Los constantes cambios en las políticas de contenido de Twitter, aplicadas de manera apresurada por Elon Musk para justificar la suspensión de cuentas de periodistas prominentes que lo cubren, han generado la ira de reguladores y partidarios de la libertad de expresión.
Las decisiones también han dado a los mayores creadores de contenido de la red social una razón para irse de ella, lo que podría ser malo para la compañía.
En Twitter, una pequeña minoría de los usuarios genera la mayor cantidad de los tuits. De acuerdo a Pew Research, 97% de las publicaciones viene del 25% de los usuarios. Se destacan aquellos relacionados a medios de comunicación, que se apoyan en Twitter para sus trabajos, aprovechando el rápido ritmo de actualización del feed. Son un grupo tan importante que durante años, antes de Musk, Twitter contrataba directamente a las empresas de medios de comunicación y trabajaba con ellas para dar de alta a sus periodistas en el sitio y verificar sus cuentas.
Los periodistas son el “corazón” de la base de usuarios, según Lara Cohen, ex vicepresidenta de socios y marketing, un equipo que fue eliminado en los recientes despidos de Musk.
Twitter necesita a sus usuarios avanzados porque cuanto más contenido interesante aparezca primero en su sitio, más motivos habrá para que otras personas se unan para compartir y comentar esas publicaciones. Eso genera más tuits, lo que a su vez crea más oportunidades de ingresos por publicidad.
Musk también está lanzando un servicio de suscripción que costará US$8 al mes y cuyo éxito dependerá de que Twitter ofrezca regularmente información valiosa y entretenimiento a los suscriptores. Y necesita que Twitter crezca y tenga éxito financiero, para poder devolver a los bancos que le prestaron miles de millones para comprar la red.
En principio, Musk parece entenderlo. En su primera sesión de preguntas y respuestas con los empleados como su nuevo propietario en noviembre, señaló que Twitter necesitaba contratar a los mejores talentos de YouTube y TikTok y encontrar una manera de que fueran compensados por su trabajo.
Cuando hizo públicos documentos internos que recogían decisiones de la anterior dirección de Twitter, obligó a los periodistas con acceso a los llamados #TwitterFiles a comprometerse a publicar primero sus hallazgos en la red social.
Sin embargo, en la práctica, Musk está complicando la vida a sus principales creadores. El jueves, media docena de periodistas del New York Times, el Washington Post y otros medios vieron suspendidas sus cuentas cuando informaban del bloqueo de una cuenta que seguía la pista de su avión privado. Algunos contaban con decenas o cientos de miles de seguidores.
El fin de semana, tras restablecer a algunos de esos usuarios, prohibió el acceso a más periodistas con muchos seguidores, todos los cuales trabajaban en reportajes sobre Musk. Por miedo a que cualquiera pudiera ser suspendido en cualquier momento, los usuarios más importantes empezaron a compartir enlaces a sus cuentas alternativas.
Esto también molestó a Musk. Así que Twitter introdujo una nueva política que prohibía dirigir a los seguidores a Facebook, Instagram, Mastodon y otros sitios de la competencia.
“Esto es el colmo”, tuiteó Paul Graham, un destacado inversor de capital riesgo con 1,5 millones de seguidores. “Me rindo. Puedes encontrar un enlace a mi nuevo perfil de Mastodon en mi sitio”. Poco después, su cuenta también dejó de estar disponible temporalmente.
No es raro que las redes sociales desaconsejen enlazar a la competencia. Facebook lo ha hecho en ocasiones de forma algorítmica o automática, una práctica que fue criticada en un caso federal antimonopolio. En Instagram, otra propiedad de Meta Platforms Inc. (META), ha sido difícil para las grandes cuentas obtener marcas de verificación si enlazan a una cuenta de la competencia en su perfil. En TikTok, la mayoría de las cuentas no pueden enlazar nada en sus perfiles.
Pero en Twitter, que se basa sobre todo en texto, los creadores que pueden haber tenido más seguidores en otros sitios han llegado históricamente a comercializar su trabajo, viva donde viva. Una política tan amplia en contra de ello “no tiene precedentes”, afirma Jason Goldman, uno de los primeros ejecutivos de Twitter. “Lo más importante es que están aterrorizados por el éxodo”.
Ante la reacción violenta de los principales usuarios de Twitter, que no muestra signos de remitir, Musk parece haber hecho algunas concesiones. El domingo, se disculpó y dijo que en el futuro llevará a cabo votaciones sobre los principales cambios de política, al tiempo que tuiteó una encuesta pidiendo a los usuarios que decidieran si debería dimitir como jefe de Twitter. Los usuarios votaron a favor de esa posibilidad.
“Cualquier plataforma que no reconozca o respete a sus creadores más influyentes no suele durar mucho”, afirmó Taylor Lorenz, periodista del Washington Post que se ocupa de la economía de los creadores. Ella misma fue expulsada temporalmente el fin de semana, tras pedir a Musk que comentara un artículo.
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