Bloomberg Línea — El sector del alquiler vacacional en Centroamérica y República Dominicana se recupera con paso firme de la pandemia del Covid-19 y, tras ella, experimenta transformaciones profundas relativas al crecimiento y una mayor profesionalización de los servicios, sostuvo la agencia de analítica de datos Transparent.
En concreto, el número de alojamientos turísticos excluyendo hoteles ha crecido en 30% desde septiembre de 2020 a agosto de 2022, observó la firma de análisis: pasó de 95.000 alojamientos a más de 123.000 establecimientos. Se consideran a los alquileres vacacionales a las casas, apartamentos, villas, bed & breakfast, campings, entre otros.
Transparent identifica tres grupos en cuánto a magnitud de mercado: República Dominicana y Costa Rica son los mayores en términos absolutos, superando las 40.000 unidades en cada uno; Panamá y Guatemala se encuentran en la banda intermedia de 8.000 a 10.000 propiedades; y el resto –Belice, Honduras, Nicaragua y El Salvador– entre 3.000 a 6.000.
“El Salvador es el mercado más pequeñito y ha tenido el crecimiento más importante, de un 78%; la República Dominicana es un un caso especial porque son los mayores en términos absolutos y creció 71%”, destacó Emilio Inés Villar, director de Destinos de Transparent, en una ponencia ante la Agencia de Promoción Turística de Centroamérica (CATA).
Costa Rica sumó establecimientos a un ritmo del 28%, mientras que Guatemala y Panamá lo hicieron en un 42% y 39% respectivamente.
En el resto de países, Honduras se mantuvo casi estable con un 2% de crecimiento. Belice y Nicaragua contrajeron sus capacidades, el primero en -9,4% y el segundo, en -10,7%, este último país sumido en una crisis política.
Ocupación y precios
La tasa media de ocupación también subió en un 29% en la región, con la mayoría de países ubicándose en el rango de 30% a 40% en este indicador, tras venir del 20% al 30%. En promedio, ha pasado del 21% en septiembre de 2020 al 36% en agosto de este año.
Por otro lado, las tarifas medias diarias (ADR) incrementaron en un 7%. Villar lo contextualiza como una ventaja competitiva considerando que a escala mundial los precios del segmento subieron en 24%.
Costa Rica es el país que más se encareció: un 23%. Es también el destino más caro de la región con un promedio de US$130 por noche. Le siguen República Dominicana (14%), Honduras (12%) y Nicaragua (11%), Panamá subió en 5%.
Las tarifas disminuyeron 10,2% en El Salvador, que bajó su promedio desde más de US$100 al rango de US$90. Guatemala, en contraste, se posiciona como el destino más barato, con una baja del -4% y un rango de precios de entre US$70 y US$80.
Las cifras se alinean con las perspectivas de la industria turística a nivel general. La Organización Mundial del Turismo (OMT) citó que los países centroamericanos están cerca de recuperarse a los niveles previos a la pandemia. En el mundo, las llegadas internacionales representan el 60% de los niveles de 2019, pero para Centroamérica ya son del 80%.
En la región, Honduras, República Dominicana y El Salvador ya remontaron la pérdida de turistas tras el coronavirus, con aumentos del 13%, 3% y 1% respectivamente contra las cifras de 2019, informó el Barómetro del Turismo Mundial de la OMT de septiembre.
Latinoamérica y el mundo
En cuanto a las reservas de alquileres vacacionales a junio, según Transparent, en Norteamérica ya están completamente recuperadas comparadas con la etapa previa al Covid-19. Latinoamérica y Europa todavía están en negativo, en -14% y -15% cada uno, y todavía más atrás se sitúan Oceanía (-29%) y Asia (-38%).
Aún con ello, el inventario de propiedades en el segmento avanzó a pasos significativos en América Latina: +62% entre 2018 y 2022; solo por detrás de Norteamérica (+63%).
La profesionalización está llegando al rubro, un factor clave dada la autorregulación de este tipo de alojamientos, que ha dado lugar a deficiencias en la calidad de servicio ofrecido a los turistas.
“La percepción es que es un sector un poco amateur: yo tengo una segunda vivienda y cuando no la estoy utilizando la alquilo y saco un dinero extra, pero hay más empresas que de hecho tienen decenas o centenas de propiedades y se dedican profesionalmente a su alquiler”, comentó Villar.
La gestión profesional de este negocio avanzó del 12% en 2018 a casi el 20% en 2022, en Latinoamérica. A pesar de ello, la región va rezagada: Estados Unidos ya casi llega al 50%, y en Asia la proporción pasó del 25% a más del 40%.
“Es interesante empezar a entender quiénes son las empresas más importantes gestionando en cada destino, son integrantes del ecosistema del turismo y es importante que estén dentro de la estructura”, aconsejó a los Ministerios de Turismo.
En América Latina, el 25% de las reservas ya se pactan directamente entre el usuario y el alojamiento; mientras que el 75% se hacen vía agencias de viaje en línea (OTA), como por ejemplo Airbnb, Booking o Home Away. En 2021, la agenda directa era del 16%.
Del gasto turístico en hospedaje, el 24,7% se dirige hacia los alquileres vacacionales, un crecimiento relativo con respecto al 20,8% previo a la pandemia. El 75% lo siguen captando los hoteles.
Transformaciones del segmento
Ahora hay nuevos perfiles de visitantes, como los famosos nómadas digitales o los teletrabajadores”, dijo Villar.
En la pandemia jugaron un papel clave como una opción para los turistas que buscaban evitar las aglomeraciones o los teletrabajadores. El perfil está cambiando hacia quienes buscan una mejor interacción con la cultura local y “no sentirse turista”, agregó.
“Ahora buscan más estadías más largas, o piensan: si voy a estar dos meses en un destino trabajando desde allí de forma remota quiero sentirme como local, quiero sentirme como en casa, necesito una cocina, o voy a tener a la familia y necesito más habitaciones, más privacidad. Ahí es donde el alquiler vacacional ha tenido la razón de su éxito actual”, cerró Villar.