracias al “Contrato con América” de Newt Gingrich.
Agenda circunscrita
Los decepcionantes resultados de los republicanos del Congreso en las elecciones de noviembre son el núcleo de los problemas de McCarthy. No puede permitirse perder ni cinco votos republicanos si todos los demócratas están presentes y votan en su contra, lo que limita su capacidad de obtener resultados desde el principio.
McCarthy prometió un cambio en el reglamento que permitiera a un solo miembro pedir una votación para destituir al presidente. Sus otros compromisos incluyen el reparto de comisiones, como dar a los miembros del Freedom Caucus de extrema derecha tres de los nueve escaños del GOP en la comisión que determina qué proyectos de ley pueden llegar al pleno de la Cámara. Además, cualquier miembro podría presentar casi cualquier enmienda relevante a los proyectos de ley.
“Habrá mucha menos legislación escrita en las oficinas del presidente y de los líderes”, dijo el presidente del Comité de Reglas de la Cámara, Tom Cole, republicano de Oklahoma. “Así que veremos cómo funciona”.
McCarthy también cedió a las demandas de los partidarios de la línea dura del Partido Republicano de utilizar el techo de la deuda federal como moneda de cambio para forzar recortes del gasto y de limitar el gasto de todo el gobierno para el año fiscal 2024 a los niveles de 2022, lo que supondría recortes significativos en muchos programas.
Ambas concesiones aumentan el riesgo de un enfrentamiento con el Senado y la Casa Blanca que perturbe los mercados.
Algunos de los populistas alineados con el expresidente Donald Trump que se vieron reforzados por los cambios en las normas han criticado la continuación de la ayuda militar a Ucrania contra la invasión rusa. Sin embargo, una amplia mayoría de la Cámara apoya esa financiación.
Válvula de seguridad
Una antigua válvula de seguridad en el reglamento de la Cámara podría ser fundamental en los próximos dos años para superar las luchas internas de los republicanos: la llamada solicitud de aprobación de la gestión, que permite a una mayoría bipartidista de la Cámara forzar una votación sobre la legislación que el liderazgo del partido mayoritario no permite que llegue al pleno.
Con los demócratas en el control del Senado y la Casa Blanca, la mayor parte de la agenda de McCarthy tiene pocas posibilidades de convertirse en ley en los próximos dos años. Pero el historial legislativo de una Cámara republicana demostrará al público y a los activistas del GOP lo que el partido tiene que ofrecer de cara a las elecciones presidenciales de 2024.
Además, las investigaciones de la Cámara sobre la administración Biden brindan la oportunidad de centrar y amplificar las críticas del GOP al presidente, que dice que tiene intención de presentarse a la reelección.
