Bloomberg Opinión — Hace casi un año, cuando el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, pronunció su discurso en la conferencia anual de Jackson Hole, una audiencia mundial estaba pendiente de cada palabra para conocer las perspectivas de crecimiento, inflación y política monetaria en un entorno extremadamente incierto.
Teniendo en cuenta lo errónea que resultó su evaluación, le será más difícil parecer convincente cuando pronuncie su próximo discurso en el mismo lugar a finales de este mes. Pero por el bien de los esfuerzos de la Fed para contener la inflación, tendrá que intentarlo.
En su discurso de 2021, Powell se equivocó en varios aspectos importantes. Afirmó que un incipiente aumento de la inflación era “probablemente temporal”, que la baja tasa de desempleo “subestima la cantidad de holgura del mercado laboral” y que “vemos pocos indicios de aumentos salariales que puedan amenazar una inflación excesiva”. Respaldó el marco de política monetaria más tolerante a la inflación que la Fed adoptó en 2020 calificándolo de “adecuado para abordar los desafíos actuales.”
Powell seguramente desea que el discurso de este año resulte más clarividente. Espero que enfatice tres temas: que la economía todavía tiene impulso hacia adelante con un mercado laboral extremadamente ajustado y una inflación inaceptablemente alta, que la Fed debe endurecer más la política monetaria para contener la economía y aliviar la presión sobre el mercado laboral, y que la Fed no cederá hasta que esté segura de que ha hecho lo suficiente durante el tiempo necesario para lograr su objetivo de inflación del 2%.
Al transmitir este mensaje, Powell debe tener cuidado de desengañar a los mercados de la idea de que la Fed pronto terminará de endurecer la política monetaria. Muchos inversionistas parecen haber llegado a esta conclusión basándose en parte en la declaración de Powell en julio de que los futuros aumentos de las tasas de interés dependerán de los datos económicos, ignorando su reiterada referencia a las proyecciones de tasas del Comité Federal de Mercado Abierto que indican un máximo considerablemente superior a lo que esperaban los mercados financieros. El resultado ha sido un repunte de las acciones y los bonos que está socavando los esfuerzos de la Fed para combatir la inflación.
Powell debe dejar claro que incluso si la Fed da un giro hacia menores aumentos de las tasas de interés en los próximos meses, eso no indica necesariamente un máximo más bajo. A medida que la Fed cierra la brecha entre dónde estaba la política monetaria y dónde debe estar, puede ser capaz de moverse de una manera más mesurada hacia el mismo objetivo final. Entre 2004 y 2006, por ejemplo, el banco central llevó su objetivo de tasa de interés del 1% al 5,25% en 17 aumentos consecutivos de 25 puntos básicos. El ritmo de ajuste tuvo poco que ver con el punto máximo de las tasas de interés.
Para convencer a los mercados de la determinación de la Fed, Powell tendrá que ser contundente. Muchos ven su advertencia como mera retórica, diseñada para mantener bajas las expectativas de inflación. Piensan que una vez que la economía se desacelera, el desempleo aumente y la inflación caiga, la Fed comenzará a reducir las tasas de interés mucho antes de que se alcance el objetivo del 2%. Powell tendrá que encontrar la manera de persuadirlos de que no tiene intención de comportarse como Arthur Burns (el presidente de la Fed que cedió prematuramente en la década de 1970), para no verse obligado más tarde a actuar como Paul Volcker, que tuvo que corregir el error de Burns llevando la economía a dos recesiones.
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