Bloomberg — El incesante fortalecimiento del dólar estadounidense está causando dificultades para las finanzas de las economías en desarrollo.
En conjunto, los responsabes de formular políticas de estos países están gastando el equivalente de US$2.000 en reservas internacionales para apuntalar sus divisas frente al dólar por día.
El total de este año hasta ahora asciende a US$379.000 millones de los fondos que mantienen para lidiar con crisis económicas severas.
No obstante, estos esfuerzos no han hecho mucho para estabilizar los mercados de divisas de los países más vulnerables, una nueva muestra de las fuerzas que están apuntalando al dólar y de lo peligroso del momento.
Desde Ghana hasta Pakistán y Chile, las divisas se han hundido hasta alcanzar mínimos históricos, exacerbando los picos de inflación, agravando la pobreza y avivando un malestar que ya estaba latente tras dos años de malestar económico provocado por la pandemia. En todo el mundo, 36 monedas han perdido al menos una décima parte de su valor este año. Diez de ellas, incluidas la rupia de Sri Lanka y el peso argentino, han perdido más del 20%.
Todo ello guarda cierto parecido con las grandes crisis de los mercados emergentes del último medio siglo: La debacle de la deuda de América Latina en los años 80 y la ola de devaluaciones monetarias que arrasó Asia una década después. Por ahora, la mayoría de los analistas ven improbable ese tipo de shocks extremos, pero al mismo tiempo señalan que la Reserva Federal, principal impulsora de la subida del dólar, tiene mucho más trabajo que hacer para sofocar la inflación a nivel doméstico. Y cuanto más suba las tasas de interés en EE.UU. para lograr ese objetivo, mayor será el riesgo de que más países en desarrollo se hundan en una crisis monetaria en toda regla que, a su vez, podría alimentar una crisis de la deuda.
“Sin duda, podríamos sufrir una verdadera crisis en los mercados emergentes”, dijo Jessica Amir, estratega de Saxo Capital Markets en Sydney. “Ya están en un punto de ruptura. La fortaleza del dólar es la cumbre de todas las incertidumbres, especialmente para los mercados emergentes vulnerables.”
Por supuesto, las naciones emergentes no son las únicas que están siendo golpeadas por la fortaleza del dólar - sólo hay que preguntar a los europeos y japoneses. El mes pasado, el euro se desplomó hasta la paridad con el dólar por primera vez en 20 años, mientras que el yen cayó a su nivel más débil desde 1998. Pero mientras que estas caídas suponen un dolor real para las empresas y los consumidores que pagan más por los productos del extranjero, los países en desarrollo que dependen del dólar para financiar sus gobiernos se enfrentan a una amenaza casi existencial.
Así que, aunque las reservas gastadas este año representan menos del 6% de las tenencias, según datos del Fondo Monetario Internacional para 65 naciones en desarrollo, los inversores están tomando nota. Es la caída más rápida desde el colapso monetario de 2015 liderado por la sorpresiva devaluación de China. Esta vez, algunos de los mayores descensos de las reservas se han producido en Ghana, Pakistán, Egipto, Turquía y Bulgaria, también algunos de los mismos lugares que han sufrido las peores ventas de divisas.
El aumento de los rendimientos de los bonos y un muro de US$215.000 millones de pagos de deuda que vencen a finales de 2023 van a agravar la agonía, y los analistas sólo difieren en cuanto a la escala de los descensos esperados, ya que algunos predicen pérdidas manejables, mientras que otros, como Renaissance Capital y HSBC Holdings Plc, llegan a calcular deslizamientos similares a los de una crisis para las naciones más vulnerables.
“En un entorno de restricción de la liquidez mundial, caída de las expectativas de crecimiento, elevada presión inflacionista y fortaleza del dólar estadounidense, es razonable suponer que los países de los mercados emergentes con agudas dificultades macroeconómicas se enfrentarán a continuas tensiones monetarias”, dijo Paul Greer, gestor monetario de Fidelity International. “Somos cautos”.
Ghana, que ha solicitado un rescate al FMI para superar la crisis económica posterior a la crisis del Covid-10, vende dólares cada dos semanas para defender el cedi. Aunque el país ha perdido US$2,60 de cada 10 de sus reservas en este proceso, la divisa sigue un tercio abajo este año. Ucrania, Pakistán y Mongolia han perdido cerca del 30% de sus reservas.
Los países más grandes también están sintiendo el dolor. Las reservas de Chile bajaron más del 10% en la primera mitad del año y se desplomaron US$1.200 millones en la primera semana de agosto al vender dólares, lo que ayudó a recuperar el peso desde un mínimo histórico. En Turquía, los miles de millones invertidos en estimular la demanda de la lira no han impedido la caída del 26% de la moneda, su décimo año consecutivo de descensos.
Con gran parte del endurecimiento de la Fed y el alcance total de los riesgos económicos mundiales aún por delante, las naciones emergentes corren el riesgo de agotar sus dólares demasiado pronto. Cualquier sensación en los mercados de que los países se están quedando sin dólares podría llevar a un asalto más brusco contra sus monedas. Eso podría dejar a las naciones más débiles fuera de los mercados internacionales de capital, dejándolas incapaces de financiar a sus gobiernos. Y cualquier nueva subida del precio de las importaciones podría agravar el problema, retrasando un pico de inflación y alimentando potencialmente el descontento popular, como ocurrió en Sri Lanka.
“Algunas monedas de mercados emergentes se enfrentan a importantes presiones de depreciación, en concreto las que tienen una baja adecuación de las reservas”, dijo Paul Mackel, jefe global de investigación de divisas de HSBC. “No creo que haya un argumento sólido para decir que se está desarrollando una crisis monetaria generalizada. Sin embargo, algunos se han enfrentado a movimientos similares a los de una crisis, en particular los de frontera”.
Independientemente de la magnitud que esta crisis termine teniendo, ya cuenta con algunos elementos en común con las crisis sistémicas del pasado. Tanto la crisis financiera asiática de 1997 como la “década perdida” de América Latina de los años 80 se produjeron tras periodos de excesivo endeudamiento externo, y luego un repentino cese de los flujos de capital cuando las tasas de la Fed comenzaron a subir. Tendencias similares se están imponiendo ahora, cuando los países en desarrollo pasan de una década de financiación barata a enfrentarse a la escasez de dólares.
Los flujos de capital hacia los mercados emergentes han caído este año hasta el nivel más bajo desde el periodo posterior al inicio de la pandemia, según un indicador de Bloomberg, mientras que la volatilidad de los tipos de cambio, indicada por los precios de las opciones, se ha disparado en un tercio durante el último año, según datos de JPMorgan Chase & Co (JPM). Los operadores de carry trade, que toman prestados dólares e invierten en activos de mayor rendimiento en los países en desarrollo, están sufriendo pérdidas por tercer año consecutivo.
Los operadores de derivados apuestan ahora contra todas las divisas de los mercados emergentes en los próximos seis meses, utilizando estrategias de opciones que utilizan opciones de venta y compra fuera de dinero.
De hecho, hay pocos incentivos para que los operadores compren selectivamente las divisas de los países con un banco central bien capitalizado. Esto se debe a que, a pesar de la venta del año, muchos de estos tipos de cambio siguen sobrevalorados en relación con la historia, y el índice MSCI de divisas de mercados emergentes sigue cotizando en el percentil 92 de su rango de 25 años. En cambio, las acciones de los mercados emergentes cotizan en el percentil 68 de su rango, lo que las convierte en una propuesta mucho más atractiva cuando los operadores quieren añadir riesgo.
“Hace tiempo que no se dan las condiciones para que nos guste un grupo amplio de divisas de mercados emergentes”, dijo Mackel. “Con un dólar fuerte alimentado por una Fed hawkish y un crecimiento global débil, es una configuración desafiante”.
-- Con la ayuda de Maria Elena Vizcaino, Ye Xie, Marcus Wong, Selcuk Gokoluk y Simon White.
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