Bloomberg Opinión — El año pasado, las acciones de las empresas de chips sufrieron una paliza. Un tibio repunte en los últimos meses evitó el segundo peor resultado anual registrado. Pero incluso una enorme reducción de las expectativas de beneficios no cambia el hecho de que el sector cotiza ahora en torno a mínimos históricos, lo que deja a los inversores tratando de decidir si volver a entrar.
El índice de 30 semiconductores de Filadelfia (SOX) cayó un 36% en 2022, el mayor descenso desde 2008. De no ser por un rebote del 28%, que se invirtió en las últimas semanas, el indicador podría haber superado incluso la caída del 48% de entonces. El hecho de que el repunte se haya desvanecido plantea la cuestión de hasta qué punto se abaratarán.
Lo que ha dado a los inversores momentos de fugaz esperanza es la creencia de que la industria de los semiconductores se encuentra en medio de un renacimiento único en una generación. La escasez provocada por la pandemia del virus Covid-19 demostró al mundo lo que los ejecutivos ya sabían: Se necesitan chips para todo, desde coches hasta cabezas nucleares, y esa necesidad no hará sino crecer.
La actual estrategia de Estados Unidos para apartar a China de la tecnología punta ha impulsado a Pekín a redoblar sus propios planes para construir una industria autosuficiente. Mientras tanto, los políticos de Washington, Tokio y Bruselas han ofrecido incentivos para que los principales actores se instalen. El más codiciado, Taiwan Semiconductor Manufacturing Co., ha anunciado expansiones en Estados Unidos y Japón en los dos últimos años, pero no ha dicho nada sobre sus planes para Europa. TSMC también sigue adelante con la construcción en su propio país, y recientemente ha inaugurado su última planta en el sur de Taiwán.
Esta expansión de la capacidad subvencionada por el gobierno se combinó con una desaceleración de la economía mundial, el aumento de los tipos de interés y la invasión de Ucrania para hacer que los analistas del lado vendedor se muestren más cautelosos sobre los beneficios del sector en los próximos años. De media, las estimaciones de beneficios a 24 meses para el SOX se han recortado un 17% desde el máximo alcanzado en el primer trimestre de 2022. Es la mayor recalificación de los valores de chips desde 2010.
Los inversores han vendido al unísono con estas nuevas expectativas, lo que ha reducido la relación precio/beneficios del SOX a 18,2 veces, según datos semanales recopilados por Bloomberg. Esta cifra ha sido igual o inferior a 19 durante menos del 20% de los últimos 20 años, y se ha situado por encima de 22 durante el 63% de ese periodo.
Sólo la historia podrá decirnos si la época actual, marcada por las guerras, la escalada de las tensiones geopolíticas y la explosión de las nuevas tecnologías, es un fenómeno atípico o forma parte de un proceso más amplio de progreso tecnológico. No cabe duda de que las acciones de chips rara vez están tan baratas. Los inversores tendrán que decidir si una caída tan grande de las perspectivas de beneficios de los semiconductores está justificada y continuará, o si todo este pesimismo es exagerado y constituye una rara oportunidad de compra.
Al fin y al cabo, si los líderes políticos y empresariales están en lo cierto, los semiconductores serán un recurso precioso en los próximos años. Lo que convierte a los fabricantes de chips en las empresas más importantes del planeta.
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