Bloomberg — Cuba está experimentando el mayor éxodo hacia EE.UU. en décadas, luego de que una serie de calamidades económicas agravaran la escasez de productos y servicios y los apagones energéticos.
Funcionarios fronterizos de EE.UU. se han encontrado con casi 178.000 personas que escapaban de la isla caribeña de 11 millones de personas en lo que va del año fiscal, de acuerdo con datos gubernamentales que llegan hasta finales de julio.
La mayoría llega por vía terrestre luego de viajar desde la isla a otros países latinoamericanos para los que no necesitan visa.
“La actual ola de migrantes cubanos ha pasado oficialmente las dos mayores olas migratorias hacia EE.UU., el éxodo del Mariel en 1980 y la crisis de los balseros en 1994, combinadas”, según un boletín del Centro para la Democracia en las Américas, un grupo de defensa en Washington que pide el levantamiento de las sanciones. Esas crisis también fueron desencadenadas por crisis económicas.
Las cifras llegan después de que un incendio masivo, que según el gobierno comenzó con la caída de un rayo, arrasara con cuatro de los ocho tanques de almacenamiento de un depósito de combustible clave. Las consecuencias del incendio de cinco días en Matanzas, en la costa norte a unos 100 kilómetros al este de La Habana, amenazan con empeorar los apagones que ya han provocado protestas esporádicas.
Además de la crisis energética, Cuba ha sufrido repetidas crisis en su vital industria turística este año.
Las sanciones occidentales a Rusia tras su invasión de Ucrania en febrero restringieron el flujo de visitantes a la isla. Una explosión causada por una fuga de gas arrasó un importante hotel de lujo en la capital justo antes de que se reabriera en mayo, matando a docenas de personas. Y a principios de julio, un general que controlaba un extenso imperio empresarial estatal que domina la economía cubana murió de un ataque al corazón.
Antes del incendio, la producción cubana estaba camino de crecer un 3,4% este año, según las previsiones de las Naciones Unidas. La inflación, por su parte, es de casi el 30% gracias a la devaluación del peso y al aumento de los costos de los combustibles y otras importaciones.
“Nada bueno”
Mientras la economía se tambaleaba y la escasez empeoraba, agravada por la pandemia y el endurecimiento de las sanciones estadounidenses impuestas por el ex presidente Donald Trump, en julio de 2021 estallaron protestas callejeras masivas que desencadenaron una brutal represión gubernamental.
“Si las cosas fueron malas el año pasado -y mira lo que pasó- las cosas van a ser peores este año”, dijo por teléfono la semana pasada Pedro Freyre, un demócrata que participó activamente en las discusiones políticas durante el intento de distensión con Cuba del presidente Barack Obama. “Los apagones serán endémicos, y nada bueno sucede en la oscuridad”.
Aunque la miseria es aguda en toda la isla, Freyre no percibe una amenaza inmediata para el presidente Miguel Díaz-Canel o el régimen comunista. “El sistema es muy frágil y está deshilachado en los bordes, pero no veo que se desmorone”, dijo.
El gobierno cubano esperaba que el presidente Joe Biden cumpliera su promesa de reducir las sanciones impuestas por Trump. Pero hasta ahora, la administración sólo ha flexibilizado algunas reglas sobre los viajes familiares y apoyo financiero.
Freyre, que dirige la práctica internacional en el bufete de abogados Akerman LLP de Miami, no espera ningún movimiento audaz en la política de Cuba con las elecciones de mitad de período que se avecinan. Pero sí espera más ajustes en los márgenes para facilitar que Estados Unidos financie el floreciente sector empresarial cubano.
“Hay que vigilar las remesas y las pequeñas empresas”, dijo. “Ahí es donde puede haber alguna acción”.