El auge actual de la tecnología climática es a prueba de recesión

Los inversores se lanzan hacia las tecnologías que acelerarán la carrera hacia las emisiones cero y evitarán que el calentamiento global se descontrole

Por

Bloomberg — ¿Es inminente una recesión económica mundial? Esa pregunta ha estado dando noches de insomnio a muchas personas que vigilan los mercados. No obstante, hay un grupo que parece menos preocupado: los inversores en tecnología climática.

Por lo general, las recesiones hacen que los inversores huyan hacia activos más seguros, como los bonos del Estado y las empresas maduras. Los inversores empiezan a invertir menos en activos más arriesgados, como el capital riesgo, que apuesta por empresas en fase inicial esperando que muchas fracasen y que algunas tengan un éxito rotundo.

Ahora las cosas son diferentes, según Mark Cupta, CEO de Prelude Ventures. “El año 2022 está a punto de eclipsar a todos los demás años en cuanto a recaudación de fondos de capital riesgo”, y la tendencia “se amplifica” en el caso de la inversión en el sector del clima, afirma. Todas las empresas climáticas que Prelude ha respaldado recientemente han recibido ofertas de inversores muy competitivas en las rondas de financiación. “Todavía hay un segmento muy sólido, potencialmente a prueba de recesión, dentro de la tecnología climática para las personas que están tratando de resolver problemas realmente difíciles”, dice.

La tecnología climática abarca una enorme franja de industrias, desde los coches eléctricos y el cemento sin carbono hasta el hidrógeno verde y las tecnologías para eliminar el dióxido de carbono del aire. Los inversores consideran que la financiación de estas tecnologías contribuirá a evitar un planeta más caliente, lo que tendría repercusiones económicas peores y más duraderas que la recesión a corto plazo a la que podríamos enfrentarnos.

Los inversores entienden que “tenemos riesgos fundamentales que, si no abordamos con verdadera ciencia e ingeniería profundas, que nos hagan avanzar un paso completo, o dos, estamos en problemas”, dice Katie Rae, CEO de The Engine, una empresa con sede en Boston que invierte en startups climáticas.

The Engine se puso en marcha después de que una investigación publicada por el Instituto Tecnológico de Massachusetts demostrara que la inversión en empresas que fabrican productos físicos estaba disminuyendo en los últimos 30 años. El MIT fue quien puso el germen de The Engine, que ahora ha invertido más de US$200 millones e incluye otros inversores, como dotaciones universitarias y oficinas que gestionan los fondos de familias ricas.

¿Ha tenido éxito? Rae dice que las empresas de la cartera de The Engine han recaudado más de US$3.700 millones desde 2016. “No somos solo nosotros los que nos creemos nuestro esquema”, dice.

Sin duda, el boom de la tecnología climática requiere más que dólares de inversión. El cuello de botella para muchas de las startups que visité el mes pasado en Seattle, Boston y los alrededores de San Francisco no era el dinero, sino las personas. “Durante los últimos 20 o 30 años hemos invertido poco y hemos desincentivado a los niños para que sigan los programas de STEM, ciencia de los materiales y química”, dice Chamath Palihapitiya, fundador de Social Capital, que ha realizado grandes inversiones en la financiación de energía solar en los tejados y en empresas de materiales para baterías. “Es muy difícil encontrar a esta gente”.

Palihapitiya dice que algunas de las mayores empresas del sector energético tradicional tienen tantos secretos comerciales que es difícil poder replicar a la misma escala en el espacio de la tecnología climática lo que hacen sin desplegar un ejército de doctores. Si se puede encontrar gente con las cualificaciones científicas, por ejemplo en la industria petrolera, reciclarlas para que adquieran una nueva experiencia en materia de energía eólica, por ejemplo, tampoco es fácil. “No puedes ir a hacer un curso online que de repente te dé un certificado para trabajar en estas empresas”, dice.

Mientras tanto, ahora hay más dinero que nunca que se destina a soluciones de vanguardia contra el calentamiento global. El nuevo proyecto de ley sobre el clima de Estados Unidos, que destinará US$370.000 millones a este fin, incluye numerosos incentivos para la energía solar y eólica, pero también para tecnologías incipientes, como la captura directa de aire y el almacenamiento de energía de larga duración para la red. “Eso hace que sea económico para [estas startups] fabricar y vender desde el día cero”, dice Gabriel Kra, que también es director general de Prelude Ventures junto con Cupta.

Kra fue uno de los invitados del segundo episodio de Zero, en el que debatimos el papel de los capitalistas de riesgo para ayudar a las startups de tecnologías limpias más allá de proporcionarles dinero, profundizamos en el proyecto de ley sobre el clima y nos divertimos hablando de ser detenidos en las protestas. Puedes escuchar el episodio y suscribirte a Zero ahora en Apple, Spotify, Google, Stitcher o dondequiera que consigas podcasts.

Para los inversores de capital riesgo que se hicieron ricos con empresas de software, invertir en tecnología climática es un poco diferente. Aunque sigue siendo importante quiénes son los emprendedores, es aún más imperativo que las tecnologías funcionen realmente. Cualquier solución propuesta para salvar el planeta puede (y debe) ser probada con ciencia conocida. Esto facilita la búsqueda de buenas ideas, según Dipender Saluja, socio de Capricorn Investment Group.

“Me resulta muy difícil mirar en una bola de cristal y decir que la venta de comida para mascotas en Internet va a ser un gran negocio”, dice Saluja, que ha obtenido enormes beneficios de las apuestas realizadas en el gigante de los coches eléctricos Tesla y en la empresa de satélites Planet Labs. “Pero, por otro lado, si veo cuáles son los tipos de cosas de las que el mundo no puede prescindir y si puedo encontrar una empresa que las construya, eso para mí es realmente bastante fácil”.

Akshat Rathi escribe el boletín Zero, que examina la carrera mundial para reducir las emisiones. Puedes enviarle un correo electrónico con tus comentarios.

Con la asistencia de Christine Driscoll y Oscar Boyd.

Lea más en Bloomberg.com