Inflación en Argentina: por qué golpea con mayor fuerza a los más pobres

Los sectores de menores recursos son los que destinan mayor parte de sus ingresos al consumo y sufren con más crudeza el impacto de la suba de precios

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Buenos Aires — Los procesos inflacionarios generan un golpe al bolsillo de la población en general, aunque tienen un efecto particularmente agresivo sobre los ingresos reales de las personas con menores recursos y suelen generar un incremento en la cantidad de pobres.

De hecho, el alza generalizada de precios de la última década es uno de los principales motivos por los cuales la pobreza de ingresos en Argentina se ubica por arriba del 37%, según la última medición del Indec. A pesar de las paritarias y los diferentes mecanismos de indexación con los que cuenta la economía del país, los ingresos de las familias vienen corriendo muy de atrás la carrera contra los precios.

Bloomberg Línea dialogó con especialistas para entender por qué un proceso inflacionario como el de Argentina, que actualmente se ubica en el 71% y podría finalizar el año arriba del 90%, les pega más a los más pobres.

Mayor parte de los ingresos al consumo

“La inflación golpea más a los hogares de menores ingresos porque estos destinan la mayor parte de sus ingresos al consumo y, por lo tanto, a diferencia de los hogares de mayores ingresos, incluso pequeños aumentos de precios tienen fuertes implicancias en su consumo”, explicó a este medio Martín González - Rozada, director de la Maestría en Econometría de la Universidad Torcuato Di Tella.

En ese sentido, el economista reseñó que dichos hogares “no tienen, o tienen muy poca, capacidad de ahorro como para utilizar estos ahorros para mantener sus hábitos de consumo”.

En tanto, Leopoldo Tornarolli, investigador senior del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata sostuvo que “en la práctica se observa este patrón”, es decir, “los hogares más pobres consumen una mayor proporción de su ingreso que los hogares no pobres”.

Y al respecto, ilustró la situación con un ejemplo práctico: “Si gano $100 y lo consumo todo, una inflación de 5% me lleva 5% de capacidad de consumo. Si gano $200 y consumo $100, los otros $100 los puedo poner en un plazo fijo UVA (por poner un ejemplo) y, si bien pierdo 5% de capacidad de consumo (sobre los $100 dedicados a consumir), conservo íntegra la capacidad de consumo de los $100 restantes. Entonces, pierdo $5 sobre $200, que porcentualmente es menos que lo que pierde el pobre, que consume todo”.

El carácter regresivo de los regímenes inflacionarios fue detallado de la siguiente forma por Gabriel Caamaño Gómez, director de la consultora Ledesma: “Si la inflación es un impuesto a las tenencias de dinero, entonces, proporcionalmente, grava más a los que menos tienen”.

Y sintetizó: “La propensión marginal a consumir es decreciente con el nivel de ingreso”. Eso significa que, a menor ingreso, “mayor porcentaje del mismo se consume”.

Capacidad de reasignar recursos

En línea con lo mencionado anteriormente, el ejecutivo de Ledesma destacó que la persona de mayores ingresos tiene más posibilidades de reasignar recursos ante un salto de la inflación.

Como ejemplo de ello, citó: “La persona de mayores ingresos, por ejemplo, quizás va a trabajar en auto y si le aumenta el costo del estacionamiento empieza a ir en colectivo. En cambio, el de menores ingresos va a trabajar en colectivo y si aumenta el boleto no puede hacer nada al respecto”.

Un segundo ejemplo que citó Caamaño Gómez fue el siguiente: “Otra forma de verlo es la sofisticación del consumo y el nivel de procesamiento de los bienes. No es lo mismo la papa negra, que la papa lavada, que la papa lavada y cortada, que la papa congelada y prefrita. La última tiene un componente no transable mayor y, además, quien tenía nivel de ingreso para consumir el producto más elaborado puede elegir demandar un nivel menos elaborado y seguir cubriendo sus necesidades básicas. No así el que demanda el más básico, que directamente tiene que decidir no comer para no tener que demandar más pesos o destinar un porcentaje mayor de su ingreso a cubrir sus necesidades básicas”

Debilidad financiera

Tal como se deja a entrever en el ejemplo de Tornarolli, las personas de menores recursos suelen tener menor acceso a instrumentos financieros.

“Las personas pobres tienen un acceso muy limitado a los mercados financieros y no pueden usar el crédito como para moderar su consumo”, indicó González - Rozada. Y añadió: “En los casos en que acceden lo hacen generalmente en mercados informales que tienen peores condiciones financieras”.

En relación a la pata financiera, Caamaño Gómez agregó que los activos financieros tienen costos transaccionales, que muchas veces son fijos o tienen una parte inicial es fija. “Ergo, acceder a activos que te cubran contra la inflación exige determinado nivel de ingreso. A menor ingreso, menores posibilidades de cubrirse”, resumió.

Bienes durables

“La inflación impacta más a los pobres porque son los que no pueden defenderse del aumento de precio como sí pueden hacerlo las personas de mayores ingresos. Estas últimas pueden invertir, como por ejemplo, comprando dólares o colocando los ahorros en algún bien durable como autos, terrenos, departamentos y otros que se ajustan con inflación”, mencionó Jorge Colina, presidente del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA).

Falta de poder de negociación

Otro ítem a tener en cuenta a la hora de entender por qué los pobres sufren la inflación más que las clases medias y altas tiene que ver con el menor poder para discutir la indexación de sus ingresos. En un país donde la paritaria gremial se convirtió en una herramienta clave para que el salario real no caiga tanto, la falta de acceso a esa instancia aporta una dificultad adicional.

Los hogares más pobres tienen gran parte de sus ingresos provenientes del sector informal de la economía y, por lo tanto, no están cubiertos por las instituciones b y privadas que protegen a los trabajadores formales”, reflexionó González - Rozada.

Teoría versus coyuntura

Agostina Myronec, analista de Ecolatina, coincidió con sus colegas en que, en términos teóricos, la inflación golpea más a los más pobres, debido a que las personas que ganan menos “tienen mayor propensión al consumo de bienes básicos” y, al mismo tiempo, “menor propensión a ahorrar”.

No obstante, aclaró que en términos coyunturales eso puede variar si, por ejemplo, los bienes de consumo básico crecen menos que otro tipo de consumos, como por ejemplo servicios o indumentaria.

En los últimos meses, los consumos básicos vienen creciendo por debajo de la inflación general, que también pondera rubros que no consumen los deciles de menores ingresos: por ejemplo, restaurantes y hoteles”, indicó Myronec.

Sin embargo, la economista aclaró que, en términos interanuales, la canasta básica alimentaria (CBA), aquella que permite trazar la línea indigencia, subió 70,6%, casi lo mismo que la inflación general (71%). Sin embargo, la canasta básica total (CBT), que es la que traza la línea de la pobreza, subió 64,7%.

Inflación y crecimiento de la pobreza, una relación no lineal

En cuanto al vínculo que existe entre la alta inflación y el crecimiento de la pobreza, González - Rozada explicó que no se trata de una relación tan lineal como se suele pensar.

En períodos de alta inflación hay una tendencia a que más miembros del hogar salgan al mercado de trabajo y esto hace que el ingreso total del hogar aumente un poco, moderando el efecto de la inflación sobre la incidencia de la pobreza”, afirmó.

No obstante, aclaró: “La pobreza monetaria surge de la comparación del ingreso total del hogar con una línea de pobreza determinada por la Canasta Básica Total, que es el umbral con el que se define el porcentaje de hogares pobres. Si los ingresos de los hogares de los deciles más bajos crecen por encima de la inflación de la CBT no habría mayores cambios en la tasa de pobreza. En general cuando aumenta la inflación esto no sucede, pero sí puede pasar que los ingresos totales del hogar también pueden aumentar si se incrementa el número de perceptores de ingresos del hogar”.