¿Cómo se ve el futuro de Colombia tras casi un mes del Gobierno de Petro?

El primer mes de la nueva administración avanza en medio de las discusiones de la Reforma Tributaria y con la expectativa de qué viene para el sector petrolero.

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Bogotá — La actividad en Colombia ha subido por encima de su potencial este año, impulsada por la demanda interna que se está beneficiando del estímulo fiscal pospandémico y del crecimiento del crédito.

Felipe Hernández del equipo de economistas de Bloomberg Intelligence aegura que “es probable que el endurecimiento de la política fiscal y el impacto retardado de la subida de los tipos de interés sean un lastre para el próximo año”.

Además, agrega que, si no se produce ningún ajuste, los grandes déficits gemelos y la presión inflacionista, consistente con el exceso de demanda interna, serían insostenibles.

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También señala que la incertidumbre sobre las perspectivas a medio y largo plazo ha aumentado, ya que sigue sin estar claro el alcance de las posibles reformas en los próximos cuatro años bajo la administración del presidente Gustavo Petro.

“Suponemos un programa pragmático y moderado, pero los planes de eliminación gradual de la producción de petróleo y otras iniciativas sugieren que los riesgos están sesgados a la baja”, dijo Hernández.

De igual forma, asegura que “en Colombia, esperamos que el crecimiento se desacelere bruscamente el próximo año y se mantenga por debajo de su tendencia a largo plazo hasta que la actividad vuelva a estar en línea con el potencial”.

Así mismo, en el documento de Bloomberg Intelligence se asegura que tras el ajuste cíclico, el crecimiento debería aproximarse a su tendencia a largo plazo. La inversión y el capital humano deberían ser los responsables de la mayor parte del avance.

Dice también que la ralentización del crecimiento de la población apunta a una menor contribución de la mano de obra. El aumento de la productividad, que se traduce en un aumento de la educación, debería compensar en parte este lastre.

Hernández dice que “nuestra previsión implica que el crecimiento del PIB empieza a desacelerarse de forma constante al final del ajuste cíclico, pasando del 3,4% en 2026 al 2,6% al final de nuestro periodo de previsión en 2052″. Las perspectivas se comparan con un crecimiento medio del 3,7% en los diez años anteriores a la pandemia.

Otro aparte del documento de Hernández dice que la población de Colombia está envejeciendo y creciendo más lentamente. Esto apunta a una menor contribución de la mano de obra al crecimiento.

El número de inmigrantes que llegan de Venezuela se ha desacelerado bruscamente después de los fuertes flujos de entrada antes de la pandemia.

Algunos han regresado a su país de origen o se han trasladado a otro lugar. Ya no contribuyen al número de trabajadores.

El espacio para que más mujeres se incorporen a la fuerza laboral, algo que Petro ha dicho que quiere estimular, ofrece algunas ventajas. “Vemos que la contribución de la mano de obra al crecimiento cae gradualmente desde cerca de 0,9 puntos porcentuales hasta 0,3 puntos porcentuales durante nuestro período de previsión”, aseguró Hernández.

Detalla el economista que la inversión alcanzó un máximo de 23,4% del PIB en 2015, al final del súper ciclo de las materias primas, y disminuyó lentamente a partir de entonces.

Cayó al 18,0% del PIB en 2020 debido a la pandemia desde el 21,8% en 2019. Ha quedado rezagada con respecto a la recuperación más amplia en el último año y se mantiene por debajo de su nivel anterior al brote, principalmente debido a la débil actividad de la construcción.

“De cara al futuro, vemos que la inversión como proporción del PIB se acerca a los niveles bajos actuales. Los planes del Gobierno de reducir progresivamente la producción de petróleo son un lastre. El aumento de los impuestos para financiar un mayor gasto público es un viento en contra. El gran déficit de infraestructuras y el fuerte impulso a la diversificación de la economía y al desarrollo de las energías renovables ofrecen oportunidades”, agregó.

Espera también que el capital contribuya en 1,2-1,3 puntos porcentuales al crecimiento anual del PIB en los próximos 30 años, frente a los más de 2,0 puntos porcentuales anteriores al estallido.

La menor productividad fue un lastre para la producción potencial durante la mayor parte de la década anterior a la pandemia. Los altos y persistentes niveles de informalidad en el mercado laboral y en la economía en general ayudan a explicar el problema.

Las infraestructuras deficientes también contribuyeron. Los vientos en contra se han moderado recientemente, y esperamos que esa tendencia continúe durante el periodo de previsión.

Serían necesarias reformas estructurales para obtener ganancias adicionales, que podrían contribuir significativamente al producto potencial en el futuro.

Además, Hernández dice que estas han sido difíciles de conseguir en el pasado y son inciertas en medio de una paralización política arraigada. Esperamos que la productividad aumente lentamente en consonancia con el aumento de la educación y contribuya con cerca de 0,4 puntos porcentuales al crecimiento al final de nuestro período de previsión.

La incertidumbre sobre las perspectivas de Colombia es elevada. El presidente Gustavo Petro ha prometido introducir cambios significativos en el modelo económico vigente durante las últimas tres décadas, lo que suscita preocupación.

Los cambios graduales y bien planificados podrían ser manejables, pero aún implican riesgos. Una transición acelerada que elimine el petróleo sin tener un sustituto claro reduciría drásticamente la inversión y entrañaría el riesgo de mayores desequilibrios externos y fiscales.