A los privados cada vez les resulta menos atractiva la idea de financiar al Gobierno argentino y peor aún si se les pide plazos más largos. Una muestra de ello se vio en el canje de deuda en pesos que se llevó a cabo el 10 de noviembre: el equipo de Sergio Massa buscaba “patear” para el año que viene los vencimientos del último bimestre y solo consiguió un 61,4% de aceptación. Si se tiene en cuenta que alrededor del 55% de los títulos estaban en manos de entes estatales, se llega a la conclusión de que la participación privada fue prácticamente nula.
“Los inversores privados casi no entraron al canje, a pesar de que el Tesoro ofreció instrumentos cortos con la mejor estructura posible (duales, que pagan el máximo entre inflación y devaluación)”, detalló un informe del bróker Facimex Valores.
El problema de la deuda en pesos no es nuevo: desde octubre las licitaciones vienen terminando cada vez más ajustadas en cuanto a financiamiento extra y el Banco Central ha tenido que volver a emitir pesos para comprar deuda en el mercado secundario y sostener los precios, además de aportar liquidez para que los privados sigan entrando a las subastas.
“Estimamos que desde el 12 de octubre el BCRA compró deuda en pesos por $213.000 millones”, sostuvo un informe de Facimex Valores, publicado horas antes del fallido canje de deuda.
Dificultades para extender vencimientos
Un informe de Delphos Investment destacó las dificultades del Gobierno para extender vencimientos a más de 6 -7 meses, cuando la incertidumbre preelectoral impulsa la demanda de títulos de muy corta duration. En este sentido, subraya el documento, “los vencimientos remanentes hasta fin de año (alrededor de un billón de pesos), más la financiación del déficit primario estacionalmente alto en diciembre mantienen el escenario desafiante para el Tesoro, que deberá afinar el menú de instrumentos para lograr el roll-over necesario”.
Desde Aurum Valores puntualizaron que el canje mostró un problema que viene de arrastre: “Una demanda muy pobre que reflejaría un aumento del riesgo de saturación que venimos marcando en el mercado de pesos”.
Según un informe de GMA Capital, “la vacilación sobre lo que pueda llegar a pasar más allá de 2023″ le imposibilita al Gobierno colocar instrumentos por fuera de ese plazo. En consecuencia, la gran mayoría de los instrumentos que coloca vencen en el próximo año. “Con este nuevo canje, los compromisos en 2023 superan los $10,4 billones, o US$65.000 millones al tipo de cambio oficial. Esto marcaría un récord de vencimientos de deuda en pesos como porcentaje del PIB en relación a los últimos años”, destaca el escrito.
Presión al dólar y la inflación
“El ruido en la curva de pesos y que las licitaciones vengan flojas, sobre todo en un parte del año en que el déficit fiscal es más alto, genera el riesgo de que el Banco Central (BCRA) tenga que intervenir más y deteriore aún más su balance”, consignó el director de Anker Latinoamérica, Martín Vauthier.
El economista explicó que esos que emite el BCRA son retirados mediante la colocación de pasivos remunerados. “Eso se refleja en más inflación para licuar los pasivos y evitar la espiralizarían en el ratio de pasivos a PIB. Eventualmente, hay riesgo de una filtración hacia mayor brecha cambiaria”.
En una tónica similar, Nicolás Rivas, trader de Buenos Aires Valores S.A., expresó: “Si el Banco Central tiene que salir a comprar más títulos públicos para sostener la curva, se va a incrementar la bola de pesos y va a sumar presión a los dólares financieros”.
Rivas aclaró: “No veo una explosión del dólar, a menos que aparezca un cisne negro, pero no creo que el dólar pueda mantenerse en estos valores nominales”.
Qué pasa si no aparecen los pesos
Más allá de los temores por presión al dólar o a la inflación, uno de los problemas inmediatos que se le presenta al equipo de Sergio Massa es el de conseguir los pesos para cerrar el año financiero: cabe señalar que el ministro de Economía ha reiterado en más de una oportunidad que el Gobierno no quiere pedirle asistencia directa al Banco Central, más allá de que el Banco Central termina asistiendo al comprar bonos en el mercado secundario.
“Si no se logra seducir al mercado, (cuando lleguen los vencimientos) el Gobierno va a tener que elegir entre pagar y defaultear”, advirtió Francisco Mattig, portfolio manager de Consultatio.
Mattig aclaró que en este último escenario podrían existir diversas alternativas como: reperfilar, no pagar, entregar un bono a varios años u obligar a los agentes (bancos, aseguradoras, entre otros) a suscribir.
También, resaltó: “Y pagar sin rolleo significaría imprimir y ya partimos de una inflación arriba del 100%”. Ante estos dos escenarios posibles, Mattig concluyó: “Ninguno de los dos es bueno”.
Ante estas posibilidades, seguramente el Gobierno tenga que buscar la forma de ofrecer una mejor zanahoria al mercado, para no tener que caer en algunas de las alternativas descriptas.
“El canje de deuda dejó sabor a poco y así es que deberán lanzarse nuevas operaciones en busca de sumar a más inversores privados y así poder ir despejando los crecientes y concentrados vencimientos por delante”, alertó el analista de mercados Gustavo Ber, de Estudio Ber.