Bolsonaro y sus seguidores llegaron a un estancamiento, según un politólogo

Christian Lynch, profesor del Iesp-Uerj, analiza en una entrevista con Bloomberg Línea las acciones de Bolsonaro tras las elecciones y su potencial motivación subyacente

Los bolsonaristas que bloquean carreteras son representativos de un nuevo movimiento, según el politólogo Christian Lynch
23 de noviembre, 2022 | 12:39 PM

Bloomberg Línea — El presidente Jair Bolsonaro y su partido, el Partido Liberal, han solicitado oficialmente la investigación y consecuente anulación de los votos de la mayoría de las urnas electrónicas utilizadas en las elecciones del 30 de octubre, algo que, de ser aceptado por el Tribunal Superior Electoral (TSE), le llevaría a la victoria.

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Para el politólogo Christian Lynch, profesor del Instituto de Estudios Políticos y Sociales de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Iesp-Uerj), el presidente se encuentra en una situación de estancamiento.

“Bolsonaro no puede reconocer la derrota porque es un mito, el hombre del pueblo que no puede ser derrotado a menos que haya habido fraude. Necesita fingir que es normal para poder escapar. Así que después del discurso, fue al Supremo Tribunal Federal (STF)”, dijo Lynch en una entrevista con Bloomberg Línea, en la que analizó las perspectivas políticas del presidente antes de la petición de anulación de las urnas.

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Lynch también comentó las manifestaciones populares que ocurieron tras el anuncio de la victoria del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores en la segunda vuelta de las elecciones del 30 de octubre. En el momento álgido de las protestas, hubo unos 560 bloqueos de carreteras simultáneos en 25 estados, según la Policía Federal de Carreteras de Brasil. En algunos estados, los manifestantes siguen acampados frente a los cuarteles del ejército.

Según Lynch, Bolsonaro “tiene algunos problemas que resolver”.

“Por un lado, tiene que mostrar fuerza” con la movilización de la parte de la población que salió a las carreteras y a los cuarteles a protestar, para que esto sea una baza en la vida política después de la presidencia, en un escenario que incluye las investigaciones en curso, según el politólogo.

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Esto incluye también evitar el ascenso de políticos de derecha que podrían amenazar una potencial candidatura a la presidencia en 2026, casos de Romeu Zema (gobernador reelegido de Minas Gerais) y Tarcísio de Freitas (gobernador electo de São Paulo).

Pero necesita el apoyo del sistema político, de esta gente que gobernó con él, y del STF”.

Entre los procesos judiciales que puede enfrentar Bolsonaro están las investigaciones por su presunta participación en la organización y financiación de “milicias digitales” para desestabilizar la democracia, las investigaciones por la supuesta difusión de desinformación y mentiras durante la pandemia y por la supuesta interferencia con la Policía Federal para protegerse a sí mismo y a sus hijos, todas ellas en curso en el STF.

El presidente aún debe ser juzgado en el Tribunal Superior Electoral (TSE) por su campaña electoral. Hay una acción de investigación por presunto abuso de poder económico por la creación de programas sociales en año electoral y otra acción similar por la presunta creación de un “ecosistema de desinformación” para llevar a los votantes a atacar el sistema electoral.

Lynch es licenciado en Derecho y doctor en Ciencias Políticas. Es miembro del Instituto Brasileño de Historia del Derecho (IBHD) y miembro honorario del Instituto Histórico y Geográfico Brasileño (IHGB), así como profesor de la Universidad Estadual de Río de Janeiro (Uerj).

Acaba de publicar, con el politólogo Paulo Henrique Cassimiro, también profesor de Uerj, el libro “Populismo Reacionário”, en el que analiza las raíces históricas del movimiento.

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Lea a continuación los principales extractos de la entrevista, editados para mayor claridad:

Bloomberg Línea: ¿Cómo analiza las manifestaciones de los bolsonaristas tras las elecciones?

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Christian Lynch: Lo que estamos viendo ahora ha salido de las redes sociales. Desde hace muchos años, una parte importante de los votantes brasileños ha sido envenenada con técnicas de movilización para desarrollar el odio a la república democrática. Esto ha sido facilitado por las redes sociales. Ellas han creado un terreno en el que la gente puede expresar sus instintos impunemente. Eso creó un lugar social de expresión política donde uno puede hablar libremente de sus prejuicios, sus instintos antisociales.

¿Cómo?

El problema de las redes sociales es que crean un mundo paralelo. Dentro de lo que se llama bolsonarismo hay mucha gente diferente. Están los contrarios al Partido de los Trabajadores, conservadores estatistas a los que les gusta el ejército, conservadores neoliberales. Y están los que se niegan a ser informados por la prensa. Estos crearon una especie de ecosistema informativo en la red social y fueron estas personas las que salieron a la calle.

Una cosa que me llamó la atención fue la resurrección del llamado “sebastianismo” en Brasil. Esa es la creencia de que Don Sebastián (rey de Portugal entre 1557 y 1578), desaparecido en la lucha contra los moros – contra los herejes, por tanto – volvería en algún momento.

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Es una cultura política que hay que estudiar. Es necesario entender cuál es la racionalidad, o la irracionalidad, que hace que la gente obedezca estos mandatos y crea que Bolsonaro dio un golpe o que el ejército va a intervenir.

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¿Y por qué esto pasa ahora?

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Porque hay este vacío informativo y la posibilidad de acaparamiento de un sector de los votantes que ya no responde a los estímulos republicanos y democráticos.

¿Es ahí donde entra Bolsonaro?

No sé hasta qué punto Bolsonaro controla eso. Pero para no ser detenido (eventualmente como resultado de las investigaciones en curso), él necesita modular las cosas y no creo que sepa hacerlo. Tiene miedo de crear tal desorden que pueda ser considerado responsable y detenido.

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Y tiene algunos problemas que resolver. Por un lado, mostrar poder, fuerza, le facilita la vida, porque dirán: ‘Dios mío, ¿vamos a detener a este tipo? Tan poderoso como es, con un chasquido de dedos puede levanta el país para crear el caos. ¿No es mejor dejarlo?’.

Pero necesita el apoyo del sistema político, de esta gente que gobernó con él, y del Supremo Tribunal Federal. Por eso el discurso en el que reconoció la derrota fue deliberadamente ambiguo.

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¿En qué sentido?

Bolsonaro no puede reconocer la derrota porque es un mito, el hombre del pueblo que no puede ser derrotado, a menos que haya habido fraude. Necesita fingir que es normal para poder escapar. Así que después del discurso, fue al STF. Hasta aquel momento, estaba aislado.

Lo que hace Bolsonaro es oscilar entre estos dos personajes, que existen porque necesita seguir impune. El problema es que no sabe hasta qué punto podrá mantener vivos a los dos personajes.

El cálculo es el siguiente: ¿cuánto puedo ser insurreccional sin que se destruyan mis puentes con el sistema político? ¿Cuánto puedo golpear a la democracia sin que ésta me destruya?

Durante la caída necesita la buena voluntad del sistema, pero no puede perder su capital político, que son estos radicales insurgentes. No creo que haya encontrado un punto medio que le haga sentirse cómodo.

Christian Lynch es politólogo y profesor de la Universidad Estadual de Río de Janeiro e investigador del ascenso de la extrema derecha en Brasil y en el mundo

¿Ve en el comportamiento de Bolsonaro una forma de evitar la desmovilización para lograr algún tipo de negociación?

Sí, por supuesto. Es precisamente eso. Necesita demostrar poder para poder negociar. Sería más fácil si no hubiera sido abandonado instantáneamente por sus aliados institucionales.

Hay otra razón por la que no puede desmovilizarse: va a salir del poder y tener competidores dentro de la derecha. Ciertamente, Romeu Zema, gobernador de Minas Gerais reelegido este año, y Tarcísio, gobernador electo de São Paulo y ex ministro de Bolsonaro no querrán permanecer a su sombra. Querrán la elección, ya sea oponiéndose a él o consiguiendo su apoyo para presentarse en 2026.

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¿Hay un cálculo electoral?

Sí, porque para que exista Bolsonaro, no puede haber una derecha moderada, sólo la extrema derecha para trabajar en base a la intimidación y destrucción de los competidores. Hay que recordar lo que hizo el presidente cuando apareció un competidor en la derecha, como Sergio Moro. Tiene que poner la máquina pública para machacar a estos tipos.

La oposición es comprendida como insubordinación, traición.

¿Ha identificado alguna relación entre lo que hace y dice Bolsonaro y lo que hacen sus partidarios en las ciudades y han hecho en las carreteras?

En el sebastianismo había una serie de comunicaciones que venían en sueños, había que interpretar las profecías oníricas. Y eso es lo que hace esta gente, sólo que su Don Sebastián está vivo.

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