Buenos Aires — El Gobierno argentino ha declarado una y otra vez que no tiene pensado devaluar. Sin embargo, la devaluación está y avanza cada vez más rápido. No se trata de un salto de shock del dólar, de esos que generan conmoción, sino de una aceleración en la depreciación diaria del peso.
En los últimos días, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) viene convalidando una Tasa Efectiva Mensual (TEM) de apreciación del dólar oficial frente al peso del 6,82%. Para tomar noción de cómo viene apurando el paso el llamado crawling peg (ritmo devaluatorio), en agosto el dólar oficial había avanzado un 5,7% mensual; en julio, del 4,8% y en mayo y junio, al 4,2%.
De hecho, hasta octubre del año pasado el Central apenas convalidaba que el dólar avance un poquito por encima 1% mensual, para llegar a las elecciones con la divisa en país. A partir de noviembre, empezó a permitir subas algo más veloces.
“Por primera vez en casi 2 años la devaluación parece ir por encima de la inflación”, aseguró Tomás Ruiz Palacios, estratega de Consultatio.
Por un lado, que el dólar corra más rápido que le quita algo de presión al llamado tipo de cambio real multilateral, que se venía apreciando un 10% en 2022, restándole competitividad a la Argentina.
El inconveniente es que la falta de este ancla puede acelerar una inflación que ya de por sí está por encima del 71% anual y obliga al BCRA a seguir subiendo la tasa de política monetaria, para que los importadores no se vean tentados por financiarse en pesos ante la expectativa de que el dólar cada día valga más.
Piso a la inflación
“Claramente, la aceleración del crawling peg le pone un piso a los niveles de inflación hacia delante y va a empujar probablemente la tasa hacia arriba en un breve plazo”, explicó Sebastián Menescaldi, director asociado de la consultora EcoGo.
El economía señaló que esta situación sostiene las perspectivas de inflación para los próximos meses con un piso de 6%, “por la falta de anclas”, y un alza de precios en todo el año cercana al 100%.
En línea con esta mirada, el economista jefe de Grupo SBS, Juan Manuel Franco, detalló que “la muy elevada inflación” lleva a que el ritmo de devaluación para que el peso no se aprecie en términos reales “deba ser bastante alto”.
Franco estimó que el BCRA continuará con un ritmo elevado de depreciación, “dada la necesidad de cumplir con la meta de reservas con el Fondo Monetario Internacional” y advirtió que dicha política “le pondría también un piso a la inflación mensual”.
Ante este dilema, el economista jefe de Grupo SBS sostuvo que la inflación lograra reducirse de modo sostenido “sólo con un fuerte ancla fiscal que reduzca las necesidades de financiamiento del Tesoro”.
Por su parte, Andrés Reschini, de F2 Soluciones Financieras, agregó que la aceleración del crawling peg le permite al Banco Central “achicar las pérdidas autoinflingidas” por la decisión de otorgar $200 a los productores de soja.
Al igual que sus colegas, Reschini indicó que esta situación le pone un piso a la inflación, aunque subrayó: “Tampoco es bueno que el tipo de cambio oficial sea bajo y que los importadores no puedan acceder”.
Carrera nominal
“Ir acelerando el crawling peg en estos niveles de nominalidad entraña riesgos, por esta carrera nominal entre inflación, tasa de interés y devaluación oficial”, alertó Martín Vauthier, de la consultora Anker Latinoamérica.
De todmas formas, Vauthier explicó que es necesario que haya una relación entre estas variables: “El crawling tiene que estar por debajo del movimiento de la tasa de interés en pesos, porque si eso no ocurre se genera un ruido adicional en el mercado cambiario, ya que aparece el incentivo a adelantar pagos de importaciones y a demorar exportaciones”
Aunque aclaró: “Pero si el crawling se acelera termina forzando que la tasa de interés tenga que acompañar esa devaluación y la suba de tasas termina deteriorando el balance del Banco Central, porque implica mayores emisión monetaria para pagar esos intereses”.
Por último, el economista de Anker Latinoamérica sintetizó: “Un crawling peg más veloz es inflacionario por dos vías: porque le pone un piso más alto a la inflación y por un mayor deterioro del balance del BCRA. La única manera de que se pueda ganar tipo de cambio real es con una demanda que no convalide las subas de precios, con lo que implica una recesión”.
Cabe señalar que la tasa de las Leliq a 28 días había empezado el año en un 38% de Tasa Nominal Anual (TNA) y actualmente se encuentra en 69,5% de TNA, lo que implica una Tasa Efectiva Anual (TEA) de 96,817%.
¿Se puede cerrar la brecha cambiaria de abajo hacia arriba?
La aceleración de las devaluaciones diarias permite también achicar la brecha con los dólares paralelos, que se ubica en torno al 100%. Sin embargo, al igual que sucede con la inflación, las divisas financieras también pueden tener una reacción al alza al ir subiendo el dólar oficial.
“Es poco probable cerrar la brecha desde abajo hacia arriba. En la medida que se acelere el tipo de cambio oficial es factible que los dólares financieros también los sigan, al menos en este contexto donde la cantidad de reservas internacionales todavía son limitadas y dónde el efecto del dólar soja es temporario y reduce la oferta de dólares de los próximos meses, pero con la contra de tener más pesos emitidos en el mercado”, afirmó Sebastián Menescaldi.
Castigo al que no exporta
El jueves 8 de septiembre, el Banco Central fijó la tasa mínima para el financiamiento a productores que mantengan un stock de soja superior a 5% de su producción en el equivalente a 120% de la última tasa de política monetaria.
De esta forma, busca que los productores agropecuarios no posterguen ventas para financiarse en pesos, elevando el interés que deben pagar por los créditos.
“El BCRA exceptuó de esta tasa a los productores cuyo monto total de financiaciones en el sistema financiero no supere el importe equivalente a $2 millones y que acrediten no tener un acopio de su producción de soja superior al 5% de su capacidad de cosecha anual”, resalta el comunicado oficial.