Ciudad de Panamá — Las últimas cifras oficiales apuntan a que en agosto de este año la deuda pública de Panamá era de US $43,083 millones, cifra que pudiera ser superada al finalizar este 2022, marcando un riesgo sin precedentes, según reportes del Ministerio de Economía y Finanzas.
En el mes de referencia la deuda pública panameña aumentó un 8,6% al compararla con igual periodo del año anterior.
La actual administración del presidente Laurentino Cortizo Cohen, que finaliza su periodo en 2024, se ha endeudado en US $16,471 millones, o sea un 61%, siempre de acuerdo al mes en referencia.
Panamá no escapa del incremento de la deuda que enfrenta los países en desarrollo.
Felipe Argote, economista, es de la opinión que el 2022 terminará con una deuda pública arriba de los US $45 mil millones, por lo que en 2023 se estará pagando unos US $2,100 millones en amortización de la deuda.
Esto, agregó, significa que se reduce la capacidad del Estado de responder a la inversión, por lo que está financiando gasto público con deuda, “lo cual es lo menos aconsejable”.
“Realmente no hay una estrategia económica, solo se consigue dinero para tapar huecos, y así este país no puede avanzar, pese a todas las consiguientes que tiene”, expresó Argote.
De acuerdo con el Banco Mundial, los niveles generales de la deuda de los países en desarrollo han aumentado durante la última década, y alrededor del 60 % de los países más pobres del mundo se encuentran en situación de sobreendeudamiento o en riesgo de estarlo.
El organismo internacional advierte que debido al exceso de deuda, los países más pobres del mundo no pueden realizar inversiones críticas en reformas económicas, salud, acción climática o educación, entre otras prioridades de desarrollo fundamentales.
Tal vez lo más significativo sea que la composición de la deuda ha cambiado drásticamente desde 2010, y los acreedores privados desempeñan un papel cada vez más importante, sostiene el Banco Mundial.
Según el “Informe sobre la deuda internacional 2022″, del citado organismo de crédito, a finales de 2021 los acreedores privados poseían el 61 % de la deuda pública y con garantía pública de los países de ingreso bajo y mediano.
Mientras tanto, los países que no son miembros del Club de París (aquellos que no son prestamistas tradicionales, como China, India, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos) también están desempeñando un papel cada vez más importante en el ámbito del financiamiento bilateral.
Por un lado, ampliar el grupo de acreedores ayuda a diversificar y distribuir el riesgo; por el otro, dificulta enormemente la reestructuración de la deuda.
Esto, señala el Banco Mundial, es especialmente preocupante en un momento en que el crecimiento mundial se está estancando —lo que lleva a temer que se produzca una “estanflación”—, y las iniciativas mundiales, como el Marco Común, han demostrado ser insuficientes hasta ahora.