Buenos Aires — La victoria de Lula da Silva vuelve a reconfigurar el mapa de América Latina. El ajustado triunfo del líder del Partido de los Trabajadores (PT) en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales bien podría ser interpretada como un giro hacia la izquierda. Pero también podría leerse como la continuidad de un ciclo que se inició en 2018 y que refleja el descontento de las sociedades frente a los oficialismos en la región.
Luis Inácio Lula da Silva derrotó ayer a Jair Bolsonaro y desde el 1° de enero de 2023 iniciará su tercer mandato como presidente de la República Federativa de Brasil. Obtuvo el 50,9% de los votos, frente al 49,1% que registró el actual jefe de Estado brasileño, un resultado que expone la fuerte polarización que se vive en el país vecino.
El regreso de Lula fue celebrado por referentes de la izquierda latinoamericana y por el Gobierno argentino, que se entusiasma con que el resultado de Brasil pueda interpretarse como un guiño de cara a 2023. El presidente Alberto Fernández, de hecho, ya emprendió viaje rumbo a San Pablo, donde planea reunirse con el líder del PT. La vicepresidenta Cristina Kirchner, en tanto, expresó en redes sociales que le agradecía al pueblo brasileño y a Lula “por devolverle la alegría y la esperanza a nuestra América del Sur”.
“Ganó Lula, bendito pueblo de Brasil. Habrá igualdad y humanismo”, expresó por su parte el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
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¿Ideología o hartazgo?
Sin embargo, una segunda interpretación del resultado de ayer podría representar una señal de alarma para el Frente de Todos. Es que según señalaron los politólogos Andrés Malamud e Ignacio Labaqui, el triunfo de Lula marca la continuidad de un ciclo que se inició en 2018 y que tiene como denominador común los triunfos opositores más allá de las ideas de los candidatos.
“La izquierda ganó 6 de las últimas 11 elecciones presidenciales en Sudamérica. La oposición, 10 de 11. Más que la ideología, manda el hartazgo”, expresó Malamud a través de un mensaje en redes sociales. El politólogo e investigador de la Universidad de Lisboa agregó allí un gráfico que muestra los resultados que avalan esa interpretación.
Labaqui, en tanto, amplió algo más el espectro. El analista político y profesor en UCA y UCEMA incluyó los resultados de toda América Latina entre 2018 y 2022. De los 19 comicios celebrados, en solo dos triunfó la continuidad. “Parece que continúa la ola de oficialismos perdidosos en América Latina nomás”, indicó a través de un mensaje publicado en su cuenta de Twitter.
¿Giro al centro?
Otra lectura aporta la doctora en ciencias políticas Constanza Mazzina, quien en 2021 integró la lista de precandidatos a Diputados Nacionales por la Ciudad de Buenos Aires de Juntos por el Cambio que encabezó Ricardo López Murphy. A su entender, hay al menos tres lecturas que pueden hacerse del triunfo de Lula de ayer.
En primer lugar, recordó que “se trató del triunfo de una gran coalición opositora”, ya que “el vicepresidente electo, Geraldo Alckmin, es un candidato más de centroderecha que de centroizquierda, como podría ser Lula”. Por ello, añadió: “Me parece que es una gran coalición que giró hacia el centro para ganarle a Bolsonaro. Incluso el ex presidente Fernando Henrique Cardoso le dio su apoyo a Lula”.
Por otra parte, Mazzina hizo hincapié en que el resultado de ayer mostró la “enorme grieta” que hay en Brasil. “La grieta es política pero también territorial. Algo similar se evidenció en las últimas elecciones de Ecuador, donde la sierra y la costa votaron diferente. También pasó en Argentina en 2019″, dijo.
Por último, la doctora en ciencias políticas apuntó que, dada la heterogeneidad de esta coalición opositora, será crucial conocer cómo se conforma el gabinete para ver cómo puede impactar el resultado para el resto de la región.
Y en ese sentido, añadió: “Yo no estaría tan eufórica como está el Gobierno argentino. Tampoco hay que estar decepcionada. Hay que ver todavía cómo se comporta la coalición, considerando que el mayor socio comercial de Brasil es China, cómo van a evolucionar las relaciones con Estados Unidos y en última instancia, con el Mercosur”.