Guatemala — El drama migrante no se detuvo durante el 2022 y, como consecuencia, las deportaciones también experimentaron un aumento en los países de Centroamérica, donde emprenden el viaje la mayoría de migrantes.
Según registros de entidades internacionales, más de 500.000 personas procedentes de tres países (Guatemala, El Salvador y Honduras) intentan emigrar de manera irregular a Estados Unidos anualmente en busca de mejores condiciones de vida, incluyendo miles de menores de edad.
El aterrizaje e ingreso de miles de retornados a Guatemala es una mezcla de emociones, entre pesadumbre y una leve esperanza de volver a intentar cruzar la frontera y llegar a los Estados Unidos.
Ese es el caso de Esmeralda Paz, originaria de San Marcos, quien expresó a Bloomberg Línea que se siente frustrada, pero afirmó que intentará por tercera ocasión emprender el viaje hacia el sueño americano, porque necesita mejorar sus ingresos para sostener a una familia seis integrantes, entre niños y adultos mayores.
Carlos Soc, guatemalteco deportado a finales de diciembre, compartió a Bloomberg Línea que pagó unos US$ 5.000 para poder llegar a Estados Unidos y encontrarse con familiares que ya se residen en ese país, quienes le ofrecieron apoyo, pero al no lograr su objetivo aseguró que no volverá a intentar migrar porque las condiciones fueron “muy difíciles”.
Durante los últimos días de diciembre del año pasado, los deportados pasaron entre cinco y 20 días en un centro de detención de Texas y fueron retornados a Guatemala bajo el título 42, la política de expulsión inmediata que se mantiene vigente en la nación norteamericana, según informó el Instituto Guatemalteco de Migración (IGM).
Deportaciones aumentaron en 2022
El Instituto Guatemalteco de Migración informó que en 2022 fueron 94.633 los guatemaltecos que fueron expulsados desde Estados Unidos y México, esta cifra equivale a un 128% más que durante el 2021.
La Organización Internacional para la Migraciones (OIM) indicó recientemente que, en total, 171.882 salvadoreños, hondureños y guatemaltecos fueron deportados, principalmente desde Estados Unidos y México, entre enero y octubre pasado, un 72,1% más que en 2021.
Los datos sobre las repatriaciones al Triángulo Norte de Centroamérica indican que El Salvador registró 12.670 deportaciones, Honduras 78.248 y Guatemala 80.964 (a octubre del año pasado).
Del total de deportaciones, 78.433 fueron desde Estados Unidos, 92.718 de México y 731 de otros países, con lo que la variación al alza fue 71.987 casos. En el mismo lapso de 2021 la cifra fue de 99.895.
Las repatriaciones desde Estados Unidos se elevaron un 318,4%, mientras que los casos solo de niñez y adolescencia tuvieron un incremento del 383,3%, pasando de 3.696 en 2021 a 17.863 en la actualidad.
Atención al retornado
Durante el desarrollo del foro regional “Hacia dónde orientar las políticas para atender a la migración de retorno en el Norte de Centroamérica”, organizado por la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES) de Guatemala, especialistas detallaron las características que tienen en común los migrantes.
Por ejemplo, cada año, miles de personas, incluyendo menores de edad, procedentes de los tres países intentan emigrar huyendo también de situaciones como la violencia y la pobreza, dos de los principales flagelos que provocan el éxodo.
Sin embargo, al llegar a su destino sufren de otro tipo de situaciones que vulneran su condición de migrante.
La migración de hondureños, según organismos de derechos humanos y ambientales, también es influenciada por la falta de oportunidades y el impacto del cambio climático en ese país.
Mauricio Díaz Bourdeth, del Foro Social de la Deuda externa y Desarrollo de Honduras (FOSDEH), planteó que el problema particular de la reincidencia de la migración irregular radica en que, al menos, siete de cada 10 deportados declaran la intención de volver a intentar el traslado migratorio.
Esto se da especialmente en los jóvenes hondureños que ya han alimentado y construido su aspiración migratoria y no encuentra programas o proyectos gubernamentales capaces de disuadir su decisión de migrar de manera irregular.
Jahir Dabroy, investigador de ASIES, comentó con relación al retorno que el 52% de los guatemaltecos considera volver a migrar; el 37% opina que no encontrará un trabajo rápidamente, y el 33% afirmó que le faltarán alimentos para subsistir, pues además un 33,5% mencionó tener deudas al momento de su deportación y cerca de la mitad de las personas dijo no tener ahorros.
En opinión de los especialistas de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), de los retornados que pasan por el sistema, pocos muestran interés en programas de reinserción, por lo tanto, son menos los que quedan vinculados.