Bloomberg — El Grupo de los Siete se dispone a imponer un tope de precios al petróleo ruso muy por encima de su cotización actual. Si alguna vez hubo alguna duda sobre la premisa del tope, ahora está claro: Estados Unidos y sus aliados quieren que el crudo ruso siga fluyendo.
Los embajadores de la Unión Europea respaldaron la limitación del precio del petróleo ruso, fuente clave de ingresos para la maquinaria bélica del presidente Vladimir Putin, en US$60 por barril, tras unas tensas conversaciones que se prolongaron durante la noche en más de una ocasión. Un precio que se sitúa por encima de los 50 dólares a los que ya cotiza el emblemático crudo ruso de los Urales, según datos de Argus Media.
“El punto clave, en nuestra opinión, es la señal de que el G-7 quiere mantener el petróleo ruso en el mercado”, dijo Joel Hancock, analista de Natixis. “El mercado ha pasado a considerar que las exportaciones de crudo ruso seguirán siendo más resistentes de lo que se esperaba y no se verán afectadas en gran medida por el tope de precios”.
Ahora, la reacción de Moscú será clave. Rusia se ha opuesto a la medida y ha amenazado con detener la producción en respuesta. Pero el jueves, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, dijo que el tope era irrelevante, el indicio más fuerte hasta ahora de una posible suavización. Con un tope tan generoso, los compradores y vendedores pueden alegar fácilmente que todo sigue igual.
“No nos importa cuál será el límite de precios. Negociaremos con nuestros socios directamente”, dijo Lavrov. “Y los socios que sigan trabajando con nosotros no mirarán esos topes”.
El G-7 ha decidido en su mayoría detener sus propias importaciones de crudo ruso, por lo que la medida se dirige directamente a otros grandes compradores como China, India y Turquía. Estos países no han firmado, pero Estados Unidos espera que utilicen el umbral como moneda de cambio. Si no compran por debajo del umbral, no podrán acceder a los seguros y al transporte marítimo europeos.
El plan, impulsado por el G-7, llega en un momento en que Europa lucha contra la alta inflación y corre el riesgo de entrar en recesión. Las empresas y los hogares se tambalean por las desorbitadas facturas energéticas provocadas por la invasión rusa de Ucrania, y la alianza OPEP+ mantiene un estricto control de la oferta. Mientras los gobiernos gastan miles de millones para evitar una reacción de los votantes, el aumento de los riesgos económicos se está teniendo en cuenta en la toma de decisiones políticas.
Las sanciones de la UE acordadas a principios de este año habían chocado inicialmente a muchos en el mercado por ser tan estrictas. Se trataba de prohibir a las empresas que ofrecieran seguros para transportar petróleo ruso a cualquier parte del mundo. Ello habría supuesto que incluso los clientes chinos e indios hubieran tenido que buscar su propio seguro a partir del 5 de diciembre.
Estados Unidos argumentó que las sanciones corrían el riesgo de provocar una subida de los precios del petróleo que habría sido ruinosa para la economía mundial, y que además podría acabar beneficiando incluso a Putin. El límite de precios era una especie de rampa de salida: esos servicios estarían disponibles pero sólo para el petróleo vendido por debajo del nivel designado. La idea era limitar los ingresos, pero mantener el flujo de petróleo a la economía mundial.
“Creemos que la cifra de 60 dólares por barril es adecuada” para equilibrar la capacidad de Moscú de obtener beneficios y garantizar que la oferta satisfaga la demanda, dijo el viernes John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, añadiendo que el tope puede ajustarse en el futuro.
Algunos europeos consideraron que el plan de EE.UU. era una forma de suavizar las sanciones, y Polonia encabezó un grupo de países que presionaban para que el límite se acercara más a los costes de producción. Los países navieros querían un nivel más generoso, y las discusiones fueron a menudo tensas, ya que los intereses de los países no siempre coincidían.
Por su parte, Ucrania dijo que el nivel debería ser tan bajo como 30 dólares.
Primeras dudas
“Dado que los Urales se negocian actualmente muy por debajo del nivel del tope, en principio podría ser un buen acuerdo”, dijo Jorge León, de Rystad Energy.
Un factor que complica la situación es que el petróleo tiene un precio muy diferente en Asia. Allí, el grado clave ESPO cotiza a más de 70 dólares el barril. No está claro si todo ese crudo acabará por debajo del tope o no.
Cuando se planteó por primera vez la idea del límite de precios, muchos pensaron que era inviable sin la participación de compradores clave como India y Turquía, o sin sanciones extraterritoriales para disuadir de su incumplimiento e incentivar su adopción.
Ahora parece que Estados Unidos puede reclamar algún tipo de victoria si Rusia vende por debajo del límite. Washington también argumenta que si el petróleo ruso ya cotiza con un gran descuento, la amenaza del tope de precios puede llevarse parte del mérito. Por su parte, Polonia, tras largas negociaciones, ha conseguido algunas condiciones adicionales, entre ellas un mecanismo de revisión que se aplicará el año que viene.
Sin embargo, siguen existiendo dudas sobre su aplicación, ya que la UE ha suavizado sus normas y no hay sanciones secundarias que añadan fuerza. Una disputa sobre los seguros en Turquía podría seguir planteando problemas. Y la reacción del Kremlin sigue siendo una gran incógnita.
“Hay mucha incertidumbre sobre el grado de interrupción física del suministro de crudo ruso”, dijo Neil Beveridge, analista de petróleo de Sanford C. Bernstein, en una entrevista con Bloomberg.
-- Con la ayuda de Grant Smith, Alex Longley, Alaric Nightingale, Josh Wingrove, Christopher Condon, Kevin Whitelaw, Rachel Graham y Justin Sink.