El poder casi absoluto de Xi en China inyecta más riesgo a un mundo caótico

En vez de celebrar la gran estabilidad que ofrece Xi con sus 69 años, numerosos analistas de China se preocupan de que ninguno le haga saber cuándo se equivoca

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Bloomberg — Pocos minutos después de una jugada de fuerza que asombró hasta a los expertos de China más experimentados, un risueño Xi Jinping ofreció una visión positiva para los años venideros.

Tras destacar cómo el Partido Comunista consiguió acelerar el desarrollo de la economía y la estabilidad de la sociedad china en el transcurso de las últimas 4 décadas, el presidente Xi se ha comprometido a continuar con la apertura de la 2ª economía global y a seguir conectada al mundo. Dijo que el partido ajustaría sus objetivos a los 1.400 millones de ciudadanos del país y que continuaría luchando por proporcionarles “una mejor vida”.

“La solidez de sus principios básicos no sufrirá ningún cambio”, afirmó Xi ayer domingo para cerrar la doble reorganización de los máximos líderes del partido, en alusión al sector económico de la nación. “Y seguirá manteniendo una trayectoria positiva a la larga”.

Al reunir a los organismos chinos más poderosos con sus aliados, Xi se aseguró el cumplimiento de esas promesas, seguramente al menos durante otros 10 años, porque no designó eventuales sucesores claros. No obstante, en vez de celebrar la gran estabilidad que ofrece Xi con sus 69 años, diez menos que el presidente de EE.UU., Joe Biden, numerosos analistas de China se preocupan de que ninguno le haga saber cuándo se equivoca.

“Todos estos son funcionarios que llegaron al más alto nivel de poder al mostrarse de acuerdo con Xi Jinping en todo y al ponerse de su lado constantemente”, dijo Víctor Shih, profesor asociado de ciencias políticas en la Universidad de California, San Diego. “No comenzarán a cuestionar sus decisiones independientemente de los méritos de dichas decisiones”.

El yuan y las acciones chinas negociadas en Hong Kong cayeron a los niveles más bajos desde la crisis financiera mundial de 2008 el lunes, ya que los datos económicos mostraron una recuperación mixta y crecieron las preocupaciones de que Xi continuará con políticas como Cero Covid-19 y una represión contra las empresas de tecnología.

La prioridad que Xi le dio a la lealtad en los ascensos al Politburó y su Comité Permanente supremo representa un cambio radical en China, donde los líderes anteriores habían valorado el liderazgo colectivo y habían creado divisiones entre el partido y el Estado después del caótico Gobierno de Mao Zedong que terminó con su muerte en 1976. Esos cambios políticos hace décadas sentaron las bases para reformas favorables al mercado que impulsaron el rápido auge de China para desafiar a EE.UU. por la supremacía global.

Xi ahora apuesta a que puede mantener el punto de apoyo económico de China en un mundo cada vez más hostil a los intereses chinos, incluso cuando deja de lado un modelo de gobierno históricamente exitoso en favor de un control más centralizado.

Los peligros de Gobiernos en manos de un solo hombre se han vuelto imposibles de ignorar este año después de que el presidente ruso, Vladímir Putin, desató una guerra contra Ucrania, un conflicto que continúa agitando los mercados globales y avivando la inflación en todo el mundo. Aunque no hay señales de que Xi se esté preparando para invadir Taiwán en el corto plazo, a pesar de las crecientes advertencias de EE.UU., su propia ideología se ha vuelto cada vez más dominante en la formulación de políticas.

Con la asistencia de Tom Hancock, Sarah Zheng y Luz Ding.

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