San Salvador — El deterioro del riesgo país de El Salvador está teniendo un beneficio puntual para los bancos de El Salvador, lo cual ayudó a empujar los créditos a un ritmo no visto en hace más de 10 años.
El saldo adeudado de la cartera de préstamos a junio alcanzó los US$14.984 millones, un aumento interanual del 9,3%, el mayor desde 2008 y por encima de las tasas de crecimiento de años recientes –entre el 5% y 6%.
El movimiento viene respaldado por un 11,2% de incremento en el saldo bruto de los créditos para las actividades productivas y adquisición de vivienda (US$10.097,1 millones); por su lado, el consumo avanzó en 5,7% (US$4.886,9 millones), según cifras de la Superintendencia del Sistema Financiero (SSF).
El mayor riesgo país de El Salvador está ahuyentando a la banca offshore, que se había venido perfilando como una fuerte competencia internacional. Debido a ello, el sector corporativo está suscribiendo más financiamiento en el sistema bancario local, analiza Rafael Barraza, presidente ejecutivo de Banco Agrícola.
“Los bancos offshores que habían estado activos con clientes salvadoreños y las casas matrices de multinacionales en El Salvador están mostrando en general un menor apetito ante el headline risk de El Salvador. Claramente estamos viendo la relocalización de créditos de muy buen riesgo hacia la banca local, impulsando el crédito corporativo”, apunta.
Otros elementos fortalecen la tendencia, por ejemplo, el nearshoring, es decir el traslado operativo de multinacionales estadounidenses desde Asia a Centroamérica, para esquivar la crisis mundial de las cadenas de suministro. La banca percibe más inversiones en centros de distribución con orientación regional, parques industriales y capacidades logísticas.
A lo anterior se suma el dinamismo de los rubros de energía y proyectos sostenibles. “Realmente, tal vez esta sea la oportunidad definitiva para el nearshoring en la región”, expresó Barraza, en un conversatorio con Fitch Ratings sobre la situación de la banca en Centroamérica.
Por el lado del crédito a personas, el empleo formal es la clave, prosiguió. “El sector asalariado por lo menos en El Salvador estaba creciendo al mes de mayo 8.8% y es un driver positivo, además de las remesas para el crédito”, amplió.
Según datos de la SSF, el consumo es el principal destino de la cartera de créditos en El Salvador, con US$4.886,9 millones de saldo adeudado; le continúa la adquisición de vivienda, con US$2.616,6 millones (+3,1%, interanual).
Siguen el comercio, que avanzó 14,3% (US$2.092,9 millones); la industria de la manufactura subió en 10,1% (US$1.560,5 millones); y servicios, en 4,8% (US$1.198,7 millones).
Electricidad, gas, agua y servicios creció un significativo 56,5%, a los US$656,2 millones. En contraste, decreció transporte, almacenaje y comunicación, en -3,6%, a US$265,1 millones.
Tasas de interés
Para el segundo semestre del año las perspectivas son más desafiantes para la banca, debido a condiciones externas como el aumento de las tasas de interés que ejecuta la Reserva Federal de Estados Unidos; e internas, como la crisis de la deuda pública.
Las tasas activas empresariales subieron por encima del 8,6% en el segundo trimestre de 2022 –llegaron a 8,93% en junio, su nivel más alto en los últimos tres años, informó la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de El Salvador (UES).
“Según los datos del Banco Central de Reserva ya muestra leves incrementos en las tasas activas del sistema bancario salvadoreño como producto del aumento de tasas para contener la inflación aplicada en varios países, esto podría restringir la inversión privada interna”, analizó la facultad universitaria.
Deuda pública
La banca también está interrelacionada con la capacidad de pago de la deuda de El Salvador, que en el primer semestre del año recibió degradaciones de su calificación de riesgo por parte de tres agencias: Fitch Ratings, Moody’s y S&P.
No solo la calificación soberana es importante, sino el entorno operativo para los bancos, planteó Rolando Martínez, director sénior y jefe de Instituciones Financieras de Centroamérica, de Fitch Ratings.
“En el caso de El Salvador existe un mayor grado de incertidumbre con respecto a otros países debido a las presiones fiscales, la recolección de financiamiento soberano y el efecto que esto puede tener en el comportamiento del crédito”, evaluó Martínez.
La banca salvadoreña tiene una exposición importante a la deuda soberana y, además, cumple un rol clave financiando las necesidades de corto plazo del gobierno, a través de la compra de sus títulos valores.
Sin embargo, su apetito por adquirir instrumentos de corto plazo se ha reducido. El gobierno evalúa darle liquidez a los bancos para estimularlos a comprar más, a través de un posible recorte a las reservas obligatorias ante el BCR del 13,4% al 10%, indicó un reporte firmado por Sergi Lanau, del Instituto de Finanzas Internacionales.
Un eventual relajamiento de estas condiciones agudizaría la inflación y causaría distorsiones en la economía, sostuvo Economía de la UES.
“La flexibilización de los requerimientos de las reservas financieras del BCR aumentaría la liquidez de los bancos para adquirir títulos valores y duplicaría la liquidez en la economía, por el efecto multiplicativo en el gasto público, y esto podría incentivar un aumento de precios y mayor desestabilidad económica”, advirtió la universidad.
En la segunda mitad de este año, el Estado debe afrontar vencimientos de US$1.681,6 millones, entre Certificados del Tesoro y Letras del Tesoro, estimó Álvaro Trigueros, economista de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades).
La cifra anterior no considera el llamamiento a la recompra de bonos con vencimiento 2023 y 2025 por un valor facial por US$1.600 millones que el presidente Nayib Bukele propuso a los inversionistas, con miras a comenzar en los primeros días de septiembre. Hasta el lunes, el valor de mercado de ambas emisiones era de US$1.069,2 millones.