La ‘economía bodegón’ y su auge en las zonas populares de Caracas

En Catia, Petare y hasta el 23 de enero, uno de las barriadas chavistas más importantes de la ciudad, cuentan ya con ventas de productos importados

Bodegones se han expandido en Catia, Petare y 23 de enero
14 de septiembre, 2022 | 12:15 PM

Caracas — Hace cuatro años atrás, los grandes bodegones con ventas de artículos importados, se hicieron camino en las zonas más costosas de Caracas. Estos comercios, que fueron percibidos como una distorsión en medio de la crisis económica en el país, representaron a su vez un éxito, que se fue expandiendo incluso a sectores populares en todo el país.

Podrían considerarse imitaciones de los primeros bodegones de la nueva era que se instalaron en Venezuela, poco antes de la llegada de la pandemia, pero realmente los pequeños locales que operan con artículos similares a los ofertados entre Chacao y Las Mercedes, se han permitido diferenciarse en zonas como Petare, Catia y el 23 de enero.

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En una de las barriadas chavistas más importantes de la capital, como lo es el 23 de enero, en la que se agrupan grupos colectivos afectos al oficialismo, operan al menos tres de ellos. De acuerdo a los residentes del sector, algunos de ellos se desarrollaban previamente como pequeños abastos y otros han sido impulsados por personalidades vinculadas al gobierno.

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“¿Qué es un bodegón?. Voy a tener que averiguar qué es eso, porque salí con Cilia y había gente haciendo cola para entrar”, dijo Nicolás Maduro durante una alocución, a finales de mayo de 2020, desconociendo la procedencia del nuevo modelo de negocios.

La administración chavista, sin embargo, ha sido cuestionada por la oposición venezolana por intentar impulsar su propaganda a través de una ‘economía bodegón’, con la que se estaría pretendiendo visibilizar una falsa recuperación económica.

“Son un síntoma de recuperación de la economía, se está abriendo el mercado por primera vez ya que los actores privados están trayendo sus divisas y sus recursos para invertirlo en el país y están dejando de chupar de la teta del Estado”, apuntaba en 2020, el entonces constituyentistas Jesús Farías, ahora presidente de la Comisión de Economía, Finanzas y Desarrollo de la Asamblea Nacional electa ese año.

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Poco después, desde el gobierno se le garantizó a estos comerciantes, las capacidades logísticas para asegurar las importaciones, en el marco de las exoneraciones de impuestos que se le han extendido, para alimentos y artículos de higiene personal.

Así, los comercios con ventas de productos importados, que nacieron bajo la dolarización transaccional en el país, no solo encontraron amparo, sino ampliaron sus horizontes así como sus propietarios.

Si bien eran acusados de emprendedores con fondos de dudosa procedencia, quienes estuvieron al frente de dar inicio a este tipo de negocios en el país, la mutación o adaptación de otros locales similares en zonas populares, arrojaron señales de la instalación de un nuevo sector productivo.

Hay quienes estiman, no obstante, que se irán reduciendo con el paso del tiempo, aunque la gran mayoría de ellos perdurarán, con reajustes que se verán obligados como consecuencia de la inflación, que vuelve a acelerarse en el país.

“Los empresarios tienen que aprender a competir, porque los bodegones son una política de Estado, una política pública que no va a desaparecer”, indicó el economista Luis Oliveros, en una entrevista radial a mediados de agosto.

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Para quienes residen en los sectores de menor recurso, como Petare y Catia, dónde operan decenas de estos comercios con artículos importados, el poder ubicar en ellos oferta de productos que pueden escasear en otros comercios, o que en su lugar, son más costosos y no poseen la misma calidad, se ha convertido en un alivio.

“En Catia son muchísimos. Uno de esos, antes era una charcutería, ahora venden Nutella, shampoo Johnson, y aunque hay unos que sí son carísimos, que ni los del este venden tan caro, hay otros en los que sí se puede comprar y son una opción”, comentó una habitante en la zona, que aunque no asiste con frecuencia, sí ha percibido su auge en la comunidad.