Drama político en Latinoamérica no debería afectar a los activos

Los activos argentinos están entrelazados con la política, y es difícil ver cómo ha cambiado el cálculo

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La expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner fue condenada el martes a seis años de prisión por fraude y fue inhabilitada para ejercer cargos públicos. Dijo que no se volverá a postular a nada. El presidente de Perú se enfrenta hoy a una votación para destituirlo.

Ninguno de los dos acontecimientos debería tener un gran impacto en el mercado, pero si el Congreso peruano destituye a Pedro Castillo, sería favorable en el corto plazo para el mercado bursátil del país. La renuncia de Fernández de Kirchner a una posible candidatura podría beneficiar temporalmente a los bonos.

Pero los problemas a los que se enfrentan estos países son estructurales y un cambio en la cúpula no ayudará mucho a resolverlos.

La figura de Kirchner es fuerte

Los activos argentinos están entrelazados con la política, y es difícil ver cómo ha cambiado el cálculo. Fernández de Kirchner es la vicepresidenta de Argentina y una figura política mucho más importante que Castillo.

Heredó el Gobierno de su marido, Néstor Kirchner, en 2007 —Néstor murió tres años después— y ocupó el cargo durante dos mandatos. Se enfrentó a los acreedores de Argentina durante años y era presidenta cuando Argentina suspendió el pago de su deuda externa en 2014. No irá a la cárcel porque goza de inmunidad como vicepresidenta y titular del Senado. Sigue siendo la líder de una facción poderosa —y hostil al mercado— en la actual Administración.

Era una posible candidata a las elecciones presidenciales del próximo año. Pero, aunque no se postule, el kirchnerismo no desaparecerá. El populismo de izquierdas tiene raíces profundas en la política argentina. De hecho, al renunciar a su candidatura, Fernández de Kirchner se expone al riesgo de ir a la cárcel, un gesto desafiante que podría movilizar a sus partidarios.

¿Perú sin Castillo?

En Perú, el escenario es más bien el contrario: Castillo salió de la nada para ganar la presidencia el año pasado. Tiene pocos partidarios y se ha separado del partido político marxista que apoyó su candidatura. Si pierde hoy, no dejará ningún legado ni movimiento político que lo siga. Los activos recibirían un impulso gracias al fin de su caótica presidencia.

La dinámica clave en Perú es el enfrentamiento entre un Ejecutivo débil y un Congreso poderoso y fracturado. La política del país es un caos. Pero los operadores confían en el banco central, que es muy activo en el mercado de divisas, por lo que tanto la divisa como los bonos tienden a una baja volatilidad.

Probablemente a la industria minera le iría mejor con una Administración diferente que aliviara la incertidumbre y ayudara a resolver las disputas con las comunidades locales, por lo que las acciones podrían subir. Pero eso es altamente especulativo y los resultados de las recientes elecciones locales sugieren que el conflicto se está enquistando.

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