Bogotá — El picudo rojo en Asia, las orugas en África o ciertas variedades de hormigas en Sudamérica están entre las más de 1.900 especies de insectos comestibles en el mundo, fuente de alimentación para muchas comunidades y una posible respuesta frente a los retos que genera el hambre en medio de la escalada de la inflación global.
Se estima que unas 828 millones de personas en el mundo sufrieron hambre el año pasado, un aumento de 46 millones frente a 2020, año marcado por el golpe de la pandemia en la economía global, según un informe de las Naciones Unidas.
Síguenos en las redes sociales de Bloomberg Línea Colombia: Twitter, Facebook e Instagram
En medio del desafiante panorama de cara a la inseguridad alimentaria, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) propuso en un informe las razones por las que los insectos comestibles podrían ser parte de la respuesta al hambre en el mundo.
Entre las razones para que los países reincorporen a los insectos comestibles en las dietas locales destaca el aspecto nutricional, en tanto que estos proporcionan micronutrientes como zinc, calcio y hierro, al mismo tiempo que aportan fibra, energía, grasa, proteínas, según FAO.
Su aporte nutricional también se puede dimensionar en el hecho de que pueden ser una alternativa para el consumo de proteína en regiones en las que el acceso a las carnes es más escaso, generando inseguridad alimentaria.
La FAO señala que los gusanos de la harina, por ejemplo, presentan comparativamente valores de minerales similares con los de la carne de res, y además su contenido vitamínico suele ser más elevado.
En cambio, la carne de res registró mayor contenido de aminoácidos y materias grasas, indica el reporte de ese organismo de la ONU.
Otras de las ventajas que reseña la FAO tienen que ver con la contribución de este tipo de alimentación con el medioambiente, en tanto que su producción es más sostenible en comparación a otras fuentes de proteínas.
De un lado, ocupan una porción mínima de tierras y en el caso de los grillos se tiene que requieren “12 veces menos piensos que el ganado para producir la misma cantidad de proteína”.
Por lo anterior, se tiene que esta fuente de alimentación genera significativamente menos gases de efectos invernadero, constituyéndose en una alternativa sostenible.
Existe un 40% de probabilidad de que la temperatura media anual de la Tierra llegue a calentarse 1,5°C en los próximos cinco años, por encima de los niveles preindustriales, según advierte la ONU.
Mientras los fenómenos climáticos extremos se vuelven cada vez más desconcertantes, la comunidad de científicos y ambientalistas apuntan a las posibles causas de este fenómeno, agravado por la agricultura intensiva y las malas prácticas medioambientales en la producción de alimentos.
Además de las cualidades ya citadas, la FAO también subraya las oportunidades económicas que se abren con la producción de insectos comestibles tanto en zonas rurales como urbanas al no requerir de grandes espacios, capacitación avanzada o una red de transporte especial.
Y por último indica que se trata de un recurso infrautilizado en un escenario en el que se necesitan “soluciones innovadoras para satisfacer la demanda mundial de proteína y otras fuentes alimenticias nutritivas”.
“Puesto que la población mundial sigue creciendo, la producción de alimentos deberá aumentar, lo que inevitablemente ejercerá presión sobre la producción agrícola y sobre nuestros limitados recursos naturales”, añade.
Según cifras de la ONU, al 2030 la previsión es que casi 670 millones de personas o el equivalente al 8 % de la población mundial siga padeciendo de hambre.
Esto demostraría un fracaso con las metas propuestas en la lucha contra el hambre, dado que esa cifra sería similar a la registrada en el 2015, en medio de las presiones que han surgido en el último año por la crisis logística, la escasez de fertilizantes por la guerra en Ucrania y la escalada de la inflación.