OCDE sube proyección de crecimiento de Chile para este año y espera recesión en 2023

La entidad apunta a que el PIB crecerá 1,9% para este 2022 y caerá en 0,5% para el próximo año, ajustando sus estimaciones respecto al trimestre anterior

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Santiago — La Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) ha elevado su proyección de crecimiento de la economía chilena para este año y confirmado que se avecina una recesión para 2023.

En un nuevo estudio económico sobre el país, la OCDE proyecta que el Producto Interno Bruto (PIB) crecería un 1,9% este año, ajustando al alza su proyección que, en su informe de junio, apuntaba a un 1,4%. En tanto, Chile crecería 0,5% en 2023 de acuerdo con el informe presentado este viernes, una cifra distinta a la estimada hace tres meses, 0,1%.

El estudio, que fue presentado en Santiago, habla de probables contracciones trimestrales del producto interno bruto que continuarán, al menos, hasta el tercer trimestre de este año, impulsado especialmente por una alta inflación y un agresivo incremento de las tasas de interés que, en definitiva, están limitando el poder adquisitivo en el país.

La entidad estima que la inflación anual anotará un 11,1% en diciembre y llegará a 6,4% para 2023, aún lejos de la meta del Banco Central. Los precios al consumidor sólo volverían al rango meta a principios de 2024.

Un zoom a las perspectivas de la OCDE indica que, en ese sentido, es esperada una caída del consumo privado hasta 2,4% en 2022 y del 1,8% para el próximo año. La organización advierte que en los siguientes años se tendrán que abordar “importantes desafíos estructurales que obstaculizan el crecimiento”, entre ellos el acelerado envejecimiento de la población chilena que, en consecuencia, reduciría la fuerza laboral.

La expansión fiscal alcanzó su punto máximo en 2021, cuando la economía ya se había recuperado. Además, tres rondas de retiros extraordinarios de las cuentas individuales de los fondos de pensiones liberaron liquidez por valor de alrededor del 18% del PIB a los hogares.

Esto se tradujo en un apoyo total del 30% del PIB, que con creces sobrecompensó la pérdida de ingresos laborales causada por la pandemia”, detalla el estudio.

Reconoce que el boom del consumo resultante era insostenible y comenzó a disiparse a principios de 2022. “Al mismo tiempo, la política fiscal se consolidó sustancialmente”, concluye.

Calcula que las exportaciones cerrarían en 1,6% este año y en el próximo subirían hasta 2,1%. En tanto, las importaciones estarían cerca del 5,2% para 2022 y caería a 1,4% en el siguiente año.

También advierte que la productividad se ha estancado o, incluso, disminuido, y los esfuerzos de reforma estructural no alcanzan lo que se requiere para su incremento. “Sin reformas que impulsen la productividad, el margen para un mayor progreso económico y social será muy limitado”, dice la OCDE.

Apunta a la “escasa competencia” en varios sectores como una de las razones de la debilidad de la productividad. “Los largos y complejos procedimientos de concesión de permisos y regulaciones obstaculizan el emprendimiento y la competencia”.

Desigualdad de ingresos

La OCDE cree que los ingresos tributarios de sólo el 21% del PIB son insuficientes para satisfacer las crecientes demandas sociales de Chile, “preservando al mismo tiempo la inversión pública necesaria en infraestructura, educación y salud”.

La desigualdad de ingresos en Chile sigue siendo alta de acuerdo con los estándares de la OCDE, mientras que la informalidad laboral afecta a más de una cuarta parte de la población. Y explica que la pandemia revertió las caídas en materia de pobreza y desigualdades. “Alrededor de un tercio de la población es económicamente vulnerable, lo que significa que sigue en riesgo de pobreza, con pocos colchones financieros para protegerse contra eventos adversos”.

La encuesta analizó la recuperación económica del país de la pandemia de Covid-19 y también cómo las reformas podrían aumentar los ingresos fiscales, ampliar la protección social y mejorar la productividad.

En esa dirección, la OCDE asegura que “las sólidas instituciones de Chile han brindado exitosamente estabilidad macroeconómica al país”, lo que ayudó a enfrentar tres grandes shocks: la revuelta social de 2019, la pandemia de Covid-19 que partió en 2020, y las actuales presiones inflacionarias derivada de la agresión de Rusia a Ucrania y la escasez mundial de suministros exacerbados.