En 10 gráficos: Seis meses de guerra en Ucrania empujan a Europa a una recesión

Inflación histórica, una crisis energética sin precedentes y el desplazamiento masivo de refugiados son parte de las consecuencias de una invasión rusa que ya lleva medio año

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Bloomberg Línea — Este miércoles se cumplen seis meses desde que el presidente ruso Vladimir Putin ordenó la invasión a Ucrania, comenzando una guerra que no solo creó una crisis humanitaria, sino que también ha tenido notables impactos económicos con efectos expansivos que trascienden a los países estrictamente involucrados en el conflicto armado: en concreto, está acelerando el camino de toda Europa a la posibilidad de que tenga lugar una recesión.

El conflicto bélico ha dejado más de seis millones de refugiados, más 5.000 civiles muertos y una crisis mundial, la segunda en menos de dos años desde que se declaró la pandemia del Covid-19. A nivel económico, el incremento en los precios de las materias primas, su impacto en la inflación y el comercio mundial, y la respuesta de los bancos centrales para atajar el incremento en el costo de vida, ha llevado a los principales organismos multilaterales a entregar un panorama sombrío para 2022, justo cuando las economías comenzaban a recuperarse del golpe del virus.

Europa, dada su fuerte dependencia del gas ruso, ha visto cómo los precios de la energía han llegado a niveles estratosféricos, se ha visto golpeada por la merma de la confianza de los consumidores y por el hecho que la moneda común de la UE ha perdido fortaleza frente al dólar.

Las señales de recesión se ven cada vez con más fuerza, y, en ese marco, Bloomberg Línea recopiló datos para generar 10 gráficos que muestran el impacto de la guerra en el continente.

En 2021, Rusia suministró casi el 40% del gas natural que recibió Europa, principalmente a través del gasoducto Nord Stream. Tras las sanciones económicas al Kremlin, lideradas por Estados Unidos y la Unión Europea, los flujos hacia el Viejo Continente han estado en el centro de atención, con fuertes reducciones que a veces son totales (Rusia argumenta que son necesarias por mantenimiento) y países que se han negado a pagarle a Moscú por el temor de incumplir las penalidades establecidas para los que comercian con el país.

A principios de semana, el contrato holandés de referencia se acercó a los US$280 mientras los gobernantes alertan a su población que el invierno que viene será difícil ante la necesidad de ahorrar energía. Los temores han subido los últimos días pues se espera que Rusia detenga entre el 31 de agosto y el 2 de septiembre los flujos hacia Europa por trabajos de mantenimiento no programados.

La actividad económica de la zona euro, medida a través del PMI manufacturero, cayó por segundo mes consecutivo. Según explicó Andrew Harker, economista de S&P Global, los datos apuntan a que la economía efectivamente se contraerá durante el tercer trimestre. “El descenso de la producción se observa ahora en toda una serie de sectores, desde las empresas de materiales básicos y de automóviles hasta el turismo y las empresas inmobiliarias, a medida que la debilidad económica adquiere un carácter más amplio”, aseguró.

David Powell, economista sénior de la zona del euro de Bloomberg Economics, fue más allá y alertó que los datos sugieren que la economía se “está deslizando hacia la recesión bajo el peso de los crecientes costos de la energía, y lo peor probablemente aún está por venir”.

Mientras la actividad económica se ralentiza, los precios continúan presionando a la inflación. El alto valor de las materias primas, impulsado en parte por la disrupción de los suministros por la guerra en Ucrania y las sanciones que vinieron después, ha impactado en el costo de los alimentos y sobre todo la energía.

La inflación en la Eurozona llegó en julio a un 8,9% interanual, la mayor tasa registrada en su historia, impulsada por el incremento de la energía y los alimentos frescos. La tasa es más de cuatro veces de la meta del 2% del Banco Central Europeo.

El mismo comportamiento se ha visto en el Reino Unido, donde la inflación subió un 10,1%, el mayor incremento de precios desde 1982, según informó la oficina nacional de estadística británica.

Y, ante la incesante inflación, los bancos centrales no han dudado en actuar. En julio, el Banco Central Europeo subió la tasa de interés a 0,50%, el primer aumento en 11 años y el mayor desde el año 2000. “El Consejo de Gobierno consideró apropiado dar un primer paso mayor en la normalización de su política monetaria”, dijo Christine Lagarde, presidenta de la entidad cuando se tomó la decisión.

Esta semana se conocerán las minutas de esa reunión lo que, según Maeva Cousin, economista sénior de Bloomberg Economics, dará pistas de si los inversores tienen que prepararse para otra subida de tipos de 50 puntos básicos en septiembre. “Dadas las presiones inflacionarias generalizadas, nuestro escenario base es un gran aumento”, dijo.

El Banco de Inglaterra no se ha quedado atrás en la lucha contra la inflación, mientras decenas de bancos centrales en todo el mundo ya aumentaron su tipo de referencia. La autoridad monetaria británica subió a principios de mes la tasa de interés en 50 puntos básicos hasta el 1,75%, lo que significó la mayor alza desde 1995.

“Volver a situar la inflación en el objetivo del 2% sigue siendo nuestra prioridad absoluta. No hay peros al respecto”, dijo el gobernador Andrew Bailey en una conferencia de prensa.

Mientras se contrae la economía y la inflación continúa subiendo, el euro (EURUSD) ha perdido valor contra el dólar al punto que ha llegado a caer por debajo de la paridad con esta divisa. A comienzos de la semana, la moneda común cayó a un nuevo mínimo de dos décadas mientras siguen pesando los temores de que tenga lugar una recesión.

La caída es solo el comienzo de un descenso más profundo para la moneda, según estrategas consultados por Bloomberg. Por ejemplo, Morgan Stanley (MS) pronostica que el euro caerá a US$0,97 este trimestre, un nivel que no se veía desde principios de la década de 2000.

Todas estas cifras se reflejan en el sentimiento de los consumidores. Aunque el indicador mensual de la Comisión Europea mejoró en agosto, todavía sigue en niveles más bajos incluso de los que se registraron durante la pandemia.

Y a la par de una menor confianza de los consumidores, los organismos multilaterales también han pronosticado una caída en el crecimiento económico. El Fondo Monetario Internacional preveía en abril que la economía de la zona euro crecería un 2,8% este año y en la actualización que entregó en octubre ahora calcula una desaceleración a un 2,6%.

El golpe sería mayor el próximo año cuando el PIB de la región solo avanzaría un 1,2%, por debajo del 2,3% que calcularon en abril. Aunque cuando se entregó el reporte las cifras no señalaban una recesión, los funcionarios del FMI advirtieron que el escenario podía empeorar y más si las sanciones contra Rusia seguían golpeando a las economías europeas.

Con todo este desempeño, las chances de que haya una recesión en Europa no ha hecho más que aumentar. Según el índice que elabora Bloomberg, hay un 55% de probabilidad de que esto suceda en la zona euro, un dato que no se veía desde 2020 cuando las economías todavía navegaban la incertidumbre de la pandemia.

Este escenario pondría en mayores aprietos al Banco Central Europeo, que tendrá que evaluar si continúa subiendo las tasas de interés a costa del crecimiento económico. “El aumento de la sensibilidad al crecimiento no significa que la normalización de los tipos esté completamente descartada”, dijo Greg Fuzesi, economista de JPMorgan (JPM), en un informe para clientes reseñado por Bloomberg. “El BCE tendrá que tomar decisiones muy difíciles”.

Pero, más allá de las cifras económicas, la guerra en Ucrania también deja una crisis humanitaria. Las estadísticas recopiladas por ACNUR calculan que hay 6,6 millones de refugiados ucranianos a través de Europa, que han tenido que salir de su país para escapar de las bombas de la invasión rusa.

Los países vecinos, incluyendo a Rusia, han acogido a gran parte de los ucranianos, pero también se cuentan centenares de miles en todo el continente. Una encuesta liderada por ACNUR mostró que la mayoría de los afectados son mujeres y que 80% de quienes respondieron aseguraron haberse separado de otros miembros de su familia.

Al 22 de agosto, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos registró 13.477 afectados civiles en el país: 7.890 heridos y 5.587 muertos, incluyendo a 175 niños.