Bloomberg Línea — La crisis socio-económica en Venezuela no ha encontrado fin, y la ausencia de respuestas concretas y sólidas por parte de la comunidad internacional que permita alcanzar una solución negociada, preocupa a actores políticos y académicos, que ven un desgaste en el proceso.
El escritor venezolano, Moisés Naím, miembro del Carnegie Endowment for International Peace se refirió a los recientes cambios que ha manejado la administración estadounidense con respecto a Venezuela, incluyendo los acercamientos a Nicolás Maduro en Caracas, y el intercambio de ciudadanos de ambos países detenidos.
El exministro de Fomento, Industria y Comercio de Venezuela (1989-1990) aseguró a Bloomberg Línea durante el evento empresarial CADE Ejecutivos 2022, en la ciudad de Lima, que además de la distracción que pueden estar generándole al presidente Joe Biden, otros temas de mayor índole, bien sea la guerra en Ucrania o el conflicto entre Taiwán y China, la “fatiga” hacia Venezuela, y lo qué ocurre diariamiente sin mayor acción entre los sectores políticos involucrados, es general.
¿Cómo se puede interpretar, según su visión, el más reciente comportamiento de EE.UU. hacia Venezuela y su relación con Maduro? ¿Se trata de mero pragmatismo, o se podría decir que ya la confianza hacia el interinato de Guaidó finalizó?
MN: Primero tenemos que recordar que Estados Unidos, la Casa Blanca, el presidente Joe Biden y su consejo de seguridad, están muy distraídos. Están desbordados. Vivo en Washington y lo veo a diario, tienen emergencias desde todas partes. Está la guerra entre Rusia y Ucrania, las fricciones entre Taiwán y China, la Unión Europea… en fin. Una lista grande, compleja y amenazante. Dentro de esa lista le cuesta a Venezuela tener mayor importancia, y cuesta encontrar el tiempo que se le necesita dedicar a la problemática venezolana.
“Por supuesto que a Estados Unidos. le gustaría que Venezuela pudiera producir más petróleo, pero eso es dificilísimo porque la empresa petrolera ha sido completamente destruida. Concretamente, la política de EE.UU. hacia Venezuela no se sabe”.
Moisés Naím, académico y escritor venezolano.
Es tan sencillo como que el ancho de banda que tiene el gob de EE.UU. no le da para hacer políticas serias, sólidas, bien pensadas y bien armonizadas. Lo que hemos visto es una lista de eventos, algunos muy torpes como la libertad que le otorgó el presidente Biden a los sobrinos de la pareja presidencial de Venezuela, que están indicados como narcotraficantes, y los soltaron a cambio de una transacción para dejar ir también a ejecutivos de otra empresa petrolera. Eso puede formar parte de una estrategia, pero no sabemos qué vino antes ni después. Fue un evento aislado, con consecuencias y razones ignoradas. Las prioridades nunca fueron explicadas. Entonces lo que hay hacia Venezuela por parte de EE.UU. no es una gran estrategia. Por supuesto que a Estados Unidos. le gustaría que Venezuela pudiera producir más petróleo, pero eso es dificilísimo porque la empresa petrolera ha sido completamente destruida. Concretamente, la política de EE.UU. hacia Venezuela no se sabe. Depende la hora, el día. En general, la política hacia Venezuela desde EE.UU. es incierta, difusa e imposible de entender.
¿Esa ausencia de certeza en la respuesta política desde Estados Unidos hacia Venezuela no tiene que ver con que se ha perdido la confianza sobre Guaidó?
MN: Lo que hay es una fatiga por Venezuela; es la fatiga de Guaidó, la oposición, el gobierno, entre otros. El mundo está harto de esta tragedia y los que nunca podrán estar hartos son los venezolanos que pagan las consecuencias de vivir en esta situación. Todos los días nos enteramos del fracaso, de una tragedia y tristeza humana inmensa. Pero la comunidad internacional está harta de Venezuela, donde no pasa nada, la oposición está fragmentada, el gobierno se aprovecha de eso de manera directa e indirecta, y ahora se discute la posibilidad de una consulta popular sin el cuándo, cómo o con qué seguridad para que sea transparente y seria.
Si llegara a finalizar el interinato de Guaidó en enero, como se ha filtrado, ¿cree que el gobierno de Maduro quedaría aún más atornillado al poder?
MN: Sí y no, porque no podemos olvidar que los EE.UU. tienen actualmente una recompensa de 15 millones de dólares a quien logre la captura del presidente Maduro. Eso ocurre al mismo tiempo que Jhon Kerry estuvo en la COP 27 y Maduro se acercó a estrecharle la mano. Esas son las contradicciones ilógicas que hay, pero tenemos que entender claramente que quien está con Maduro está con Rusia, con los narcotraficantes; con los peores elementos. El régimen de Maduro es uno donde el crimen organizado está en el poder.
¿Ve posible un nuevo rumbo en la política de la administración de Maduro una vez mejoren formalmente sus relaciones con Occidente, o considera que realmente no sería posible encontrar esa mejora?
MN: No hay tal cosa como la posición de Maduro. Es la posición de Cuba. Lo que la gente no entiende es que Venezuela no es solo un Estado fallido, sino que es un país ocupado. Hay una potencia extranjera que se llama Cuba y que tiene un rol importantísimo en la toma de decisiones de política pública, nombramientos de funcionarios, en la postura ante el mundo, la política internacional y de inversión. Maduro no hace nada sin consultar ni tener el apoyo del gobierno cubano. Las llaves del Palacio de Miraflores en Caracas están en Cuba. En Venezuela muy poco se podrá lograr si no se tiene el apoyo de los cubanos.
¿Cree que la oposición en un escenario tan complejo logre fortalecer una candidatura única de cara a las próximas elecciones presidenciales?
MN: Lo que hemos visto alrededor del mundo es que los autócratas son muy eficientes fomentando la fragmentación de la oposición. Lo que vemos es que en Venezuela ya hay una categoría de políticos a los que se les llama alacranes, que son reconocidamente financiados por el gobierno, y que se quieren parecer, se maquillan y disfrazan de demócratas que luchan por la democracia, cuando en realidad son peones que utiliza el régimen de Maduro para mantenerse en el poder. Es fácil pronosticar que la oposición en Venezuela está y seguirá fragmentada porque hay muchas fuerzas ocultas, furtivas y eficientes, que hacen que no se tenga la capacidad de enfrentar el régimen de Maduro, con un apoyo internacional de China, Turquía, Rusia y Cuba, y es una oposición que está a la merced de esta organización criminal.
¿Cómo percibe la tripleta Colombia-Venezuela-Brasil y su impacto en la región?
MN: Es muy temprano para decir qué es lo que el presidente Lula Da Silva va a hacer. Todo parece indicar que quiere tener una presencia internacional suya y del país, y que el mejor camino para tener eso es volverse más eficaz en la lucha contra el cambio climático y concretamente contra la deforestación que hay en Brasil, clave para el resto del mundo. Sobre Venezuela estoy seguro que ambos -Brasil y Colombia- están buscando maneras de lograr que el régimen de Maduro tenga conductas más democráticas o menos salvajemente represoras. Hay que recordar que el régimen de Maduro tiene como política de Estado la tortura, el secuestro y la desaparición de personas. Estar en contra de Maduro es estar en contra de la tortura como instrumento de Estado. Eso está dicho muy formalmente y rigurosamente por instancias como las Naciones Unidas, que han examinado la situación de represión política que hay en Venezuela.
¿Qué le depara a Venezuela y su petróleo el próximo año? ¿Se puede aprovechar desde el país esta demanda global por petróleo que Venezuela justamente tiene?
MN: Venezuela tiene petróleo y no lo tiene. Hay como 100 mil barriles diarios adicionales que podría estar produciendo Venezuela, una cifra importante que mantendría a Maduro oxigenado y con dinero, pero que no va a resolver los problemas del país y ciertamente tendrá un impacto en mercados petroleros y energéticos a nivel global. El problema es que el gobierno de Hugo Chávez, que luego continuó con ferocidad en manos de Maduro, ha destruido la capacidad petrolera del país. La empresa petrolera de Venezuela no tiene la capacidad para llevar adelante lo que haría posible que produzca nuevamente un millón de barriles diarios o más. Venezuela podría producir esa cantidad al día o más. Eso se abandonó y Venezuela hoy produce menos de un millón de barriles. Para producir un tanto más hacen falta decenas de miles de millones que nadie está dispuesto a invertir en un país tan inestable y tan difícil como Venezuela.