Arequipa — Tras varios meses de anuncios y luego de haberse adjudicado el proyecto cuatro años atrás, Southern Perú, del Grupo México, avanza con la exploración de Michiquillay, un proyecto ubicado en la región de Cajamarca con un horizonte de inversión que asciende a los US$2.000 millones.
En conversación con Bloomberg Línea desde la convención minera Perumin 35, Raúl Jacob, vicepresidente de Finanzas y CFO de la compañía, detalla cómo avanza este proceso y en qué situación se encuentran las demás inversiones de la empresa en Perú como Tía María -proyecto paralizado- y Los Chancas.
Estando en Arequipa, uno de los puntos de conversación vuelve a ser si Tía María va o no va. ¿Habrá diálogo con el gobierno sobre este proyecto en estos días?
El primer ministro lo está conversando con nuestro CEO, es lo que puedo comentar. El proyecto tiene todos los permisos, está trabado por una actitud de un grupo minoritario de pobladores de Islay, donde viven más de 50 mil personas. Si 40 personas, 200 personas, generan una marcha en contra del proyecto, eso no quiere decir que 50 mil estén de acuerdo con ellas. Hay que ponerlo en proporción. Más bien, creemos que sí se explica bien el impacto en lo social que va a tener el proyecto, eso va a dar un gran enfoque dentro de la formación del mismo.
¿Recientemente han tenido alguna conversación con el gobierno sobre la viabilidad de Tía María?
Se ha conversado algo, pero no puedo dar mayor detalle.
¿Se formalizará la propuesta que hizo Southern para construir una represa en lugar de una planta desalinizadora para Tía María?
Todavía no se ha hecho, pero es una propuesta que es muy interesante porque con la represa finalmente nosotros tomaríamos el 10% del agua. El 90% quedaría para Arequipa.
Después del bloqueo que paralizó por más de 50 días la operación minera de Cuajone (Moquegua), ya se ha recuperado la producción perdida?
De hecho el ritmo de producción ahora es un poco mayor que antes de la paralización. Nuestra idea es tratar de recuperar la pérdida de producción que tuvimos; no creo que podamos (recuperar) al 100% de lo que era el plan original, porque se dejaron de producir 22.000 toneladas (de cobre) en la paralización. Ya tenemos más del 40% de la pérdida que se ha recuperado al cierre de agosto. Espero que a fin de año lleguemos a un 70% o 80% de recuperación.
¿Cómo avanza la mesa de diálogo que se estableció con la comunidad que protestó contra Cuajone?
Ha avanzado, veo como algo muy positivo que dentro de ese espacio el gobierno explicó por qué tenemos las concesiones mineras que tenemos de Cuajone. Para ponerlo de forma muy sencilla, nos entregaron estos terrenos cuando eran de propiedad del Estado. Luego hay algunos terrenos que pasaron a propiedad de la comunidad, pero como un hecho posterior y con el derecho de la empresa de operar, por ejemplo, el reservorio y la línea de tren en esos terrenos. Nosotros pensamos que estas reuniones han tenido un buen resultado, que es que el Estado peruano explicado a la comunidad cuál es la situación de las concesiones y de los terrenos en la zona. Lo segundo es que hemos podido hablar directamente sobre lo que les preocupa a ellos.
¿Qué es lo que les preocupa?
Presentaron un reclamo económico que está bastante fuera de proporción, son US$5.000 millones lo que piden y 5% de utilidades de la compañía por algo a lo cual no tienen un derecho. Nosotros recibimos estas propiedades y terrenos para explotar la operación de Cuajone hace casi 50 años.
Lo otro es que nosotros hemos planteado algunas ideas. Nosotros quisiéramos trabajar más intensamente con esta comunidad, pero para eso también queremos hacer una transacción que termine totalmente con el problema. Que no quede un punto de malestar. En esa dirección hemos ofrecido comprar 1.900 hectáreas de terreno de la comunidad, son terrenos que no están siendo empleados en este momento y pensamos que para ellos sería interesante porque les daría un ingreso, una liquidez que pueden aprovechar para lo que deseen. Además tenemos varios proyectos que se pueden hacer por obras por impuestos en la zona, que serían de gran gran utilidad. Si conversamos esto y es parte de todo el acuerdo, es potente.
¿Ha sido aceptada alguna de las propuestas?
Se ha avanzado. Nosotros no vemos un ánimo de volver a tener una situación de violencia de parte de la comunidad. Eso es bueno y nos permite seguir conversando. Una vez que uno empieza a tratar los temas, abre un espacio que permite un acuerdo. Eso es lo que deseamos, porque esta comunidad es vecina a nuestras operaciones. Sí es importante tener una relación buena. Para nosotros fue una gran sorpresa lo que ha ocurrido.
¿Se ha comentado algo de esta propuesta al Poder Ejecutivo?
Sí. La oficina del primer ministro (Aníbal Torres) nos ha ayudado bastante, han tenido un buen trabajo en esto y la idea es seguir avanzando en las conversaciones con la comunidad. Pensamos que una parte no menor de la comunidad sí quisiera vender los terrenos. Ese grupo de personas tiene que hacerse sentir. Por ahora la respuesta que hemos recibido de manera oficial es que la comunidad no desea vender los terrenos. Están en su derecho, es su propiedad, pero entonces cómo solucionamos este problema. ¿Cómo solucionamos la relación tirante? Quisiéramos que haya una voluntad de diálogo, pensamos que hay una cantidad de personas de la comunidad que sí quiere vender los terrenos y por lo tanto eso abre la base para una conversación.
¿Cómo avanzan sus proyectos en Perú? ¿Qué planes de inversión manejan en el corto plazo?
El Perú es uno de los grandes distritos mineros del mundo. El cobre representa una porción muy importante de la producción mundial y además tiene posiblemente la mayor cantidad de proyectos que pueden ser desarrollados en la próxima década. Tenemos identificados aquí Tía María, Los Chancas en Apurímac y Michiquillay en Cajamarca. Aparte de esos tres proyectos que tendrían un impacto muy fuerte en nuestra producción y operaciones, tenemos planeado construir una nueva fundición en Perú. Eso requiere aprobación del directorio aún, pero la parte de los estudios técnicos y económicos ya están terminados y son buenos. Sería una segunda fundición en Ilo.
Con Michiquillay tenían pensado iniciar la exploración este tercer trimestre. ¿Se dará así?
La etapa de exploración justamente ya está empezando. Esta durará poco más de dos años. En estos días están construyendo plataformas, y lo bueno es que ya se firmaron acuerdos con las dos comunidades de la zona en septiembre y noviembre del 2021. Ya tenemos acuerdo social y estamos viendo cómo vamos a hacer con el pago. De ahí pasamos ya a la etapa de exploración oficialmente. Ya empezamos el proceso. porque ya cumplimos con todos los requisitos previos para empezar a explorar.
Es decir, la exploración se extenderá hasta el 2024.
Luego de eso se piensa en cómo va a ser el plan de minado. El potencial es de 240 mil toneladas al año, que es muy bueno y tenemos asegurado un costo muy competitivo a nivel internacional estimado en US$1,25. Es un proyecto que tiene un buen perfil para el futuro.
¿A cuánto asciende la inversión inicial en Michiquillay para la exploración?
Este presupuesto son más o menos US$24 millones y luego viene otra etapa en la cual ya hay otras inversiones que estarían más bien cerca de los US$80 millones. Sería US$104 millones, US$24 millones en exploración y otros US$80 millones que empezaría en el 2024 en otro tipo de trabajos de ingeniería, reubicación de una parte de la comunidad que está sobre las huellas del proyecto, entre otros.
¿En qué situación se encuentra Los Chancas?
Hemos estado avanzando bastante bien con el estudio de impacto ambiental, pero se ha presentado desde inicios de este año un problema con mineros ilegales. Están en una concesión que no es suya. Un grupo de estos mineros ilegales atacó violentamente el campamento de Los Chancas e incendió toda la instalación. Tenemos que solucionar todavía eso para seguir adelante con el proyecto.
¿En Cuajone se avanzará con la ampliación?
Sí. El punto de partida es aumentar el reciclaje de agua para ello. Ya reciclamos más del 70%, pero estamos haciendo un proyecto muy interesante de relaves secos para rehusar el agua. El almacenaje de esos relaves además será más pequeño porque no habrá agua. Vamos a poder hacer la expansión (de Cuajone) cuando verifiquemos que el proyecto tiene buenas posibilidades. El avance que tenemos es muy auspicioso.
Dentro de este portafolio, lo que sería una duda es si Tía María podría ejecutarse.
Claro, pero acá estamos de cierta forma con el mundo al revés, porque el proyecto que tiene más certeza de poder salir es Tía María. Si hoy nos dijeran que podemos iniciar el proyecto, que hay una un ambiente de tranquilidad, que se ha hecho un acuerdo social con la provincia de Islay y que el proyecto puede ir adelante, nosotros podemos empezar mañana mismo. Lo otro es que con Quellaveco se acaban los proyectos grandes y ya no hay más.
¿Cómo ven el impacto que podría tener la reciente caída del precio del cobre en su rentabilidad en el corto plazo?
Si es a corto plazo, se ve un mercado mundial débil porque, primero, China que es el principal consumidor crecerá apenas 2% este año, lo que se siente ahí como una recesión. Luego en Europa, importante consumidor de cobre, también hay riesgos de recesión, y en Estados Unidos podría darse. Tenemos a los tres grandes consumidores mundiales -concentran el 80% del consumo del metal rojo- en duda. No va a venir un mercado fuerte de eso. Lo que es interesantísimo es que lo que va a ocurrir con esto si algunos proyectos no se llevan adelante. Cuando se salga de esta recesión, que pienso que va a ser relativamente suave, va a haber una una demanda muy fuerte (por cobre) y no va a haber metal. Ahí es donde hay una gran oportunidad para la compañía y para el país.
El riesgo es que haya escasez de oferta significativa.
Claro. Y los precios de los que se habla suenan muy altos. Es como el doble de los precios actuales, entre US$7 a US$8 la libra. No quiero ser súper optimista porque por delante tenemos un mercado débil y hay que seguir avanzando. Después veremos. Las perspectivas son buenas porque la demanda que se estimaba de 30 millones de toneladas al fin de esta década, pasará a ser de 33 a 36 millones de toneladas. Hay proyectos, pero no se están desarrollando.
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