Bloomberg — Según un estudio publicado esta semana en Environmental Science & Technology, unas 74 toneladas métricas de microplásticos cayeron a la atmósfera en la ciudad neozelandesa de Auckland en 2020, el equivalente a 3 millones de botellas de plástico.
El estudio, revisado por expertos, es el primero que calcula la masa total de microplásticos en el aire de una ciudad, y sus conclusiones sugieren que los investigadores pueden estar subestimando drásticamente la prevalencia mundial de microplásticos en el aire.
Para realizar el estudio, científicos de la Universidad de Auckland recogieron microplásticos caídos en una azotea de su campus del centro de la ciudad, así como en un jardín residencial de un suburbio de la ciudad. Casi todos los microplásticos eran demasiado pequeños para verse a simple vista; los científicos identificaron las partículas aplicando un tinte coloreado que emitía luz en determinadas condiciones. También se utilizó un tratamiento térmico para el análisis.
“Cuanto más pequeños eran los rangos de tamaño que analizábamos, más microplásticos veíamos”, afirmó en un comunicado de prensa Joel Rindelaub, autor principal del estudio y científico químico de la Universidad de Auckland. “Esto es notable porque los tamaños más pequeños son los más relevantes desde el punto de vista toxicológico”.
Las partículas más pequeñas de los microplásticos tienen más probabilidades de ser inhaladas, y potencialmente pueden entrar en las células, atravesar la barrera hematoencefálica e incluso acumularse en órganos como el hígado y el cerebro, advirtieron los autores. “En el futuro habrá que cuantificar exactamente la cantidad de plástico que inhalamos”, afirma Rindelaub. “Cada vez está más claro que se trata de una importante vía de exposición”.
En un metro cuadrado en un día, el estudio de Auckland descubrió que la media de plásticos en el aire era de 4.885 en 2020. Eso se compara con 771 en un estudio de 2020 en Londres, 275 en un estudio de 2019 en Hamburgo y 110 en un estudio de 2016 en París. La discrepancia se debe en gran medida a que el estudio de Auckland incluye rangos de tamaño más pequeños, que no formaban parte de investigaciones anteriores.
Desde que comenzó la producción en masa en la década de 1950, los humanos han generado más de 8.300 millones de toneladas métricas de plástico, el 79% de las cuales terminaron en vertederos o arrojadas a la naturaleza. Los microplásticos se generan a partir del desarrollo de productos comerciales y la descomposición de plásticos más grandes. Una vez que entran en el medio natural, pueden contaminar el suelo, matar a la fauna silvestre e introducirse en la cadena alimentaria.
En Auckland, el polietileno -usado a menudo en materiales de envasado- fue la sustancia más detectada, seguida del policarbonato, un tipo de plástico utilizado habitualmente en aplicaciones eléctricas y electrónicas. El estudio también observó una relación entre la contaminación por plásticos del océano, los microplásticos transportados por el aire en Auckland y los vientos más agresivos del Golfo de Hauraki, en la Isla Norte de Nueva Zelanda.
“La producción de microplásticos transportados por el aire a partir de olas rompientes podría ser una parte clave del transporte global de microplásticos”, dijo Rindelaub. “Y podría ayudar a explicar cómo algunos microplásticos llegan a la atmósfera y son transportados a lugares remotos, como aquí en Nueva Zelanda”.