Así es como la inflación está asfixiando a las tiendas de barrio en Colombia

El aumento de la inflación y sus efectos en los productos de consumo básico “han fortalecido el rol de los discounters”, según los tenderos. Este es el panorama

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Bogotá — La inflación de los productos de mayor rotación en las tiendas colombianas se ha ubicado entre el 15% y el 30% en los últimos seis meses, con lo que los tenderos se enfrentan ante la disyuntiva de restarse utilidades o cargar más a los consumidores, en medio de las preocupaciones que también les generan ciertos puntos de la reforma tributaria que, según dicen, podría amenazar su actividad.

“Si se considera el panorama de los precios subiendo constantemente (incluyendo los costos fijos, como los servicios públicos), esto genera una inestabilidad enorme a los tenderos: deben decidir si sacrifican las utilidades de ciertos productos para vender en mayor cantidad o trasladar los aumentos de precios completos a los consumidores”, dijo a Bloomberg Línea el presidente de la Confederación Latinoamericana de Asociaciones de Tiendas, Kioskos, Bodegas y Almacenes (AKTB Latam), Andrés Choy.

El directivo de esta Confederación, de la que hace parte la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) a través de su programa Fenaltiendas, señala que en este contexto inflacionario los consumidores “tienen el mismo ingreso nominal, pero en términos reales les alcanza para llevar menos productos, por lo que los tenderos sienten esta disminución en sus ingresos totales y deben resistir”.

Los tenderos colombianos no son ajenos a estas dificultades, pues se observa que han tenido que disminuir su stock de productos como consecuencia del aumento de precios. Teniendo en cuenta lo anterior, uno de los principales retos que debe abordar la industria es el fortalecimiento de la recuperación económica del sector y de toda la cadena de valor derivada del mismo”, opinó el ejecutivo peruano.

De acuerdo al más reciente estudio económico de los tenderos realizado por el programa privado Fenaltiendas, en Colombia existen en la actualidad cerca de 450.000 tiendas de barrio, de las cuales dependen económicamente cerca de 2 millones de personas.

Este segmento económico debe convertirse en objeto prioritario de atención por parte del Gobierno para atender sus necesidades; más si se tiene en cuenta que para más del 90% de los propietarios de tiendas de barrio de Colombia su negocio es la principal o única fuente de ingresos, de la cual vive su núcleo familiar.

Estas son administradas mayoritariamente por mujeres (52%), quienes tienen una edad promedio de 43 años. Además, el 95% de estos establecimientos se ubican en los estratos 1, 2 y 3, privilegiando la cercanía y la compra en pequeñas cantidades.

En la región, estos establecimientos también se enfrentan a múltiples retos como los incrementos en los costos de vida, agravados por las coyunturas internacionales y los complejos contextos domésticos.

Y en el mundo, de acuerdo con el Centro de Transporte y Logística (CTL) del Massachusetts Institute of Technology (MIT), existen 50 millones de tiendas de barrio, “y se proyecta que en los próximos años haya otros 20 millones, lo cual indica que este sector seguirá creciendo, especialmente en países emergentes, donde tiene un efecto multiplicador”, apuntó Choy.

La reforma tributaria en Colombia

Desde esta Confederación anticipan varios impactos por el proyecto de reforma tributaria que comenzará a discutirse en las comisiones económicas del Congreso, en tanto que esta busca gravar a las gaseosas, refrescos y snacks, “los cuales son vendidos prácticamente por todas las tiendas de barrio del país (94%), de acuerdo con el más reciente estudio de Fenaltiendas”.

“Por un lado, las gaseosas y refrescos son unos de los productos que mayor rentabilidad dejan a los tenderos y los que mayor rotación tienen. Según el modelo estadístico del estudio, las ventas se reducirían con los nuevos impuestos en por lo menos 8,04%. Además, estos productos atan la compra de otros”, explican.

Citan este estudio de Fenaltiendas para indicar que un 52,4% de los tenderos cerraría su negocio si las ganancias de la tienda no le alcanzaran para mantener su costo de vida y el de sus familias. A nivel nacional, complementó Andrés Choy, “se estaría hablando del cierre de casi 250.000 tiendas, lo cual es una cifra bastante alarmante y que el Gobierno debería tener en cuenta para apoyarlos con programas, ayudas y servicios financieros en vez de hundirlos con nuevos impuestos”.

A pesar de los múltiples intentos por adoptar este impuesto en Colombia, en donde la prevalencia de personas con exceso de peso es del 56,4%, esto no ha sido posible ante la férrea oposición de los diferentes grupos económicos y el mismo lobby en el Congreso.

De acuerdo a un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en América 21 Estados miembro han impuesto un gravamen selectivo a las bebidas azucaradas y en el mundo ya son más 73 países. “Si bien el número de países que aplican impuestos selectivos nacionales sobre las bebidas azucaradas en la región es prometedor, la mayoría de esos impuestos se podría ampliar para mejorar su incidencia en el consumo de bebidas azucaradas y en la salud”, indica.

La carrera con las tiendas de descuento duro

Desde la irrupción del formato de descuento duro en Colombia con la aparición de Tiendas D1 en Colombia en 2009, y la posterior fundación de Tiendas Ara en 2013 y de Justo & Bueno en 2015 (hoy en liquidación), los tenderos tradicionales han encontrado una férrea competencia en los barrios, aunque consideran que hay oportunidades para ambos formatos en sus diferentes nichos.

“Claramente, esto ha impactado a los tenderos del país. Sin embargo, incluso con la llegada de estos formatos de comercialización novedosos, las tiendas de barrio aún tienen un gran nicho: se estima que para el 60% de los tenderos su principal competidor no son los minimercados ni supermercados, sino la tienda de barrio más cercana a su negocio”, aclara Andrés Choy.

Si bien las tiendas de ‘hard discount’ han llegado a ocupar un rol relevante dentro del mercado de la comercialización de víveres en las comunidades y barrios, encontramos que esta es una oportunidad para seguirnos fortaleciendo y enfocarnos en las oportunidades de crecimiento y desarrollo que aún persisten dentro de nuestro sector.

En este sentido, analiza que el aumento de la inflación y sus consecuentes efectos en los precios de los productos de consumo básico “han fortalecido el rol que los discounters tienen en la canasta familiar colombiana. No obstante, las tiendas de barrio siguen ostentando una alta participación del market share con un sólido 48%, lo que demuestra que ambos modelos pueden coexistir, desde un enfoque complementario”.

“Como Confederación, vemos con optimismo el panorama y estamos más que dispuestos a impulsar, a través de un esfuerzo conjunto, el crecimiento de las tiendas de barrio en diversos aspectos como su modernización a nivel de infraestructura, capacitaciones, formalización, diversificación de oferta de productos y migración hacia una noción no solo comercial, sino de expansión y crecimiento económico de sus pequeños emprendimientos y sus familias en cada uno de nuestros gremios representativos de cada país miembro”, agregó.

Las propuestas de los tenderos

Además de los citados retos frente al aumento de la inflación y las preocupaciones de cara a la reforma tributaria, las propuestas de los tenderos para aumentar la competitividad de este sector pasan por garantizar mayor acceso a financiación, por lo que instan al Gobierno a promover créditos blandos, plazos especiales para pagos impositivos y amnistías en los reportes en las centrales de riesgo para contrarrestar las limitaciones respecto al crecimiento de su emprendimiento. Por lo anterior, Andrés Choy dice que “no sorprende que más del 60% de los propietarios cataloguen la falta de financiamiento como el talón de Aquiles para el desarrollo de sus tiendas”.

Para los tenderos, aunque la brecha financiera se sigue acortando cada vez más, es necesaria una diversificación de los productos de financiación que tengan un carácter de mayor flexibilidad y se adapten a las condiciones y circunstancias que actualmente demandan estos comerciantes.

Estos empresarios ven que los requisitos para poder acceder a un crédito por parte de las instituciones financieras generan “una barrera muy alta” para su acceso, y lamentablemente, estos microemprendimientos tienen que optar por canales informales de crédito, siendo “extorsionados” por las tasas agresivas que tienen que pagar.

Otra de las apuestas recientes y más relevantes que ha realizado el sector está enfocada en la aceleración de la implementación tecnológica en sus modelos de negocio, pensando en aprovechar las tendencias y así aumentar su alcance a nuevos usuarios.

“Antes de la pandemia esta era un área, de cierta manera, inexplorada por este sector pues no habían desarrollado canales de venta digitales que le permita a sus clientes comprar desde la comodidad y seguridad de casa, sino que se habían resistido a la tecnología de plataformas virtuales y pagos online, muchas veces por desconfianza y desconocimiento”, dice Choy.