Bloomberg — Una población hacinada en megaciudades atestadas, transporte deficiente, infraestructura en ruinas y una atención médica inadecuada se tradujeron en que América Latina tuvo una difícil pandemia de Covid-19. Y la recuperación también ha sido complicada.
Los inversionistas nunca tuvieron mucha fe en los políticos de la región, pero esa fe se ha erosionado aún más. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé un crecimiento regional del 3,5% este año, que se desacelerará al 1,7% en 2023. La participación de América Latina en el PIB mundial caerá al 7,3% este año, desde el 8,5% hace una década, y es probable que siga disminuyendo, según estimaciones del FMI.
México y Brasil son excepciones. Ninguno de los dos países manejó bien la pandemia. El primero casi la ignoró, mientras que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, promovió curas no probadas, pero aumentó tanto el gasto social que la pobreza realmente cayó en 2020, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). No obstante, ambos están en una forma relativamente buena. Eso se ha reflejado en los precios de los activos.
El peso mexicano opera estable por estos días: se ha negociado en un rango de entre 19,75 y 20,5 por dólar durante más de dos meses. De hecho, ha estado regresando a 20 por dólar desde finales de 2020. El país estaba coqueteando con la recesión antes de que llegara el Covid-19, pero ahora está registrando un crecimiento sólido con un desempleo cercano al mínimo posterior a la crisis financiera mundial. La mayor amenaza para México es que importe una recesión de su vecino del norte, Estados Unidos.
Por su parte, el banco central de Brasil reaccionó temprana y agresivamente a la inflación. Ahora es uno de los primeros en detener las alzas de tasas. El desempleo ha caído al nivel más bajo desde fines de 2015. Los economistas elevaron sus pronósticos de crecimiento de este año al 2,7%, desde un 0,5% proyectado en abril. Las encuestas sugieren que el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva sigue siendo el favorito para ganar la segunda vuelta de las elecciones de Brasil que se realizarán este fin de semana, pero las probabilidades se han reducido. Los activos probablemente reaccionarían favorablemente a una victoria de su rival, el actual presidente Bolsonaro, aunque los inversionistas en ASG (ambiental, social y de gobernanza corporativa) podrían encontrar un Brasil más favorable bajo un Gobierno de Lula.
Cuando Fitch rebajó el miércoles 26 de octubre la calificación de Argentina a CCC- , citó “profundos desequilibrios macroeconómicos y una posición de liquidez externa altamente restringida”. Argentina es un ejemplo extremo, pero otros países de la región también están sufriendo. La moneda de Colombia se ha desplomado alrededor de un 5% en el último mes, el peor desempeño de los mercados emergentes, a medida que los inversionistas huyen del país por la preocupación que les genera la agenda del presidente izquierdista Gustavo Petro. Se espera que el banco central vuelva a subir el viernes su tasa de política monetaria en 100 puntos base y señale que hay más por venir.
El déficit de cuenta corriente de Colombia será de 5,1% este año y el déficit de cuenta corriente de Chile terminará 2022 en 6,7% del PIB, según estimaciones del FMI. El de El Salvador será del 8,9%. No obstante, el de Brasil será del 1,45% y el de México del 1,2%.
Lea más en Bloomberg.com
©2022 Bloomberg L.P.