Santiago — Los chilenos han elegido el rechazo en el plebiscito de salida para una nueva Constitución. Con 99,95 % de las mesas escrutadas, el rechazo obtiene 7.881.073 votos, equivalente al 61,86 % de los sufragios. Por su parte, la opción del “Apruebo” obtiene 4.858.106 votos, lo que significa un 38,14 %, según información del Servel. El rechazo triunfó en prácticamente en todo Chile.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, se pronunció en la mañana después de votar en un liceo en Punta Arenas, región de Magallanes. “Puedo garantizar que nuestra voluntad y acción, independientemente del resultado, será convocar a una amplia unidad nacional de todos los sectores, de las organizaciones sociales, queremos escuchar todas las voces para poder seguir adelante con este proceso”.
El mandatario agregó que, ya sea para implementar el texto de la nueva Constitución, para lo cual “hemos convocado a varios constitucionalistas, y diferentes personalidades de la sociedad civil o para darle continuidad al proceso constituyente en caso de ganar la otra opción”.
La votación estaba destinada a ser la culminación de un movimiento que comenzó con protestas masivas contra la desigualdad a fines de 2019. En cambio, es la primera gran derrota de ese proceso y un golpe para el presidente Gabriel Boric, de 36 años, quien confiaba en la nueva carta para ayudar a reformar el sistema tributario, de pensiones y laboral, impulsar los servicios sociales y reducir la desigualdad. La constitución actual se remonta a la dictadura militar de Augusto Pinochet.
“Es una derrota política, ideológica y estratégica muy significativa para el presidente Boric”, dijo Mauricio Morales, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Talca en Chile, para una nota de Bloomberg News. “Esta derrota traería como consecuencia una fractura inevitable dentro de la coalición de Gobierno”.
Hace tan solo 16 meses, candidatos de izquierda y activistas ambientales dominaron la elección de la Convención Constitucional. Luego, en diciembre, los chilenos eligieron a su presidente más izquierdista en cincuenta años, manteniendo el empuje por el cambio. Ese impulso ahora se desvanece.
Apoyo a la baja
En los meses previos al plebiscito, el borrador fue criticado no solo por partidos de derecha, sino también por figuras clave de los gobiernos de centroizquierda que gobernaron el país durante dos décadas tras el fin de la dictadura en 1990.
Los críticos dijeron que la nueva Constitución frenaría la inversión y el crecimiento, disminuiría los equilibrios de poder y llevaría a un aumento en el gasto fiscal. Los adherentes aplaudieron la inclusión de una serie de derechos sociales, una mayor protección ambiental y representación de mujeres y grupos indígenas.
El rechazo de la Constitución allana el camino para que el índice bursátil IPSA suba sobre 10% a más de 6.300 en las próximas semanas, mientras que el peso se fortalecería, escribió en una nota Leonardo Suárez, director de estudios de LarrainVial, la semana pasada. En el mercado de renta fija, es probable que ahora los inversionistas cambien a bonos corporativos más riesgosos y bonos de Tesorería de mayor vencimiento, según una encuesta de Bloomberg.
No todo está perdido para el Gobierno de Boric. El movimiento social detrás del proyecto de Constitución desechado ha convencido a partidos de todo el espectro político de la necesidad de un cambio, pese que no sea el que se propuso en esta carta.
“Las dos posiciones están mucho mas en el centro”, dijo Kenneth Bunker, analista político en la consultora Politico Tech Global con sede en Santiago. “Ya no estamos hablando de aprobar o rechazar la Constitución propuesta, sino de cómo reformar la carta vigente. Ahí, en el medio hay una convergencia de distintos mundos e ideas que pueden llegar a soluciones”.
Eso podría traducirse en la elección de una Convención Constitucional y un segundo intento por redactar una nueva Constitución, tal como ha propuesto Boric, o modificaciones a la carta actual. Cualquiera sea el caso, el Congreso debe aprobar el plan.
En agosto, los legisladores respaldaron una ley que facilita modificar la Constitución actual, disminuyendo la mayoría legislativa requerida.
“El mercado estará atento a cuál será el camino que tomen las instituciones política respecto al avance del proceso y los incentivos que existan para poder llegar a diversos acuerdos de implementación,” dijo Martina Ogaz, economista en EuroAmerica.