Buenos Aires — “Si mantenemos esta política vamos a tener la pobreza que tiene Venezuela, que es del 90%. Tenemos que salir de esto”. De esa forma comenzó a cerrar su entrevista con Bloomberg Línea el exministro de Hacienda durante el Gobierno de Mauricio Macri, Nicolás Dujovne, en una referencia a las posibles consecuencias de la inercia inflacionaria en Argentina, el cepo y la brecha cambiaria.
El economista fue ministro durante la etapa más álgida de la administración macrista: la corrida cambiaria del 2018. De esa experiencia, que tuvo como desenlace el otorgamiento a la Argentina del mayor crédito en la historia del Fondo Monetario Internacional (FMI), y, finalmente, la derrota electoral del oficialismo en el 2019, Dujovne hace una autocrítica singular. “Argentina tendría que haber corregido el déficit más rápido”, afirma.
El Gobierno estuvo regando la plantita de la hiperinflación durante toda la administración Fernández-Guzmán.
Nicolás Dujovne.
De cara a las elecciones presidenciales del 2023, Dujovne niega estar trabajando en un plan económico para Mauricio Macri, y sostiene que dialoga con los distintos referentes de Juntos por el Cambio. En ese sentido, evita declararse a favor de algún candidato en particular.
Para el ex funcionario, el próximo Gobierno deberá hacer “una tarea de docencia muy clara” para generar tolerancia en la sociedad para implementar un ajuste que logre bajar la inflación y estabilizar la economía en general.
La siguiente conversación fue editada por motivos de extensión y claridad.
¿Por qué promover una moneda común con Brasil y no la autonomía del Banco Central, para controlar la emisión e indirectamente el déficit?
No son para nada excluyentes, van de la mano. Es una de las alternativas que Argentina tiene que evaluar. Todas tienen que partir de la base de un Banco Central independiente que deja de emitir dinero, para bajar la inflación, o sea, que deja de financiar al tesoro. Algún arreglo monetario que institucionalice un poco más los límites al BCRA, como una moneda con Brasil, tiene ventajas sobre, por ejemplo, la dolarización. Los shocks a los que estamos expuestos, la correlación entre los términos de intercambio entre la Argentina y Brasil, es una correlación positiva cercana a 0,5. Si uno mira los últimos 40 años, la correlación entre los términos de intercambio entre Argentina y Estados Unidos es negativa, y estamos expuestos a shocks distintos; la otra ventaja es que tendría que haber un Banco Central supranacional, por encima de los bancos centrales de aquellos que adhieran a la moneda, que eventualmente podrían ser más países. Seguiríamos teniendo un Banco Central que hace política monetaria en términos de los shocks a los que está expuesto la región, y el riesgo de reversibilidad sería mucho más bajo.
Pero, si se logra reducir el déficit y contener la emisión, como lo han hecho países como Perú y Uruguay en los últimos 30 años, ¿es necesario ir a una moneda común o a una dolarización?
En nuestro gobierno intentamos el camino de generar las condiciones para bajar la inflación construyendo credibilidad de largo plazo y eliminando el financiamiento monetario del déficit. Ahora, si uno hace un acuerdo monetario con un país que ya ha bajado la inflación, puede construir credibilidad sobre la base del Banco Central al cual se está sumando. Puede acelerar la convergencia a una tasa de inflación más baja, porque construir credibilidad en los países que vos mencionas les ha llevado un proceso de 10 a 15 años. Uno puede decir: “No, mire, yo quiero mantener mi moneda y voy a soportar los 10 años que lleva converger a una inflación similar a la internacional, voy construyendo mi credibilidad”. Entonces ahí uno tiene un tiempo contra construir la credibilidad en la moneda propia…
Un atajo, digamos.
Un arreglo multilateral o bilateral con otra moneda implica un límite más grande que le pone frenos a la política. Es más difícil romper luego el no financiamiento al tesoro. Esas son probablemente las dos ventajas: velocidad y capacidad del Banco Central de resistir las presiones. Pero por supuesto, Argentina puede transitar también el camino de construir una moneda fuerte, sólida, con inflación similar a la internacional, eso implica mucha disciplina fiscal, implica que la política tiene que realmente reconocer la importancia del equilibrio fiscal de largo plazo. Tenemos que entenderlo: No hay maniobras monetarias que vengan a salvarnos a los argentinos del problema inflacionario si no resolvemos el problema macroeconómico más importante que tenemos, que es un déficit fiscal crónico.
¿Creés que en 2023, en comparación a lo que fue el 2015, podría haber una mayor tolerancia al ajuste en la sociedad?
La gran diferencia que tenemos en 2023 con respecto a 2015 está en los síntomas. En 2015 la enfermedad fiscal que tenía la Argentina era muy grande. El nivel de gasto público era gigantesco, el atraso tarifario también. Era todo muy parecido a lo que tenemos hoy. Las reservas netas eran negativas. La única diferencia es que vamos hacia una inflación de tres dígitos, y entonces finalmente la sociedad percibe el costo de los desarreglos fiscales. Hoy hay una demanda de estabilidad muy grande, lo cual no quiere decir que cuando uno baje las medidas que hay que tomar para solucionar el desarreglo fiscal, la sociedad acuerde. Hay que hacer una tarea de docencia muy clara con lo que hay que hacer para eliminar la inflación y evidentemente tiene costos de corto plazo, pero que comparan contra los costos que tenemos hoy de haberlo hecho. Hay que poner todo en la balanza, explicárselo a la sociedad y yo creo que hoy está mucho más madura para enfrentar el problema fiscal que en 2015 cuando los síntomas eran menos visibles.
¿Estás trabajando en un plan económico para Mauricio Macri?
Yo pertenezco al espacio político y hablo con los referentes de nuestro espacio, no estoy elaborando un programa económico específico.
¿Elegiste a un candidato para apoyar entre los que se están nombrando?
Es muy temprano, es muy temprano, y vamos a ver qué candidatos tenemos para competir cuando sea el momento. Yo creo que Juntos por el Cambio tiene muy buenos candidatos, muy competitivos y todos con propuestas que coinciden en un porcentaje muy alto. Luego hay matices.
Volviendo a la gestión anterior, ¿qué pesó más para vos a la hora de gatillar la corrida del 2018, el impuesto a la renta financiera que impulsó Sergio Massa o la famosa conferencia de prensa del 28 de diciembre?
No. Si mirás el desempeño de los spreads de Argentina en 2018 son una copia de lo que le ocurrió a los países que estaban en una situación de mayor fragilidad en términos de déficit fiscal, déficit en la cuenta corriente… Argentina tuvo el mismo desempeño en términos soberanos en 2018 que los que tuvo Egipto. Entonces, lo que Argentina tuvo fue una sequía muy grande que nos costó unos US$10.000 millones de oferta de divisas con los que contábamos en ese año. Y cuando empiezan a subir las tasas en Estados Unidos, los créditos que todavía tenían fragilidades tuvieron correcciones importantes. Estábamos ajustando ya bastante fuerte nuestra posición fiscal, pero nos agarró cuando todavía teníamos necesidades de financiamiento bastante grandes. Para mí fue el timing de cuándo llegó el cambio en la política monetaria y fiscal en Estados Unidos, en términos de dónde estaba nuestro programa fiscal en ese momento.
¿Y qué autocrítica hacés de lo que se podría haber hecho mejor para evitar haber llegado a esa suba de tasas con tanta vulnerabilidad?
Argentina tendría que haber corregido el déficit más rápido, sin dudas que el déficit tendría que haber sido corregido más rápido. Nosotros en 2017 ya bajamos el gasto público a dos puntos del PBI, entonces cuando comenzó mi gestión comenzamos una corrección acelerada de la situación fiscal, pero creo que la administración debería haber empezado desde el día uno priorizando el objetivo fiscal por sobre otros objetivos que también estuvieron, que si uno lo mira uno por uno individualmente, eran muy valiosos, pero creo que había que poner por delante el objetivo de una reducción del déficit muy rápida para evitar estar expuestos a un shock como el que tuvimos en 2018.
¿No hubiese sido mejor frenar esa corrida en el momento con un cepo temporario, para sentarse y dialogar?
Si vos mirás el efecto del cepo, lo que le está pasando hoy a la Argentina, te das cuenta de por qué los países rehúyen la imposición de controles de capitales. No vas a encontrar muchos países en el mundo que tengan control de capitales y que les vaya bien. De hecho, la Argentina dejó de crecer desde el 2011, que tuvimos la imposición del cepo cambiario. Nuestra política estaba orientada a normalizar la economía, y normalizar la economía quería decir no reestructurar la deuda, no tener cepo, eliminar el déficit fiscal. ¿Por qué crecen los países? Porque invierten con costo de capital bajo. Esa es la manera en la cual la productividad es más alta y los salarios son más altos. No hay otro camino, y, para ello, atarse al mástil de las políticas sanas y no volcarse a políticas que rompen contratos, que generan daños a largo plazo. Es muy importante, entonces creo que haber preservado el mercado cambiario, funcionando normalmente, no haber reestructurado la deuda. En 2019 la inflación ya estaba bajando. Llegamos a las PASO con una inflación del 2,1% en el mes de junio y en agosto la inflación ya estaba convergiendo a 1,5%. La inflación ya estaba bajando sin que hayamos atrasado el tipo de cambio, frenado las tarifas, sin artificios insostenibles, haciendo políticas sanas, y la economía estaba lista para volver a crecer. Eso se frena, claro, luego del cambio de administración.
Entonces, en una situación similar, ¿volverías a acudir al Fondo? ¿Esa fue la decisión correcta? ¿Es sostenible el perfil de vencimientos de deuda de Argentina que empieza en 2024?
La sostenibilidad de los vencimientos de la deuda siempre depende de la situación fiscal. El gobierno cuando reestructuró la deuda en 2020, lo hizo de una manera que dañó la credibilidad de Argentina. El riesgo país nunca bajó de 2.000 puntos, porque Argentina le pidió a los acreedores empujar los vencimientos de capital algunos años y tener cupones de interés a tasas a cero por unos años, pero mientras tanto, en vez de generar las condiciones fiscales para el repago de esa deuda más adelante, se embarcó en un aumento del déficit fenomenal. Cuán sostenibles son los vencimientos del 2024 en adelante, que es cuando los cupones empiezan a subir y los bonos se empiezan a amortizar, depende de qué se haga fiscalmente en la próxima administración. Si vamos a una corrección fiscal bastante rápida vamos a poder convivir con el aumento en los vencimientos de la deuda. Si no tenemos una corrección fiscal rápida, por supuesto tendremos problemas. Hay que sanear las cuentas públicas rápidamente y enfrentar lo que le toque enfrentar a la Argentina en los años que vienen por delante.
Entonces sí considerás que fue la decisión correcta acudir al Fondo en ese momento, y por ese monto.
Sí, sin duda, sin duda, y es lo que estaba permitiendo que la Argentina atraviese esa sequía transitoria de financiamiento sin entrar en default, sin tener que poner un cepo. Ya vemos cuáles son los costos del cepo y los costos de la mega emisión de dinero, porque la alternativa que tenía la Argentina en ese momento era imprimir dinero. Estamos viendo el costo en términos de pobreza, de inflación, de emigración, de pérdida de capital humano, de chicos que no ven futuro en la Argentina y se van a trabajar a otros países, de pulverización de los salarios. Y éste panorama es el que se va a empezar a revertir cuando cambie esta administración a partir de diciembre de 2023.
¿Cómo bajás a tierra lo que representa el riesgo del déficit cuasifiscal? ¿Ves un riesgo de hiperinflación?
El Gobierno estuvo regando la plantita de la hiperinflación durante toda la administración Fernández-Guzmán, y con una acumulación de déficit fiscal muy grande, financiado con emisión, que luego eran retiradas con deuda del BCRA. Hoy la Argentina tiene 10 puntos del PBI de deuda del BCRA, que corre a una tasa efectiva del 100% anual, y genera una oferta de dinero de 10 puntos del producto, que hace imposible que la tasa de inflación baje. Sin corregir ese problema la Argentina no va a tener una tasa de inflación más baja, y cada peso que emitimos por el déficit cuasi fiscal es equivalente a cada peso que emitimos para financiar el déficit fiscal. Hoy el Gobierno está muy enfocado en lograr ahorros mediante la segmentación tarifaria, que no pudo ni siquiera implementar. El Gobierno sube la tasa de interés de las Leliq para controlar la brecha cambiaria. Por un lado emite dinero por ese aumento de la tasa, y el aumento de la tasa lo genera para intentar controlar la brecha cambiaria. Eso muestra lo disfuncional que es tener regímenes de controles de capitales tan fuertes. Brechas cambiarias de este tipo son insostenibles, por lo cual hasta que la Argentina no unifique el tipo de cambio y reduzca su déficit fiscal y luego de reducir el déficit fiscal reduzca el cuasi fiscal, la inflación no va a bajar. Sería fantástico que pudiera hacerlo esta administración. No parece que estén enfocados en eso. Todos los días vemos más y más medidas de controles de las importaciones, pero es claro que eso no va a funcionar.
Volviendo al Fondo ¿cómo estás viendo la aparente flexibilidad que está teniendo respecto al cumplimiento de las metas del programa? ¿Creés que es algo puntual de la relación con éste gobierno, o que va a seguir así?
El Fondo ha tenido problemas no sólo con Argentina sino con muchos otros países en sus últimos programas, y lamentablemente también ha perdido credibilidad. Hoy el sello del Fondo no genera lo mismo en términos de credibilidad para el país que suscribe el programa, que es lo que ocurría hace algunos años. De hecho hay muchos de sus programas a lo largo del mundo con un fuerte componente de financiamiento monetario de los déficits. En términos de permitir a los países volver al mercado de deuda voluntaria, los programas del FMI han sido bastante más pobres que lo que ocurría varios años atrás. El Fondo ha tenido serios problemas de diagnóstico en términos de la resurgencia de la inflación en el mundo. No pudieron advertir que las mega expansiones fiscales y monetarias durante la pandemia iban a tener el efecto inflacionario que tuvieron a lo largo del mundo. En el caso de Argentina yo creo que lo que el Fondo reconoce es que es muy difícil que las políticas macroeconómicas sanas hoy tengan ownership por parte de las autoridades. Reconociendo que la Argentina hoy no tiene esa voluntad de moverse hacia un programa que sea muy sólido, el Fondo decide ser flexible. Ahora, tenemos que preguntarnos en un programa en el cual se están cumpliendo las metas, la inflación es del 100% anual, hay un problema de diseño en el programa, no solo de la laxitud en el cumplimiento de las metas. Está claro que Argentina está cumpliendo formalmente, aunque no en el espíritu. La emisión monetaria no financia más al Tesoro con adelantos transitorios, pero el Banco Central compra un trillón de pesos de bonos. Está emitiendo dinero, y eso no se computa.
En la situación actual, sin reservas ¿cómo se sale del cepo y se abre la economía sin generar un salto importante en la pobreza?
Tenés que mirar dónde está la pobreza hoy. El número del primer semestre cercano al 35% oculta que hasta el primer trimestre los salarios reales habían tenido un desempeño mejor que lo que fue en el segundo trimestre. Hoy, si miramos la pobreza seguramente está en niveles más cercanos al 40% que al 35%, y subiendo. Entonces siempre hay que mirar los contrafácticos. Hay que tener es una política que apunte a bajar la inflación en el mediano y largo plazo. No me sirve mirar el mes que viene. Esa es la típica visión kirchnerista. Evito un costo el mes que viene y acumulo problemas que no se resuelven nunca. Si mantenemos esta política vamos a tener la pobreza que tiene Venezuela, que es del 90%. Tenemos que salir de esto, por más que durante un mes tengamos que sufrir de repente un aumento transitorio en la tasa de inflación, de esta brecha del 100%. ¿Cómo se sale? Con credibilidad, con un programa que sea creíble en el mediano y largo plazo. Hay muchas maneras de salir. Puede ser en un mes, en tres o en seis, pero lo que no se puede es convivir con un cepo de manera permanente sin plan de salida. Si yo me comprometo a tener flujos balanceados para adelante lo que estoy diciendo es que mis stocks para adelante también van a estar bien, stocks de reservas, mi stock de deuda va a bajar.