Panamá, uno de los países más desiguales de América Latina

El país canalero es el tercero, solo superado por Brasil y Honduras, según el Banco Mundial

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Ciudad de Panamá — En lo que parece ser una paradoja, Panamá continúa siendo una de las naciones más desiguales en Latinoamérica, pese a tener una de las economías más dinámicas de la región, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Panamá es el tercer país latinoamericano con mayores desigualdades territoriales en Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, lo cual resulta muy llamativo, habida cuenta del tamaño del país y que, además, no tiene grandes accidentes orográficos que dificulten los vínculos económicos entre sus territorios, afirma un estudio de la entidad crediticia internacional.

Agrega que en El Salvador o Uruguay, por ejemplo, las desigualdades son una tercera parte de las de Panamá.

Uno de los autores del análisis, Carlos Garcimartín, recalcó que el país es uno de los que presentan una mayor desigualdad en la región, aunque hizo la salvedad de que normalmente se habla de desigualdad entre personas, “y esa elevada desigualdad entre personas en parte es producto de la elevada desigualdad entre las provincias y comarcas”.

“Yo no estoy tan de acuerdo en decir que hay diferencias geográficas, yo lo que creo es que hay diferencias técnico culturales, toda vez que sin duda alguna lo más afectado por la desigualdad son los indígenas”, apuntó el sociólogo Danilo Toro.

Sostiene que en el país la desigualdad quedó manifestada durante las recientes protestas que por cerca de un mes mantuvieron a la sociedad panameña en vilo, con diarios cierres de calles y el desabastecimiento de productos agrícolas en la ciudad capital, afectando la recuperación económica.

“Realmente en el país no se hacen las infraestructuras necesarias, principalmente en educación, energía eléctrica y carreteras, que pueden contribuir a ir mejorando la desigualdad y potenciar el capital de crecimiento que tenemos”, aportó el economista y también secretario ejecutivo de la Asociación Nacional de Ganaderos, Euclides Díaz.

La desigualdad y su persistencia, según el estudio, están estrechamente relacionadas con los fuertes desequilibrios territoriales que existen en el país, aunque, lógicamente, este factor no agota la explicación.

Aunque pequeña en extensión territorial, apenas unos 75 mil 517 kilómetros cuadrados y con 4.3 millones de habitantes, la desigualdad es más notoria en la ciudad capital, mientras que en el resto del país esta ha venido disminuyendo, pero entre ellas ha aumentado, siempre de acuerdo al BID.

El economista Felipe Argote se muestra en desacuerdo con las comparaciones del BID, señalando que no podemos compararnos con países como Honduras Guatemala, Colombia y Venezuela, toda vez que por supuesto que somos superiores, nuestro ingreso es igual al de Uruguay y al de Chile, por lo que “esa es la única comparación viable”.

El BID indica que aunque la desigualdad se ha reducido, lo ha hecho a un ritmo notablemente inferior al de otros países de América Latina, pese a que el crecimiento de éstos ha sido mucho menor.

Entre 2007 y 2017, afirma el organismo multilateral, por cada punto porcentual de aumento del PIB el índice de Gini se ha reducido un 0.05 % en Panamá, frente a un 0.28% en promedio regional.

Si bien puede pensarse que la respuesta a esta pregunta se encuentra en la elevada pobreza que existe en las comarcas indígenas, con tasas superiores al 80%, se argumenta que este factor no es clave para explicar la persistencia de la desigualdad en Panamá.

Por el contrario, el BID también argumenta que la elevada y persistente desigualdad en la nación canalera está estrechamente vinculada a sus desequilibrios territoriales, que van más allá de las comarcas, aunque, lógicamente, este factor no agota la explicación.

Ahonda en que cuanto mayor es el ingreso per cápita de una provincia, mayor ha sido la inversión recibida, señalando que de 2013 a 2017 la provincia de Panamá, la más rica del país, ha recibido un 28% más de inversión per cápita que la media.

Por el contrario, la comarca Ngäbe Buglé, con apenas un 26% de ingreso per cápita respecto al promedio nacional, ha recibido un 70% menos de inversión por habitante.

Excepto la comarca de Emberá y la provincia de Darién, que prácticamente se hallan en equilibrio, se asegura que todas las comarcas y provincias reciben un porcentaje de la inversión pública total menor de lo que correspondería a su peso en la población del país.