Millones de fanáticos del fútbol en el mundo sueñan con ver a sus selecciones ganar un Mundial por la gloria deportiva que ello representa, sin preocuparse en si esto genera un rédito económico para el país. Sin embargo, aunque ellos no lo sepan, ganar una copa del mundo puede generar algunos beneficios marginales en sus sociedades.
Un estudio académico del economista Marco Mello, investigador de la Universidad de Surrey (en el Reino Unido), demostró que ganar una copa del mundo en fútbol masculino puede añadirle al Producto Interno Bruto (PIB) del país campeón 0,25 puntos porcentuales trimestrales en los dos trimestres posteriores a la conquista. ¿Sucederá lo mismo con el que triunfe en Catar 2022?
¿Cómo incide ganar el Mundial de fútbol en la economía?
El estudio de Mello se basa en datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y parte desde 1961. El economista lo que hace es comparar el crecimiento que tuvieron los países campeones con el contrafáctico de cómo les hubiese ido en caso de no obtener la copa. Para ello, utiliza estrategias econométricas.
“El análisis ha demostrado que ganar la Copa Mundial de la FIFA conduce a un aumento estadísticamente significativo del crecimiento del PIB, solo en los dos trimestres siguientes a la victoria de la Copa Mundial”, especifica el estudio.
Y añade: “Durante este periodo, el crecimiento trimestral del PIB es, según las estimaciones más conservadoras elaboradas por este estudio, 0,25 puntos porcentuales más alto si se compara con una situación contrafactual en la que no se hubiera ganado la Copa del Mundo”.
Brasil, un caso a destacar
Mello explica que el efecto económico positivo de ganar un Mundial “parece estar impulsado por un mayor crecimiento de las exportaciones y por una mejora general de la balanza comercial”.
Además, añade que la mejora en la balanza se observa especialmente en el triunfo de Brasil en el Mundial de Corea - Japón 2002.
“Posiblemente se deba al mayor atractivo internacional del que goza un país tras ganar la más renombrada de las competiciones de fútbol”, indicó Mello.
Respecto de los países latinoamericanos, cabe señalar que los triunfos de Argentina en 1978 y 1986 presentan un problema de estudio, ya que el país no contaba con series trimestrales de PIB en aquel momento. Por lo tanto, el estudio toma la experiencia argentina como de “control” pero no para el tratamiento. Algo similar ocurre con Brasil en el caso de los mundiales que ganó 1958, 1962 1970 y 1994 (el país cuenta con series trimestrales desde 1996).
Por otro lado, Uruguay fue campeón mundial en 1930 y 1950, por lo que sus triunfos no entran como casos de estudio.
Organizar no da beneficios
Así como ganar un mundial puede tener un derrame sobre la economía, no ocurre lo mismo con ser país organizador. Al menos así lo determina el estudio de Mello: “El análisis reportado en este trabajo ha sugerido que ser el país anfitrión de la Copa Mundial de la FIFA no aporta ningún beneficio económico significativo, al menos a corto y medio plazo. Por lo tanto, este trabajo ha reportado hallazgos también en línea con la literatura que arroja dudas sobre los retornos económicos efectivos de ser sede de grandes eventos deportivos”.