Vivimos un tiempo que interconecta el mundo físico con el virtual, un tiempo en el que las personas pueden cambiar dinero fiduciario por criptomonedas, y donde conviven billeteras digitales con tecnología blockchain y mercados virtuales. Vivimos un tiempo en el que el metaverso borra los límites entre nuestra vida física y digital, un tiempo en el que avatares representan a los clientes y comerciantes de carne y hueso.
Hace un par de días, inauguré Mastercard LAC Innovation Forum 2022, un evento que mis colegas disfrutaron especialmente por tratarse de una de las primeras reuniones presenciales de la industria desde la pandemia de COVID-19. Justamente, el tema de la conferencia fue “convergencia”.
Usamos esta palabra para hacer referencia al punto donde se unen varias cosas o trayectorias. Pero este concepto toma múltiples formas con la proliferación de nuevas tecnologías y universos virtuales. Sólamente en nuestra industria, observamos la convergencia de lo físico y lo digital, de las distintas tecnologías, y de las personas. De hecho, creo no exagerar si digo que estamos viviendo la era de la hiper-convergencia.
Alcanza con pensar en la convergencia que implica una transacción sin fricción con criptomonedas para entender mi razonamiento. Y esta es apenas una en mil muestras de cómo muy pronto estaremos moviéndonos naturalmente entre el mundo real y las comunidades virtuales, unificadas, donde trabajamos, jugamos, nos relajamos, operamos y socializamos.
En Mastercard, convergemos. Estamos justo en la intersección de la confluencia tecnológica, cerrando la brecha entre cripto y nuestras plataformas de pago, o entre cripto y nuestras compras de rutina, mediante nuestra red de aceptación y a través de nuestros productos principales, todos los días. Y hacemos lo mismo con la tecnología móvil y los pagos, aprovechando la evolución en materia de seguridad integrada de los dispositivos móviles para hacer posible que todos y cada uno de éstos se vuelva un punto de aceptación en sí mismo.
Mientras tanto, la ciberseguridad y la experiencia digital del usuario son cada vez más seguras y fluídas gracias a la mayor disponibilidad de data, aprendizaje automático e Inteligencia Artificial.
Las tecnologías digitales no sólamente convergen con el mundo físico, sino también entre ellas. Pensemos en la múltiples plataformas, sets de datos y APIs que confluyen en la banca abierta para ofrecer una experiencia unificada al consumidor. O en la intersección de blockchain y fintech, o de blockchain y las finanzas integradas, que permiten usar cripto más allá del caso específico de intercambio para llegar a muchos más consumidores en el proceso.
Todos para uno, uno para todos
La tecnología también acorta la distancia entre nosotros cuando no estamos juntos físicamente. No importa qué plataforma usemos para reunirnos -puede ser Zoom, o el metaverso-, pero esta conexión es vital. Es que el mundo funciona mejor cuando los comercios, los bancos, las fintechs y los procesadores trabajamos en sincronía, cuando nos aliamos.
Mejorar la convergencia de las personas es aún más prioritario para abordar todo el espectro de los problemas globales, como las crisis de salud, las turbulencias económicas y el cambio climático. No puede negarse que estos problemas globales también tienen soluciones globales que requieren de nuestra cooperación y colaboración.
Tenemos que reconocer el rápido avance de la convergencia física y digital de los últimos años. De hecho, ya forma parte de nuestra rutina. Ahora es momento de pensar seriamente en aprovechar la convergencia tecnológica para construir experiencias unificadas para las personas, que traigan prosperidad.
Estamos en el umbral de una nueva manera de pensar y de interactuar, al punto que innovar y crear alianzas es ahora más importante que nunca. La innovación impulsada por la convergencia y la colaboración traerá crecimiento y fuerzas nuevas jamás imaginadas.