Bloomberg Línea — Este domingo serán las elecciones presidenciales en Brasil, que tendrán como protagonistas al presidente Jair Bolsonaro, que busca la reelección, y al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que quiere volver al Palacio de Planalto. Más allá del efecto que podría haber en la política interna, los analistas también están pendientes del cambio que podría darse en las relaciones de la principal potencia económica de América Latina con el resto de la región.
Los números continúan favoreciendo al exmandatario. Una encuesta publicada por Datafolha, la encuestadora más influyente de Brasil, mostraba a Lula cada vez más cerca de una victoria absoluta en la primera ronda, para la que necesita más del 50% de los votos.
Según el sondeo, que fue publicado el jueves por la noche, el expresidente cuenta con el 50% de los votos válidos en la primera vuelta, que excluye los votos nulos y en blanco.
Las elecciones tienen lugar en medio de un ambiente crispado que ha llevado a Human Rights Watch a calificar los comicios “como una prueba de enorme importancia para la democracia”, en medio de los cuestionamientos al proceso electoral por parte de Bolsonaro y la polarización entre ambas facciones políticas.
Los ojos de la región están puestos sobre el Brasil. Bolsonaro, en palabras del profesor Alejandro Frenkel, doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, ha liderado un proceso de “desamericanización” con una visión de que la región ha tenido líderes que atentan “contra valores esenciales de la sociedad, como la libertad, el libre mercado y la familia”.
Desde su llegada al poder, el presidente brasileño ha criticado al bloque comercial sudamericano que integra, el Mercosur, y a los grupos y partidos de izquierda en la región.
“Hasta la fecha Bolsonaro ha mostrado poco interés en estrechar lazos con líderes que no considera alineados ideológicamente. Hay pocas razones para creer que cambiaría si fuera reelegido”, dice Nick Zimmerman, quien se desempeñó como Director de Asuntos de Brasil y el Cono Sur en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca durante el gobierno de Barack Obama.
A lo largo de su presidencia, la cantidad de mandatarios latinoamericanos que podrían definirse como no alineados o con ideologías que contrastan no ha hecho más que aumentar. Desde su asunción el 1 de enero de 2019, han sido elegidos Alberto Fernández en Argentina, Pedro Castillo en Perú, Gabriel Boric en Chile, Xiomara Castro en Honduras y, más recientemente, Gustavo Petro en Colombia.
Este aislamiento político en la región, como lo califica Fernanda Cimini, investigadora senior del Centro Brasilero de Relaciones Internacionales (CEBRI), podría contrastar con una eventual tercera presidencia de Lula. El ex mandatario, que en su momento impulsó la creación de organismos como la UNASUR junto con Hugo Chávez (de la que Bolsonaro se retiró), podría priorizar la integración latinoamericana.
El aislamiento que señalan los analistas también se podría ver reflejado en las cifras de comercio exterior de Brasil con América Latina. Según los datos del International Trade Centre (ITC), un organismo impulsado por las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio, Lula recibió un país que a finales de 2002 exportó US$11.957 millones a la región. En su primer año en la presidencia, el país ya había vendido un 29,3% más.
Bolsonaro, por su parte, llegó con exportaciones valuadas en US$45.013 millones. A finales del primer año de su gobierno, ya habían caído un 17,8%, a US$36.979 millones. Más allá de la tendencia, la cifra de 2020 se explica principalmente por el impacto del Covid-19, que afectó a todo el comercio global por igual.
En términos de proporción, con Lula en el poder, las exportaciones hacia a América Latina alcanzaron un máximo de un 26% del total de las ventas externas. Luego vendría un declive durante las presidencias de Dilma Rousseff y Michel Temer hasta marcar un 15,41% sobre las exportaciones totales durante la presidencia de Bolsonaro, aunque incluyendo el golpe de la pandemia en 2020.
A lo largo de ese periodo, China consolidó su rol prominente en la balanza comercial de Brasil. Entre 2002 y la actualidad las exportaciones pasaron de US$2.616 millones en ventas externas hacia el gigante asiático a US$87.000 millones. En 2009 ya se había convertido en su principal socio comercial, por encima de EE.UU.
Hoy, Brasil exporta más a China que a toda a América Latina. A pesar de las críticas que hizo al país durante la campaña, los analistas coinciden en que Bolsonaro ha tenido una postura económica pragmática con ese país. “Brasil siempre ha buscado tradicionalmente aprovechar la competencia de las grandes potencias para promover sus propios intereses”, dice Zimmerman.
Una ‘marea rosa’
Esther Solano, doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Complutense de Madrid, considera que Brasil no ha tenido una continuidad en su política exterior, incluso más allá de las diferencias del binomio Lula-Bolsonaro.
“Bolsonaro terminó con toda la política exterior del PT (partido de Lula), entonces casi no tenemos relaciones políticas con los países latinoamericanos. Él ha tratado de tener una relación más intensa con Estados Unidos, porque desde su punto de vista ese es el referente y no América Latina”, dice Solano.
Más allá del continente, dijo la profesora, Bolsonaro también ha intentado fortalecer sus relaciones con Israel, al punto que abrió una oficina comercial en Jerusalén y habló de las intenciones de trasladar la embajada a esa ciudad.
Lula ha mostrado su propensión a una mayor integración regional durante la campaña, ilustrada por propuestas como la de él y sus asesores de crear una moneda única regional que incluiría un banco central para América del Sur, a pesar de la poca viabilidad que los analistas le ven a la propuesta. Incluso, el ex mandatario ha hablado de la creación de un Consejo de Defensa Suramericano.
Brian Winter, vicepresidente de Americas Society/Council of the Americas, agrega que la elección de Lula “no dejaría dudas” de que América Latina se está desplazando hacia la izquierda, considerando los resultados electorales de los últimos años.
“Brasil es el país más grande de la región y tiene una gran importancia simbólica. Lula también está preparado para asumir un papel regional como una especie de estadista mayor en caso de que gane, aunque es cierto que los tiempos han cambiado desde la década de 2000, cuando fue presidente por última vez: esta vez no hay un auge de las materias primas, lo que marcará una gran diferencia”, asegura.
Cimini, del Cebri, dice que, de ganar el líder del PT, Brasil se sumará a lo que muchos analistas han llamado la “segunda marea rosa”, un término que fue acuñado en la región para hacer referencia a la sucesión de victorias de gobernantes de izquierda a principios del siglo XXI.
“En este escenario, Brasil podría retomar su proyecto de construir un liderazgo regional bajo una renovada agenda social y económica. Si en cambio gana Bolsonaro, Brasil podría seguir en el camino del aislamiento político, que ya está en marcha”, considera la analista.
No obstante, no todos coinciden con esta visión. Para Zimmerman, los recientes resultados electorales no necesariamente se pueden caracterizar como “una especie de giro decisivo” hacia la izquierda, sino más como el reflejo de una “creciente frustración” con los gobiernos tras el Covid-19. “Los bajos índices de aprobación de los líderes de izquierda en países como Argentina, Chile y Perú cuentan una historia más compleja”, dice.
Del Mercosur a la Amazonía
Otro de los impactos de la elección en la región se vería claramente en el Mercosur, “un rompecabezas constante”, como lo califica Winter, en medio de las tensiones en las que se encuentra el grupo por los posibles acuerdos comerciales de Uruguay (por su cuenta) con China y con la Unión Europea (en conjunto). Bolsonaro se ausentó de la cumbre que se realizó en julio de este año y en la del año pasado criticó las “visiones arcaicas” del bloque comercial.
El vicepresidente de Americas Society/Council of the Americas no ve un futuro claro para el Mercosur sin importar quién gane las elecciones. “Llámenme cínico, pero no creo que alguna vez llegue a entrar en vigor un acuerdo final entre la Unión Europea y Mercosur: hay objeciones en Europa a Bolsonaro, y si Lula es elegido, sus representantes han dicho que reabrirán las negociaciones”, dice.
Cimini explica que el progreso de un acuerdo entre la UE y Mercosur dependerá de exigencias de ambas partes. Los europeos exigen compromisos adicionales a los miembros latinoamericanos, especialmente a Brasil en materia de protección al ambiente.
“No está claro si Bolsonaro, en caso de ser reelegido, está dispuesto a comprometerse con estos requisitos sostenibles (o si la UE aceptará los compromisos de Bolsonaro en caso de que acepte el acuerdo)”, agrega la analista.
Sin embargo, aunque podría haber una posibilidad de superar los obstáculos en materia de protección medio ambiental con Lula en el cargo, Cimini espera que se lleguen a revisar cuestiones importantes de “contenido nacional, derechos de propiedad, la política industrial, la agricultura, el comercio” que podrían hacer que la ratificación del acuerdo no llegue en el corto plazo.
Precisamente en materia medioambiental es donde llega otra de las diferencias que ven los analistas dependiendo de quién gane las elecciones, especialmente en la protección de la Amazonía, una zona que comparten nueve países de la región. Como explica Winter, el aumento de las tasas de deforestación bajo el gobierno de Bolsonaro, quien amagó con sacar a su país del Acuerdo de París, se ha convertido en un impedimento para la ratificación del acuerdo con la UE.
“El próximo gobierno se enfrentará a una fuerte oposición por parte de aquellos que se han beneficiado directamente del actual estado de cosas (los agricultores de productos básicos a gran escala), que también son importantes impulsores de la economía brasileña. Aumentar las normas medioambientales siempre es más difícil que flexibilizarlas”, agrega Cimini.
Para Zimmerman, Lula, quien se ha planteado nombrar un enviado climático para Brasil, similar a la figura que cumple John Kerry en el gobierno de Estados Unidos, enfrentará un contexto externo mucho más adverso si es elegido esta vez, “y es importante recordar que eso puede limitar su efectividad en muchos temas, incluido el Amazonas”. Solano agrega que Lula intentará promover una agenda ambiental porque sabe que Brasil puede ser visto como un gigante de la diplomacia verde en la esfera internacional.
Para Cimini, más allá de la discusión entre ambas facciones, lo cierto es que Brasil desempeña “un papel decisivo en cualquier acuerdo sudamericano y nunca debería abstenerse de la integración regional por razones ideológicas”.
Artículo publicado originalmente el 18 de agosto de 2022. Fue actualizado el 30 de septiembre para reflejar el escenario previo a las elecciones