Por qué a Colombia le costará dejar atrás el petróleo y carbón: ¿a qué ritmo hacerlo?

Colombia quiere dar pasos decididos en su transición energética, pero la dependencia fiscal a los hidrocarburos le exigen avanzar con extremo cuidado

Se espera que para el 2030 las energías renovables representen un 50% de la combinación energética mundial.
21 de septiembre, 2022 | 04:00 AM

Bogotá — El Gobierno del presidente colombiano, Gustavo Petro, se ha propuesto avanzar en la transición energética del país dejando a un lado progresivamente a los hidrocarburos, mientras que la extracción de otras materias primas clave como el litio, el coltán y cobalto se vuelve prioritaria para esa nueva fase de energías más limpias.

Todas las miradas están puestas sobre el plan de transición energética que implementará el nuevo Gobierno después de que el presidente Gustavo Petro adelantara en campaña que planeaba cesar la exploración petrolera, cambiando el paradigma económico de un país altamente dependiente a los recursos generados por esta actividad.

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De acuerdo a cifras del Ministerio de Minas y Energía colombiano, entre enero del año pasado y julio de 2022 el sector minero-energético logró un meta de recaudo de regalías por $16,8 billones, 142% de la proyección prevista para este período.

Del total recaudado en regalías con corte a julio de este año, el 72% ($12,1 billones) proviene del sector de hidrocarburos, mientras que el 28% restante ($4,7 billones) es aportado por parte del sector minero.

Conforme fue avanzando la campaña el mismo presidente moderó su discurso frente a la velocidad con la que se iba a realizar esta transición hacia energías más limpias, y luego la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, se refirió a un horizonte de 17 años.

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“Vamos a lograr una transición sectorial progresiva y exitosa, con un horizonte a 17 años”, dijo a su llegada la ministra, que es filósofa de la Universidad Nacional.

No obstante, aún no se ha conocido el plan puntual que adelantará ese despacho en la materia y si efectivamente se contempla este lapso para su ejecución. Consultada por Bloomberg Línea, la ministra no había respondido a un cuestionario escrito hasta la publicación de este artículo.

El presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP), Francisco Lloreda, dijo a Bloomberg Línea que “la transición macroeconómica y fiscal el país debe ser en extremo responsable. El objetivo de diversificar la canasta exportadora para no depender tanto del petróleo tiene sentido”.

“Pero eso toma tiempo y recursos, salvo que se decida marchitar a la industria y reducir así su porcentaje en la balanza comercial. Sustituir, además, los recursos que la industria aporta al Gobierno nacional por impuesto de renta, dividendos de Ecopetrol y derechos económicos, requiere de un incremento en los aportes de otros sectores económicos, lo que no es fácil prever en el corto plazo”, manifestó.

Asimismo, el líder del gremio de la industria de hidrocarburos considera que debe tenerse presente que una tercera parte de los recursos de inversión de las regiones depende de las regalías y sustituirlas tampoco es fácil. Por lo anterior, señala que “la velocidad de la transición energética en Colombia debe depender de tres transiciones paralelas: la energética, la macroeconómica y fiscal y, la productiva. Estas deben ir de la mano y en total sincronía”.

“El Gobierno desea impulsar la industria y el agro, objetivos loables, sin perjuicio de la importancia del sector servicios. Pero una transición productiva no se logra de la noche de la mañana. Además, en el país hay 19 departamentos que en mayor o menor medida dependen de la industria del petróleo y gas. Hay casos de departamentos en los que más del 50% de su economía está asociado a la industria; esto se traduce en empleos, compras de bienes y servicios, toda una dinámica económica que requiere de una transición justa en lo económico, lo social y laboral”, complementó.

Reforma tributaria definirá buena parte del plan

Para el director de Investigaciones del Departamento de Derecho Minero-Energético de la Universidad Externado de Colombia, Milton Fernando Montoya, la discusión debe partir del hecho de que Colombia per se tiene una matriz de generación de electricidad limpia, según dice.

“Colombia produce el 70% de su energía basada en electricidad y apoyada en este momento por recursos de generación térmica a gas, fundamentalmente, después de carbón, y tenemos un componente minoritario de generación a partir de tecnologías renovables como la solar o la eólica”, señaló el también profesor honorario del Centro de Energía, Petróleo y Derecho Minero de la Universidad de Dundee en Escocia.

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“Colombia debería seguir transitando esa senda de introducir más proyectos de generación eólica, de generación solar y fomentar las nuevas tecnologías también como la del hidrógeno que es muy importante en este momento, pero sin descartar y sin llegar a prohibir las fuentes de generación térmica, fundamentalmente a partir del gas, que son las que nos dan un componente muy importante de confiabilidad, de seguridad, en nuestra generación”, indicó.

Piloto de hidrógeno verde de Ecopetrol

Partiendo de estas bases, el especialista proyecta que esta transición debe proyectarse a un escenario de 20 a 30 años, un plazo en el que el país pueda seguir en “esa senda de crecimiento de la matriz energética”, aprovechando el potencial hídrico que tiene, explotando las capacidades para la generación térmica a gas, desarrollando los pilotos de hidrógeno verde y fomentando a su vez la entrada en operación de proyectos de mediana y gran escala con fuentes renovables como la solar y la eólica.

Sobre la viabilidad de lo que ha dicho el Gobierno frente a la transición energética, indicó que preferiría esperar a ver cuál es el resultado final del debate de la reforma tributaria y cómo sale aprobada la ley, pues de esto dependerá en gran medida cómo se estructure finalmente dicho plan.

“Lo que sí es innegable es que Colombia hoy, desearíamos que fuese distinto, pero la realidad es una, buena parte de su sostenibilidad fiscal la debe a la producción y exportación de recursos derivados del sector minero-energético, entiéndase petróleo y carbón. Lógicamente en un escenario ideal la idea es que nosotros podamos diversificar nuestra economía de forma tal que a largo plazo podamos ser cada vez menos dependientes de esos recursos”, apuntó.

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Despedir al carbón tomaría tiempo

Camilo Prieto, profesor de posgrados en las áreas de Cambio Climático y Salud Ambiental en la Pontificia Universidad Javeriana, manifestó en una reciente entrevista con Bloomberg Línea que el Gobierno no ha terminado de hacer su planteamiento, por lo que es clave que se escuche a los gremios y a la academia para definir ese proceso.

“Eso hay que visualizarlo como un ecualizador de sonido, bajas uno y vas subiendo otros, pero no puedes coger y bajar por completo una tecla porque se te altera completamente el sonido”, indicó sobre la transición energética.

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Los mineros empujan un vagón de carbón fuera de una mina en Cucunuba, Departamento de Cundinamarca, Colombia, el viernes 28 de julio de 2017.

Por lo anterior, dijo que a lo primero que le debería apuntar el Gobierno es a retirar de su matriz energética al carbón y al mismo tiempo definir un sustituto. “El carbón es sucio pero tiene una ventaja y es que lo puedes activar en cualquier momento”, agregó.

En todo caso dice que si Colombia saca el carbón y retira los fósiles “va a quedar con un vacío en su matriz energética para generar energía en firme”, por lo que hay que tomar cada paso con sumo cuidado para hacer esa transición con miras a unos 15 años, según propone.

Contratos existentes “no serán suficientes”

Francisco Lloreda afirmó que tanto el ministro de Hacienda colombiano, José Antonio Ocampo, como la jefa de la cartera de Minas y Energía, Irene Vélez, han manifestado estar de acuerdo en que se trata de una triple transición como él mismo se refiere.

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Pero a partir de esto “hay un doble desafío: definir una hoja de ruta que le permita al país avanzar de manera armónica en los tres componentes, y que todas las acciones del Gobierno estén enmarcadas bajo esa lógica”.

“Un ejemplo de ese desafío es la exploración de petróleo y gas. Dadas las limitaciones del país en reservas probadas, los contratos existentes no serán suficientes. Si el país quiere continuar siendo autosuficiente en petróleo y gas durante 30 o 40 años debe impulsar nuevos contratos de exploración. De lo contrario, por tarde en diez años, estaremos en problemas”, dijo el directivo.

Por lo anterior, expresó que “es claro que, si en los próximos cuatro años el Gobierno Petro se dedica solo a ‘calibrar’ el desarrollo de los contratos existentes y aplaza la firma de nuevos, el país terminará de facto en una moratoria exploratoria de por lo menos 10 años. Confío en que esa política se reconsidere, por el bien de Colombia”.

Perspectivas mundiales

La discusión que se abre en Colombia frente a la velocidad con la que se debería hacer la transición energética ya se ha replicado en otros mercados en el marco de las preocupaciones globales que representa el calentamiento global.

Se espera que para el 2030 las energías renovables representen un 50% de la combinación energética mundial, “a medida que los sectores se electrifiquen y el hidrógeno y los combustibles basados en él aumenten su cuota de mercado debido a la descarbonización”, de acuerdo al reporte Perspectivas Energéticas Globales para 2022, de McKinsey & Company.

Mientras esto ocurre McKinsey & Company prevé que el pico de la demanda de petróleo se alcance entre 2024 y 2027, mientras sigue avanzando la electrificación en la movilidad.

La curva descendente de la demanda de carbón ya se inició en 2013 y luego del repunte que se registró el año pasado en medio de la crisis energética se espera que continúe su camino hacia la extinción.

Mientras que en el caso del gas las proyecciones realizadas en el marco de este informe apuntan a que para el 2035 la demanda en todos los escenarios pueda crecer otro 10% a 20% en comparación con la actual.

Pero después de 2035, según McKinsey & Company, “la demanda de gas estará probablemente sujeta a mayores incertidumbres, impulsada especialmente por la interacción con el hidrógeno”.

“Se proyecta que estas inversiones se inclinarán cada vez más hacia tecnologías no fósiles y de descarbonización, mientras que los rendimientos siguen siendo inciertos. Las inversiones anuales en el suministro y la producción de energía se duplicarían de aquí a 2035 para alcanzar entre US$1,5 y US$1,6 billones”, agrega.