Buenos Aires — El 3 de agosto de este año, en su primer discurso como ministro de Economía de la Nación, Sergio Massa descartó la posibilidad de que el Gobierno convalide un salto discreto del tipo de cambio. “Los shocks devaluatorios lo único que producen es pobreza y una enorme transferencia de recursos”, afirmó.
El funcionario tiene claro que los últimos saltos del dólar oficial en Argentina generaron un incremento importante de la inflación: sucedió en 2014, con Axel Kicillof como ministro de Economía, y lo sufrió Mauricio Macri como presidente en 2016 (por el salto del dólar a finales de 2015), en 2018 y en 2019.
El traslado a precios de una devaluación se denomina pass through y su cálculo no puede realizarse de manera lineal, dado que es cambiante dependiendo el contexto. Por ejemplo, en 2002, cuando el dólar pasó de costar $1 a valer cerca de $4, los precios no tuvieron un salto tan grande como podría presumirse ante una apreciación nominal tan impactante, debido a que la economía no estaba tan indexada.
Sin embargo, analistas consultados por Bloomberg Línea aseguraron que si hoy Argentina devaluase en forma brusca, el pass through sería muy contundente e implicaría una aceleración de precios, en un contexto en el cual, ya de por sí, la inflación se mueve al 71% anual.
Otro problema asociado al pass through es que anula lo positivo de la devaluación: es decir, la corrección real del tipo de cambio. Cuando una moneda se devalúa, mejoran los precios de lo que exporta ese país en relación a los precios del resto de las economías. Sin embargo, si la devaluación desata una suba automática de precios, esa mejora competitiva queda en el camino.
Economía indexada
“El pass through hoy es mucho más rápido de lo que sucedía tiempo atrás, ya que tenemos mecanismos de indexación que llevan a eso”, explicó Sebastián Menescaldi, director asociado en EcoGo. Según él, si hubiese una devaluación sin que el Gobierno acomode antes desequilibrios, ante un salto discreto del tipo de cambio “los precios y salarios reaccionarían rápidamente”.
En tanto, Matías De Luca, economista de LCG, reseñó que mientras que a principios de los 2000 el traspaso a precios del dólar oficial sobre la economía era prácticamente insignificante, por tratarse de una economía desindexada y sin inflación, actualmente rondaría el 40%.
Ante la consulta de qué cambió respecto de 2002, De Luca indicó: “Desde hace más de 10 años que tenemos inflación por encima del 20% por año y por encima del 30% en los últimos 5 años. Es decir, nos volvimos a acostumbrar a convivir con inflación, a diferencia de lo que sucedía en ese entonces”.
En esa sintonía, De Luca añadió que esta situación “lleva a que la economía comience a indexarse cada vez más para protegerse de esta suba sistemática de los precios” y que “el dólar es el proxy de indexación por excelencia”.
También Martín Vauthier, director de Anker Latinoamérica, coincidió en que hoy, ante una devaluación, “el traslado a precios sería elevado”.
“Los contratos son más cortos y se revisan con mayor frecuencia, lo que hace que tengamos una inercia inflacionaria elevada”, detalló Vauthier. Y añadió: “La inflación en estos últimos meses ha orbitado por encima del tipo de cambio. Es decir, incluso con el tipo de cambio oficial funcionando como ancla, la inflación sigue corriendo. Esto se explica por el deterioro del balance del Banco Central”.
Set de medidas
Los economistas consultados explicaron que para que un eventual salto en el tipo de cambio no genere un pass through rápido y dañino, se requiere que venga acompañado de un conjunto de cambios.
“Si tenemos un movimiento en el tipo de cambio oficial que viene acompañado de un programa económico creíble, con señales fiscales de reducción del déficit que anclen expectativas, con un esquema monetario consistente, el pass through podría ser más acotado”, subrayó Vauthier.
En cambio, comparó: “Si el salto discreto se diese sin un programa que acompañe, ahí es posible que eso termine consumiendo cualquier mejora en el tipo de cambio que pueda dejar”.
En línea con esta mirada, Enrique Neder, experto en política monetaria de la Universidad Nacional de Córdoba, afirmó: “El problema sería que la devaluación no fuera acompañada de un verdadero ajuste por el lado fiscal (y en particular, por el lado político del gasto público) y siguiera existiendo emisión monetaria desbocada. En ese caso, seguirían sobrando pesos que se irían a divisas y, consecuentemente, la devaluación inicial no sería suficiente y ello desataría un serio proceso inflacionario”.
Tres factores determinantes
“El pass through de una devaluación a precios en Argentina siempre va a ser elevado”, detalló Enrique Neder. No obstante, el economista señaló que hay que tener presente algunas consideraciones:
- El nivel de actividad
- La brecha entre tipos de cambio oficial y marginal
- Las expectativas del público.
En primer lugar, Neder detalló que “el traspaso a precios de una devaluación será mayor mientras más alto sea el nivel de actividad”. Y, desde ese punto de vista, con una recuperación como la que se viene observando según el Índice de Producción Manufacturero desestacionalizado, que mes a mes muestra un sube y baja, “sería de esperar un alto grado de inflación tras una devaluación”, consignó el académico.
En cuanto al segundo y tercer punto, Neder sostuvo: “Tomando en cuenta la brecha entre los tipos de cambio y las expectativas de la gente, de manera conjunta, uno podría pensar que los precios ya se vienen determinando con el marginal. Consecuentemente, lo único que haría una devaluación sería un catch up del oficial al marginal”.