Bloomberg Línea Ideas — En un contexto de alta complejidad social como el que vive hoy América Latina, la digitalización se consolida a paso firme como uno de los principales habilitadores de la inclusión en nuestra región. Las soluciones digitales, que hoy nos permiten llegar más rápido y estar más cerca de las personas, están transformando e impactando transversalmente nuestras vidas.
De acuerdo con cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), si nuestros países lograran impulsar la reducción de la brecha digital, se generarían más de 15 millones de empleos directos y aumentaría un 6.3% la capacidad productiva en la región. Esto, a su vez, impulsaría un crecimiento económico regional de más del 7%, lo que muestra el rol fundamental que la digitalización puede llegar a cumplir en el progreso latinoamericano.
Cerrar las brechas digitales, además, supone reducir brechas educativas, de información, de acceso a servicios, a crédito o incluso de oportunidades comerciales. Y esto es clave en una región en la cual, incluso antes de la pandemia, el 66% de personas percibía que la igualdad de oportunidades no estaba garantizada, según cifras del Latinobarómetro.
Estas cifras evidencian que el impacto potencial es trascendente. Pero, en coyunturas como la que vive nuestra región, tan o más trascendente resultará el involucramiento de nuestros ciudadanos y de nuestras organizaciones. Por supuesto, las propuestas para aumentar la digitalización que tenemos que escuchar no solo provienen de las empresas consolidadas, de los centros de investigación o de los gobiernos. Tenemos también que detenernos a oír voces jóvenes, de nativos digitales, que quieran involucrarse en transformar el futuro de nuestra región.
Los jóvenes son quienes están inspirando a más personas y organizaciones a convertirse en agentes de generación de mayores oportunidades. Día a día, vemos valiosos proyectos que vienen contribuyendo desde diversas áreas y distintos sectores económicos, poniendo la digitalización al servicio del desarrollo. Por ejemplo, en Colombia, Campoagro potencia todo el poder del campo, sus insumos y agricultores a través de la tecnología, en Bolivia y Panamá se desarrollan plataformas digitales que conectan oportunidades de empleo como Chamba y de educación personalizada como Tutorez, respectivamente; en Chile, Destácame utiliza softwares para llevar educación financiera y mejorar el manejo de las finanzas personales de los ciudadanos. En Perú, acabamos de crear VOCES por la Inclusión, una iniciativa que precisamente busca reunir y reconocer ideas de jóvenes latinoamericanos que, sobre la base de la digitalización, generen mayor inclusión en diversos ámbitos del desarrollo, con énfasis en el empleo de calidad, inclusión financiera y educación.
El ímpetu de jóvenes que buscan ser dueños del destino de nuestra región puede encontrar, hoy, a su más poderoso aliado en las herramientas digitales. Pero es momento de tomar las riendas y hacernos responsables de que esos caminos se encuentren. Solo así podremos mantener nuestros pasos hacia una Latinoamérica más inclusiva y con más desarrollo.
--Los puntos de vista y opiniones expresados en este artículo son de Gianfranco Ferrari. El contenido no debe ser tomado como un consejo de inversión.
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